viernes, 15 de abril de 2011

testimonio del sobreviviente del holocausto josé fekete

testimonio de la sobreviviente del holocausto zofia landau

testimonio del sobreviviente del holocausto miguel andermon

alain resnais (1922 - ) // nuit et brouillard, 1955

miércoles, 13 de abril de 2011

marosa di giorgio (1934 - 2004) // poemas. 1

misa del árbol
al despegarse del árbol tomó por la callejuela, que iba empinada y en tramos y hechas con baldosas rudas.
al rato, pasaban
las mujeres; jóvenes y viejas eran iguales bajo los negros hábitos y la trenza.
al que las partía por la mitad desde la nuca al ano.
vio que eran flacas como bien sabía. con pechos gruesos, aunque no se veía. algunas los llevaban sueltos y
/expuestos. había tenido varias. esa tarde iba de caza, también. ellas, como siempre, no lo miraban. el sol estaba aún radioso.
de pronto, una se perfiló en la altura, luego se puso de frente y empezó a bajar. él empezó a esperarla. como si hubiese salido
a esperar a una.
cuando una estuvo más cerca, se encandiló. se dijo: -quiero atrapar a una.
ella pasó delante de él y para mejor vio que bajo el pollerón negro, relampagueaba una enagua de papel rosado. los vuelos
de la enagua hacían un bisbiseo, un susurro. como si la enagua fuera el diablo. -una -le dijo- venga a mí, coneja, señora una.
venga al árbol.
a las veras estaban los tazones, (del tiempo de las reinas), era porcelana transparente, con un zapallo dentro, una albahaca,
un cebollón emperlado. él vio eso vagamente, como si todo hubiese quedado ya sin precisar.
señora una miraba en otro jarrón y miraba mucho:
-tiempo violena, dijo. y él no añadió nada. pero adentro de eso, del jarrón, iba una caballa con caracolillos insertos
que se la comían viva. tal vez, dijo él, esto a la señora caballa dé placer. es casi seguro que los caracolillos, al comerla,
hacen de maridos.
(y ¿cómo habría nacido esa caballa? ¿habría llovido? no lo percibió).
la pálida mujer opinó que sí, que la señora caballa tendría gusto en eso. que ella era de buen oído y la oía gemir.
su cara era en forma de almendra. llevaba desde la oreja colgada la consabida cuchara de té. es una virgen,
                                                                                                                                                     entonces. qué almíbar. pero, no dejó de temer.
-venga, señora. el árbol está cerca. allá podrá quitarse los negros velos, decía sin sacar ojo de lo que había debajo, el revoltijo hechizado, el vuelo de las hortensias.
con leves pies ella iba saltando hacia abajo, al parecer, justamente adónde él ansiaba llevarle. ¡con qué facilidad la traigo! se decía.
le dijo llamarse manto -mintió como siempre, sonrió para sí- y tener una maravilla para ella.
tendió los dedos y tocó la gasa incendiada, volante. ella se estremeció. como si la hubiese tocado allí
                                                                                                                                                   adentro.
las jarras con flores y gruesas caballas se sucedían a los costados.
él iba un poco detrás de una (sin comprometerse) que no hablaba casi nada; a ratos, se mordía los labios.
comenzó, como era lógico, a anochecer.
-es raro que no pase más nadie -comentó ella y fue lo único que habló durante todo el rato.
-es una suerte, pensó él.
en realidad, parecía haberse acabado ya todo, de un modo singular.
él, algo perplejo, indicó: -llegamos a mi habitación. es allí. es esa planta.
ella se dirigió a la planta como si la conociese, estuviera segura de algo. quedó de pie. el viento le levantó el vestido, se lo llevó cerca del óvalo y quedó fuera la enagua rosa, el color de las fresias.
pero, ¿qué significa todo eso?
el ordenó con una sonrisa arriba del bigote:
