martes, 12 de julio de 2011

marosa di giorgio medici (uruguay, 1932 - 2004) // poremas. 2

la naturaleza de los sueños

al alba bebía la leche, minuciosamente, bajo la mirada vigilante de mi madre; pero, luego, ella apartaba un poco, volvía a hilar la miel, a bordar a bordar, y yo huía hacia la inmensa pradera, verde y gris.
a lo lejos, pasaban las gacelas con sus caras de flor; parecían lirios con pies, algodoneros con alas. pero, yo sólo miraba a las piedras, a los altos ídolos, que miraban a arriba, a un destino aciago.
y, qué podía hacer; tenderme allí, que mi madre no viese, que me pasara, otra vez, aquello horrible y raro.
(de los papeles salvajes,1991)


los hongos nacen en silencio

los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio;
otros, con un breve alarido, un leve trueno. unos son
blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma,
la estatua de una paloma; otros son dorados o morados.
cada uno trae -yeso es lo terrible-- la inicial del muerto
de donde procede. yo no me atrevo a devorarlos; esa carne
levísima es pariente nuestra.
pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y
empieza la siega. mi madre da permiso. el elige como un
águila. ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris.
mamá no se da cuenta de que vende a su raza.
(de los papeles salvajes, 1991)


los leones rondaban la casa

los leones rondaban la casa.
los leones siempre rondaron.
siempre se dijo que los leones rondaron siempre.
parecían salir de los paraísos y el rosal.
los leones eran sucios y dorados.
ellos eran muy bellos.
los ojos como perlas. y un broche brillante en el pecho
entre aquel pelo áureo.
los leones entraron a la casa.
corrimos a esconder los floreros de sal, de azúcar, el cometa
halley, las queridísimas sábanas nevadas, la
colección
estampillas. y a traer los sudarios.
los leones eran al mismo tiempo, presentes e invisibles, al
mismo tiempo, visibles e invisibles.
se oía el rumor de la leche que robaban, el clamor de la miel
y la carne que cortaban.
llevaron hacia afuera a la abuela oscura, la que tenía una
guía de rositas alrededor del corazón.
y la comieron fríamente. como en un simulacro.
y -como si hubiese sido un simulacro!- ella tornó a la
casa y dijo: -los leones rondaron siempre. están delante
de los paraísos y el rosal. dijo: -los leones están acá.
(de mesa de esmeralda, 1985)


mi alma es un vampiro

mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado. Se
alimenta de muchas especies y de sólo una. las busca en la
noche, la encuentra, y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí.
mi alma tiene miedo y tiene audacia. es una muñeca grande,
con rizos, vestido celeste.
un picaflor le trabaja el sexo.
ella brama y llora.
y el pájaro no se detiene.
(de obra completa, 2005)


poema X

este melón es una rosa,
este perfuma como una rosa,
adentro debe tener un ángel
con el corazón y la cintura siempre en llamas.
este es un santo,
vuelve de oro y de perfume
todo lo que toca;
posee todas las virtudes, ningún defecto,
yo le rezo,
después lo voy a festejar en un poema.
ahora, sólo digo lo que él es:
un relámpago,
un perfume,
el hijo varón de las rosas.
(de magnolia, 1965)


cuando nací había muchísimos higos

cuando nací había muchísimos higos. no puede ser, me diran, si era invierno y hacía frío.
sin embargo fue así; estaban en todos los árboles, áun los que no eran higueras, y en medio de las flores. oscuros, celestes o rosados; algunos desde el origen, traían adherida una violeta o una mosca. o en el punto central entresacaban una perla (nunca lla dieron del todo). o se desprendían girando como astros envueltos en anillos de colores, hasta que casi exánimes tornaban al lugar.
se sentía un aroma a almíbar y azucenas.
yo, en medio de mi primer lloro, pues era a los pocos minutos de nacer, dije a mi madre: Hhy higos.
y mi madre miró sonriendo a mi rosa abuela, y le dijo: mira lo que dice.
y mi abuela se aproximó, demasiado, con los ojos bajos, la sonrisa fija, y una tremenda corona de higos negros, gruesos y atormentados.
me acuerdo de los repollos acresponados, blancos -rosas...
me acuerdo de los repollos acresponados, blancos -rosas
nieves de la tierra, de los huertos-, de marmolina, de la
porcelana más leve, los repollos con los niños dentro.
y las altas acelgas azules.
y el tomate, riñón de rubíes.
y las cebollas envueltas en papel de seda, papel de fumar,
como bombas de azúcar, de sal, de alcohol.
los espárragos gnomos, torrecillas del país de los gnomos.
me acuerdo de las papas, a las que siempre plantábamos en
el medio un tulipán.
y las víboras de largas alas anaranjadas.
y el humo del tabaco de las luciérnagas, que fuman sin reposo.
me acuerdo de la eternidad.



 

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