-arrodíllese, señora. oremos. es bueno rezar antes. porque después se peca tanto. que a eso vinimos. como usted sabrá. a pecar. la miró. ella asintió apenas.
Así se hizo; rezaron un poco. Señora Una parecía de almendra, que le hubiesen quitado la piel marrón y
estuviese blanca y expuesta.
él le preguntó: - ¿le duele algo? ¿está bien, señora? ¿no tiene padres?
sobre esto escuchó.
a todo respondía vagamente, con un leve movimiento de boca que no se sabía que era. en un instante tuvo intenciones él
de deshacerse ese fardo místico, que se fuese por la escalinata, por el aire de donde había surgido.
el árbol se iba entretanto prendiendo despacio, se iba volviendo de hilos rubí; se le aparecían unas pajarillas rígidas, apenas vivas, que movían apenas la cabeza, y eran de todos colores, a cuál más luciente. y entre ellas unas varas rectas de azul violeta con globos lilas. todo rígido y resplandeciente.
querida una estaba tendida en la mesa; era en el pasto pero parecía la mesa, como esperando el regalo, sin mayor apuro ni sorpresa.
él tironeaba de la enagua en flor advirtiendo con espanto, que la enagua procedía de ella; estaba hecha de la misma leve carne, sujeta con pedúnculos vivos a todo el cuerpo.
era una gran enagua sexual, todo de ovarios, todo de clítoris recios, como pimpollos de rosas rojas en hilera.
-está usted colmada... hay muchos, varios, le decía él, triste -sin saber por qué- y gozosamente. buscaba enceguecido entre todo, entre todo el vuelo, el nervio central que atacar.
lástima que ella no guiase en nada. era terrible aquel delantal.
y el árbol que se hacía inminente, que casi estorbaba con su mascarilla. ¿por qué se habría puesto así tan guarnecido y tan rígido?
la almendra tendida en el piso esperaba. quizá qué. él escudriñó el viso hecho de rosas moradas. la luz del árbol caía sobre las rosas. en el árbol se encendían lirios catedralicios, que no ayudaban en nada. al contrario.
la trenza de ella se había deshecho secretamente. estaba todo el pelo bajo de ella como una frazada de seda.
¡qué momentos!
él le preguntó si no había estado casada. ella le contestó que muy poco, un rato.
¿cómo muy poco? ¿cómo un rato?
-un ratito. y hace mucho, mucho, señor. agregó una.
él buscó con su cuchillo sexual entre todo lo del viso buscando la almeja céntrica. ella se estremecía como si la hubiese atado
al cielo.
pero a la vez parecía lejos como si no fuese ella. él pensaba como siempre. habrá tenido otros maridos. todas tienen. y le buscó la caravana que ya no estaba, tal si ella dijese: ahora, sí, la quito.
este detalle leve apresuró a él, la acomodó a su gusto, a su interés, ella caía de espaldas, se quedaba como de papel. las manos
se le volvían ramos.
en ese instante surgió lo que buscaba. las dos valvas crípticas, perfumadas y de grana; tuvo miedo que se le esquivasen otra vez entre los tules y demás cosillas de fuego de la enagua. la sujetó bien e hincó el puñal.
ella dio un leve ay. el pimpollo hizo un leve plop como si se cruzaran dos papeles.
había desde el árbol un sonido.
ella parecía ajena a todo. pero seguía viniendo un leve rumor de pericos y de lirios.
-¿no escucha nada? dijo él. ¿es todo de flor, señora? acabo de comerle la rosita. ¿le gustó? veo que tiene muchas.
vaciló. subió a mirarle los senos. se había olvidado de eso que nunca olvidaba; miró. grosos, bellos. y habían quedado fuera.
con ellos no copuló.
le miró la cara que se mecía un poco. estaba dormida. tenía un ojo cerrado. el otro ojo confuso y abierto, le decía: prosiga señor, no siga. señor, prosiga.
él miró el árbol, rojo de misa. era incomprensible, pero dudaba. ¿sentarse otra vez a seguir? cruzó la callejuela, y como no supo bien que hacer, miró los vasos (de un tiempo de reinas), en unos salía la flor de zapallo y seguía viaje. en otro bogaba una caballa pasada por un pez largo.


misal de la virgen

-usted nunca tuvo hijos.
-no. aunque, un día, cuando era chica, surgieron de mí, de mi pelvis, tres
lagartos. en cartílago grueso y anillado. tres.
-eh.
-sí. iban por la hierba. al parecer tenían ojos, pero no pude saberlo. se
hundieron en el piso.
-oh.
-pero antes oí un alarido, como si dijesen: ¡mamá! ¡ay, madre! ¡ay!
-oh.
-no volvieron nunca. en el momento de la parición, salían de mis pechos (del
izquierdo y del derecho), una gotita de sangre y una gotita de leche.
-...!
y ella quedó impasible. y aunque era completamente blanca, pareció lo que
siempre había parecido:
una princesa india, abajo de su anacahuita.

de obra completa, 2005

clarice lispector (1920 - 1977) // escritos

es allí donde voy

más allá de la oreja existe un sonido, en el extremo de la mirada un aspecto, en las puntas de los dedos unobjeto: es allí adonde voy.
en la punta del lápiz el trazo.
donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de la alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí adonde voy.
en la punta del pie el salto.
parece la historia de alguien que fue y no volvió: es allí adonde voy.
¿o no voy? voy, sí. y vuelvo para ver cómo están las cosas. si continúan mágicas. ¿realidad? yo os espero. es allí adonde voy.
en la punta de la palabra está la palabra. quiero usar la palabra "tertulia", y no sé ni dónde ni cuándo. al borde de la tertulia está la famila. al borde de la familia estoy yo. a la orilla de mí estoy yo. es hacia mí adonde voy. y de mí salgo para ver. ¿ver qué? ver lo que existe. después de muerta es hacia la realidad adonde voy. mientras tanto, lo que hay es el sueño. sueño fatídico. pero después, después todo es real. y el alma libre busca un rincón para acomodarse. soy un yo que anuncia. no sé sobre qué estoy hablando. estoy hablando de nada. yo soy nada. después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre.
es hacia mi pobre nombre adonde voy.
y de allá vuelvo para llamar al nombre del ser amado y de los hijos. ellos me responderán. al fin tendré una respuesta. ¿qué respuesta? la del amor. amor: yo os amo tanto. yo amo el amor. el amor es rojo. los celos son verdes. mis ojos son verdes. pero son verdes tan oscuros que en las fotografías salen negros. mi secreto es tener los ojos verdes y que nadie lo sepa.
en el extremo de mí estoy yo. yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta. pero la que canta. la que dice palabras. ¿palabras al viento? qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo.
yo a la orilla del viento. la colina de los vientos aullantes me llama. voy, bruja que soy. y me transmuto.
oh, perro ¿dónde está tu alma? ¿está cerca de tu cuerpo? yo estoy cerca de mi cuerpo.
y muero lentamente.
¿qué estoy diciendo? estoy diciendo amor. y cerca del amor estamos nosotros.


tentación

ella tenía hipo. y como si no bastara la claridad de las dos de la tarde, era pelirroja.
en la calle vacía, las piedras vibraban de calor: la cabeza de la chiquilla llameaba. sentada en los escalones de su casa, lo soportaba. nadie en la calle, sólo una persona esperando inútilmente en la parada del tranvía. y como si no bastara su mirada sumisa y paciente, el hipo la interrumpía a cada momento, sacudiendo el mentón que se apoyaba amoldado en la mano. ¿qué hacer con una chica pelirroja con hipo? nos miramos sin palabras, desaliento contra desaliento. en la calle desierta ninguna señal de tranvía. en una tierra de morenos, ser pelirrojo era una involuntaria rebelión. ¿qué importaba si un día futuro su marca iba a hacerla erguir insolente una cabeza de mujer? por ahora estaba sentada en un escalón centelleante de la puerta, a las dos de la tarde. lo que la salvaba era un monedero viejo de señora, con la cremallera rota. la aseguraba con un amor conyugal ya acostumbrado, apretándola contra las rodillas.
fue entonces cuando se aproximó a su otra mitad en este mundo, un hermano de grajaú*. la posibilidad de comunicación surgió en el ángulo caliente de la esquina, acompañando a la señora, y encarnada en la figura de un can. era un basset lindo y miserable, tierno bajo su fatalidad. era un basset pelirrojo.
allá venía él trotando, delante de la dueña, arrastrando su largura. desprevenido, acostumbrado, perro.
la chica abrió los ojos asombrada. suavemente avisado, el perro se paró delante de ella. su lengua vibraba. zmbos se miraban.
entre tantos seres que están preparados para volverse dueños de otro ser, allí estaba la chica que había venido al mundo para tener aquel perro. él se estremecía con suavidad, sin ladrar. ella lo miraba bajo los cabellos, fascinada, seria. ¿cuánto tiempo estaba pasando? un gran hipo desafinado la sacudió. él ni siquiera tembló. también ella pasó por encima del hipo y continuó mirándolo fijamente.
los pelos de ambos eran cortos, rojizos.
¿qué fue lo primero que se dijeron? no se sabe. tan sólo se sabe que se comunicaron rápidamente, porque no había tiempo . se sabe también que sin hablar se pedían. se pedían con urgencia, intrigados, sorprendidos.
en medio de tanta vaga imposibilidad y de tanto sol, allí estaba la solución para la chica pelirroja. y en medio de tantas calles para ser trotadas, de tantos perros más grandes, de tantos desagües secos, allá estaba una chica como si fuera carne de su pelirroja carne. se miraban profundos, entregados, ausentes de grajaú. un instante más y el sueño suspendido se rompería, cediendo tal vez a la gravedad con que se pedían.
pero ambos estaban comprometidos.
ella, con su infancia imposible, el centro de la inocencia que solamente se abriría cuando fuera una mujer. él, con su naturaleza aprisionada.
la dueña estaba impaciente bajo la sombrilla. el basset pelirrojo finalmente se desprendió de la chica y salió sonámbulo. ella quedó perpleja, con el acontecimiento en las manos, en una mudez que ni su padre ni su madre comprenderían. lo acompañó con los ojos negros que apenas creían, doblada sobre el monedero y las rodillas, hasta verlo doblar la otra esquina.
pero él fue más fuerte que ella. ni una sola vez miró hacia atrás.

* barri de río de janeiro

clarice lispector (1920 - 1977) // notas sobre el arte de escribir

"...escribir es una maldición que salva. es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba.
¿el proceso de escribir es difícil? es como llamar difícil al modo extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor..."

"...no puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible para que las horas pasen. escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible..."

"...escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra..."

jorge luis borges (1899 - 1986) // 16 consejos*

en literatura es preciso evitar:

1. las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes famosos. por ejemplo, describir la misoginia de don Juan, etc.

2. las parejas de personajes groseramente disímiles o contradictorios, como por ejemplo don quijote y sancho panza, sherlock holmes y watson.

3. la costumbre de caracterizar a los personajes por sus manías, como hace, por ejemplo, dickens.

4. en el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o con el espacio, como hacen faulkner, borges y bioy casares.

5. en las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el lector.

6. los personajes susceptibles de convertirse en mitos.

7. las frases, las escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a determinada época; o sea, el ambiente local.

8. la enumeración caótica.

9. las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. más concretamente aún, las metáforas agrícolas, navales o bancarias. ejemplo absolutamente desaconsejable: proust.

10. el antropomorfismo.

11. la confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. por ejemplo, el ulysses de joyce y la odisea de homero.

12. escribir libros que parezcan menús, álbumes, itinerarios o conciertos.

13. todo aquello que pueda ser ilustrado. todo lo que pueda sugerir la idea de ser convertido en una película.

14. en los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar siempre las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores estudiados. sobre todo, evitar el psicoanálisis.

15. las escenas domésticas en las novelas policíacas; las escenas dramáticas en los diálogos filosóficos. y, en fin:

16. evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el suicidio.


* adolfo bioy casares, en un numero especial de la revista francesa l’herne, cuenta que, hace treinta años, borges, él mismo y silvina ocampo proyectaron escribir a seis manos un relato ambientando en francia y cuyo protagonista hubiera sido un joven escritor de provincias. el relato nunca fue escrito, pero de aquel esbozo ha quedado algo que pertenece al propio borges: una irónica lista de dieciséis consejos acerca de lo que un escritor no debe poner nunca en sus libros.

gabriel garcía márquez (1927 - ) // la soledad de américa latina (discurso de aceptación del nobel 1982)

antonio pigafetta, un navegante florentino que acompañó a magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra américa meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. contó que al primer nativo que encontraron en la patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. los cronistas de Indias nos legaron otros incontables. eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. en busca de la fuente de la eterna juventud, el mítico alvar núñez cabeza de vaca exploró durante ocho años el norte de méxico, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del cuzco para pagar el rescate de atahualpa y nunca llegaron a su destino. más tarde, durante la colonia, se vendían en cartagena de indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
la independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. el general antonio lópez de santana, que fue tres veces dictador de méxico, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada guerra de los pasteles. el general garcía moreno gobernó al ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. el general maximiliano hernández martínez, el déspota teósofo de el salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. el monumento al general francisco morazán, erigido en la plaza mayor de tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal ney comprada en parís en un depósito de esculturas usadas.
hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno pablo neruda, iluminó este ámbito con su palabra. en las buenas conciencias de europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la américa latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. no hemos tenido un instante de sosiego. un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. en este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de dios lleva a cabo el primer etnocidio de américa latina en nuestro tiempo. mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en europa occidental desde 1970. los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de upsala. numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la américa central, nicaragua, el salvador y Guatemala. si esto fuera en los estados unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
de chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. el uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. la guerra civil en el salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. el país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de américa latina, tendría una población más numerosa que noruega.
me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la academia aueca de la letras. una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. la interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. tal vez la europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. si recordara que londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. aún en el apogeo del renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
no pretendo encarnar las ilusiones de tonio kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba thomas mann hace 53 años en este lugar. pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. la solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
américa latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
no obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras américas y europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? no: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de nueva york. ja mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de américa latina. en cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
un día como el de hoy, mi maestro william faullkner dijo en este lugar: "me niego a admitir el fin del hombre". no me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
agradezco a la academia de letras de suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. a la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. la poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del dante, toda la fábrica densa y colosal de la edad media. la poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra américa en las alturas de machu pichu de pablo neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. la poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
en cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. el premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras américas, luis cardoza y aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. muchas gracias.

julio cortázar (1914 - 1984) // escritos. 1 - la teoría del túnel

el caballo y su viva entraña amanecen a una tarea terrible, y lo que va del siglo ha mostrado el astillamiento de estructuras consideradas escolarmente como normativas. aún no hemos conocido mucho más que el movimiento de destrucción; este ensayo tiende a afirmar la existencia de un movimiento constructivo, que se inicia sobre bases distintas a las tradicionalmente literarias, y que sólo podría confundirse con la línea histórica por la analogía de los instrumentos. es en este punto donde el término literatura requiere ser sustituido por otro que, conservando la referencia al uso instrumental del lenguaje, precise mejor el carácter de esta actividad que cumple cierto escritor contemporáneo. si hasta este punto no hemos pasado de mostrar cómo nuestro escrito barrena las murallas del idioma literario por una razón de desconfianza, por creer que de no hacerlo se encierra en un vehículo sólo capaz de llevarlo por determinados caminos, importa ya reconocer que esa agresión no responde a una ansiedad de liberación frente a convenciones formales, sino que revela la presencia de dimensiones esencialmente incontenibles en el lenguaje estético, pero que exigen formulación y en algunos casos son formulación. el escritor agresivo no incurre en la puerilidad de sostener que los literatos del pasado se expresaban imperfectamente o traicionaban su compromiso. sabe que el literato vocacional arribaba a una síntesis satisfactoria para su tiempo y su ambición, con un proceso como el que he mostrado en el caso de balzac. nuestro escritor advierte en sí mismo, en la problematicidad que le impone su tiempo, que su condición humana no es reductible estéticamente y que por ende la literatura falsea al hombre a quien ha pretendido manifestar en su multiplicidad y su totalidad; tiene conciencia de un radiante fracaso, de una parcelación del hombre a manos de quien mejor podía integrarlo y comunicarlo; en los libros que lee no encuentra de sí mismo otra cosa que fragmentos, modos parciales de ser: ve una acción mediatizada y constreñida, una reflexión que cree forjarse sus cauces y discurre tristemente encauzada apenas se formula verbalmente, un hombre de letras como quien dice una sopa de letras, personaje invariable de todos los libros, de todas las literaturas. y se inclina con temerosa maravilla ante esos escritores del pasado donde asoma, proféticamente, la conciencia del hombre total, del hombre que sólo conviene en órdenes estéticos cuando los halla coincidintes con su libre impulso, y que a veces los crea para sí mismo como rimbaud o picasso. hombre con conciencia clara de que debe elegir antes de aceptar, que la tradición literaria, social o religiosa no pueden ser libertad si se las acepta y continúa pasivamente. de hombres tales testimonian muchos momentos de la literatura, y el escritor contemporáneo observa sagazmente que en todos los casos su actitud de libertad se ha visto probada por alguna manera de agresión contra las formas mismas de lo literario. el lenguaje de las letras ha incurrido en hipocresía al pretender estéticamente modalidades no estéticas del hombre; no sólo parcelaba el ámbito total de lo humano sino que llegaba a deformar lo informulable para fingir que lo formulaba; no sólo empobrecía el reino sino que vanidosamente mostraba falsos fragmentos que reemplazaban -fingiendo serlo-, a aquello irremisiblemente fuera de su ámbito expresivo.
la etapa destructiva se impone al rebelde como necesidad moral ... y como marcha hacia una reconquista instrumental, y es asimismo aquel cuya libertad sólo alcanza plenitud dentro de formas que la contienen adecuadamente porque de ella misma nacen por un acto libre, se comprende que la exacerbación contemporánea del problema de la libertad (que no es don gratuito y sí conquista existencial) tenga su formulación literaria en la agresión contra los órdenes tradicionales. se repara en ciertas situaciones entiendo por esto una estructura temática a expresar, a manifestarse expresivamente que no admiten simple reducción verbal, o que sólo formuladas verbalmente se mostrarán como situaciones -lo que ocurre en las formas automáticas del surrealismo, donde el escritor se entera que su obra es esto o aquello.
mirando así las cosas, se advierte la necesidad de dividir al escritor en dos grupos opuestos: el que informa la situación en el idioma (y ésta sería la línea tradicional), y el que informa el idioma en la situación. en la etapa ya superada de la experimentación automática de la escritura, era frecuente advertir que el idioma se hundía en total bancarrota como hecho estético al someterse a situaciones ajenas a su latitud semántica, tanto que el retorno momentáneo del escritor a la conciencia se traducía en imágenes fabricadas... falsa aprehensión de intuiciones que sólo nacían de adherencias verbales y de visión extraverbal. el idioma era allí informado en la situación, subsumido a ésta: se advertía, en la total actividad "literaria", lo que antaño fuera sólo privativo de las más altas instancias de la poesía lírica.
no puede decirse que la tentativa de escritura automática haya tenido más valor que el de lustración y alerta, porque en definitiva el escritor está dispuesto a sacrificarlo todo menos la conciencia de lo que hace, como tanto lo repitiera paul valéry. afortunadamente, en las formas conscientes de la creación se ha arribado a una concepción análoga de las relaciones necesarias entre la estructura-situación y la estructura-expresión, se ha advertido, a la luz de rimbaud y el surrealismo, que no hay lenguaje científico-o sea colectivo, social- de rebasar los cuadros de la conciencia colectiva y social, es decir limitada y atávica; que es preciso hacer el lenguaje para cada situación y que al recurrir a sus elementos analógicos, prosódicos y aun estilísticos, necesarios para alcanzar comprensión ajena, es preciso encararlos desde la situación para la cual se los emplea, y no desde el lenguaje mismo.
nuestro escritor da señales de inquietud... sospecha que el hombre ha alzado esa barrera (la del lenguaje) al no ir más allá del desarrollo de formas verbales limitadas, en vez de rehacerlas, y que cabe a nuestra cultura echar abajo, con el lenguaje "literario", el cristal esmerilado que nos veda la contemplación de la realidad.

...esta agresión contra el lenguaje literario, la destrucción de formas tradicionales, tiene la característica propia del túnel; destruye para construir. sabido es que basta desplazar de su orden habitual una actividad para producir alguna forma de escándalo y sorpresa. Una mujer puede cubrirse de verde desde el cuello a los zapatos sin sorprender a nadie; pero si además se tiñe de verde el cabello, hará detenerse a la gente en la calle. La operación del túnel ha sido técnica común de la filosofía, la mística y la poesía, pero el conformismo medio de la "literatura" a los ordenes estéticos torna insólita una rebelión contra los cuadros internos de su actividad.

puerilmente se ha querido ver en el túnel verbal una rebelión análoga a la del músico que se alzara contra los sonidos considerándolos depositarios infieles de lo musical, sin advertir que en la música no existe el problema de información y por ende de conformación, que las situaciones musicales suponen ya su forma, son su su forma.
la ruptura del lenguaje ha sido entendida desde 1910 como una de las formas más perversas de la autodestrucción de la cultura occidental; consúltese la bibliografía adversa a ulysses y al surrealismo. se ha tardado, se tarda en ver que el escritor no se suicida como tal, que al barrenar el flanco verbal opera una necesaria y lustral tarea de restitución. ante una rebeldía de este orden, que compromete el ser mismo del hombre, las querellas tradicionales de la literatura resultan meros y casi ridículos movimientos de superficie. no existe semejanza alguna entre esas conmociones modales, que no ponen en crisis la validez de la literatura como modo verbal del ser del hombre, y este avance en túnel, que se vuelve contra lo verbal desde el verbo mismo pero ya en un plano extraverbal, denuncia a la literatura como condicionante de la realidad, y avanza hacia la instauración de una actividad en la que lo estético se ve reemplazado por lo poético, la formulación mediatizadora por la formulación adherente, la representación por la presentación.

...la literatura habrá de mantenerse invariable como actividad estética del hombre, custodiada, acrecida por los escritores vocacionales. seguirá siendo una de las artes, incluso de las bellas artes; adherirá a los impulsos expresivos del hombre en el orden de lo bello, lo bueno y lo verdadero... dejémosla en su reino bien ganado y mantenido, y apuntemos hacia las nuevas tierras cuya conquista extraliteraria parece ser un fenómeno significativo dentro del siglo. una forma de manifestación verbal, la novela, nos servirá para examinar el método, el mecanismo por el cual se articula un ejercicio verbal a cierta visión, a cierta re-visión de la realidad.

martes, 12 de abril de 2011

sylvia plath (1932 - 1963) // poemas. 2

carta de amor

no es fácil expresar lo que has cambiado.
si ahora estoy viva entonces muerta he estado,
aunque, como una piedra, sin saberlo,
quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.
no me moviste un ápice, tampoco
me dejaste hacia el cielo alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por supuesto,
de asir los astros o el azul con ellos.

no fue eso. dormí: una serpiente
como una roca entre las rocas hiende
el intervalo del invierno blanco,
cual mis vecinos, nunca disfrutando
del millón de mejillas cinceladas
que a cada instante para fundir se alzan
las mías de basalto. como ángeles
que lloran por la gente tonta hacen
lágrimas que se congelan. los muertos
tenían yelmos helados. no les creo.

me dormí como un dedo curvo yace.
lo primero que vi fue puro aire
y gotas que se alzaban de un rocío
límpidas como espíritus. y miro
densas y mudas piedras en tomo a mí,
sin comprender. reluzco y me deshojo
como mica que a sí misma se escancie,
igual que un líquido entre patas de ave,
entre tallos de planta. mas no pienses
que me engañaste, eras transparente.

árbol y piedra nítidos, sin sombras.
mi dedo, cual cristal de luz sonora.
yo florecía como rama en marzo:
una pierna y un brazo y otro brazo.
de piedra a nube iba yo ascendiendo.
a una especie de dios ya me asemejo,
hiende el aire la veste de mi alma
cual pura hoja de hielo. es una dádiva.


espejo


soy de plata y exacto. sin prejuicios.
y cuanto veo trago sin tardanza
tal y como es, intacto de amor u odio.
no soy cruel, solamente veraz:
ojo cuadrangular de un diosecillo.
en la pared opuesta paso el tiempo
meditando: rosa, moteada. tanto ha que la miro
que es parte de mi corazón. pero se mueve.
rostros y oscuridad nos separan

sin cesar. ahora soy un lago. ciérnese
sobre mí una mujer, busca mi alcance.
vuélvese a esos falaces, las luciérnagas
de la luna. su espalda veo, fielmente
la reflejo. ella me paga con lágrimas
y ademanes. le importa. ella va y viene.
su rostro con la noche sustituye
las mañanas. me ahogó niña y vieja


soy vertical

mejor querría ser horizontal.
no soy un árbol con raíces hondas
en tierra, sorbiendo minerales y amor materno,
refloreciendo así de marzo en marzo,
reluciente, ni orgullo de parterre
blanco de admirativos gritos, muy repintado,
y a punto, ignaro, de perder sus pétalos.
comparado conmigo es inmortal
el árbol, y las flores más audaces:
querría la edad del uno, la temeridad de las otras.

esta noche, en luz infinitésima
de estrellas, árboles y flores
han esparcido su frescura aulente.
yo entre ellos me paseo, no me ven, cuando duermo
a veces pienso que me les hermano
más que nunca: mi mente descaece.
resulta más normal, echada. El cielo
y yo trabamos conversación abierta, así seré
más útil cuando por fin me una con la tierra.
árbol y flor me tocarán, veránme.


últimas palabras


no quiero una caja sencilla, quiero un sarcófago
de atigradas listas y un rostro pintado, redondo
como la luna, que mire, quiero
estar mirándolo cuando lleguen, escogiendo
entre minerales mudos, raíces. véolos
ya: los pálidos, astralmente distantes rostros.
ahora no son nada, no son siquiera criaturas.
imagínolos huérfanos, como los primeros dioses,
de padre y madre, se preguntarán si tuve importancia
¡debí haber preservado mis días, como frutos, en azúcar!
m espejo se empaña:
unos pocos hálitos, y no reflejará ya nada.
las flores y los rostros blanqueantes cual sábanas.

no confío en el espíritu. hye como vapor en mis sueños,
por la boca o los ojos. no puedo impedírselo.
un día se irá para no volver. así no son las cosas.
permanecen, sus luces idóneas se calientan
en mis manos frecuentes. ronronean casi.
cuando se enfrían las suelas de mis pies, los ojos azules,
mi turquesa, me darán solaz. déjame
mis cacharros de cobre, déjame los cacharros de afeites,
que florezcan en torno a mí como flores nocturnas, aulentes.
me envolverán en vendas, almacenarán mi corazón
bajo mis pies, bien envuelto.
conoceréme a mí misma. seré noche
y el relucir de tantas cosas será más dulce que el rostro de Istar.


una vida

tócala: no se encogerá como pupila
esta rareza oviforme, clara como una lágrima.
he aquí ayer, el año pasado: palmiforme lanza,
azucena, como flora distinta
de un tapiz en la quieta urdimbre vasta.

toca este vaso con los dedos: sonará
como campana china al mínimo temblor del aire
aunque nadie lo note o se anime a contestar.
los indígenas, como el corcho graves,
todos ocupadísimos para siempre jamás.

a sus pies las olas, en fila india,
no reventando nunca de irritación, se inclinan:
en el aire se atascan,
frenan, caracolean como caballos en plaza de armas.
las nubes enarboladas y orondas, encima.

como almohadones victorianos. esta familia
de rostros habituales, a un coleccionista,
por auténtica, como porcelana buena, gustaría.

en otros lugares el paisaje es más franco.
las luces mueren súbitas, cegadoramente.

una mujer arrastra, circular, su sombra, de un calvo
platillo de hospital en torno, parece
la luna o una cuartilla de papel intacto.
se diría que ha sufrido una particular guerra relámpago.
vive silente.

y sin vínculos, cual feto en frasco, la casa
anticuada, el mar, plano como una postal,
que una dimensión de más le impide penetrar.
dolor y cólera neutralizadas,
ahora dejad la en paz.

el porvenir es una gaviota gris, charla
con voz felina de adioses, partida.
edad y miedo, como enfermeras, la cuidan,
y un ahogado, quejándose del frío, se agazapa
saliendo a la orilla.

de "cruzando el océano" 1971

sylvia plath (1932 - 1963) // poemas. 1

las musas inquietantes

madre, ¿a qué antipática, grosera
o rara tía o prima te olvidaste
invitar a mi bautizo, de modo
que enviara a estas damas en vez suya
con cabezas cual huevos, que asintieron
y asintieron al fondo y a la izquierda
y a la cabezera de mi cuna?

madre, que me inventabas historietas
del oso patasnegras, oso heroíco,
oh madre, cuyas brujas siempre, siempre
acaban en pasteles de jengibre,
¿quién llamó a estas damas?
¿las expulsaste de mi lado
cuando, de noche y a mi cabecera
asentían sin voz sus testas calvas?

cuando en el viento las doce ventanas
crujían del despacho de mi padre
como burbujas que revientan, tú
nos dabas a mi hermano y a mí pastas
y nos llevabas luego al coro"thor
está enfadado ¡pum pum pum!, thor
está enfadado, ¡pues nos da lo mismo! "
pero esas damas rompían los cristales.

cuando bailaban de puntillas todas
las alumnas lucientes cual luciérnagas
cantando la canción de la falena
ni un pie siquiera levantar podía
yo, dentro del ropón, torpona, aparte
echábanme a la sombra aquellas feas
madrinas, tú llorabas y llorabas:
venía la sombra e íbanse las luces.

madre, me hiciste aprender el piano
y elogiabas mis trémoles, mis trinos,
aunque el maestro hallaba que mis dedos
eran de madera a pesar de las claves
y las horas de práctica, mi oído,
sordo a toda armonía , se volvía
inenseñable. aprendí en otros sitios,
de musas que tú, madre, no sabías.

desperté una mañana y te vi, madre
flotando sobre mí en el aire azul
sobre un globo tan verde que lucía
con un millón de pájaros y flores,
nunca, nunca jamás vistos por nadie.
pero el pequeño planeta alejóse
como burbuja y tú gritabas:¡ven!
y yo, rodeada de mis compañeros.

ahora noche, ahora día, y en el fondo
junto a la cabecera, me vigilan
con sus batas de piedra, inexpresivas
como cuando nací, sus sombras largas
al sol que nunca sale ni se pone.
y éste es el reino en que me naciste,
madre, madre, mas no te lo reprocho
ni haré traición a los que me acompañan.


papi


ya no, ya no,
ya no me sirves, zapato negro,
en el cual he vivido como un pie
durante treinta años, pobre y blanca,
sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.

papi: he tenido que matarte.
te moriste antes de que me diera tiempo…
pesado como el mármol, bolsa llena de dios,
lívida estatua con un dedo del pie gris,
del tamaño de una foca de san francisco.

y la cabeza en el atlántico extravagante
en que se vierte el verde legumbre sobre el azul
en aguas del hermoso nauset.
solía rezar para recuperarte.
ach, du.

en la lengua alemana, en la localidad polaca
apisonada por el rodillo
de guerras y más guerras.
pero el nombre del pueblo es corriente.
mi amigo polaco

dice que hay una o dos docenas.
de modo que nunca supe distinguir dónde
pusiste tu pie, tus raíces:
nunca me pude dirigir a ti.
la lengua se me pegaba a la mandíbula.

se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
ich, ich, ich, ich,
apenas lograba hablar:
creía verte en todos los alemanes.
y el lenguaje obsceno,

una locomotora, una locomotora
que me apartaba con desdén, como a un judío.
judío que va hacia dachau, auschwitz, belsen.
empecé a hablar como los judíos.
creo que podría ser judía yo misma.

las nieves del tirol, la clara cerveza de viena,
no son ni muy puras ni muy auténticas.
con mi abuela gitana y mi suerte rara
y mis naipes de tarot, y mis naipes de tarot,
podría ser algo judía.

siempre te tuve miedo,
con tu luftwaffe, tu jerga pomposa
y tu recortado bigote
y tus ojos arios, azul brillante.
hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú...

no dios, sino un esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
cada mujer adora a un fascista,
con la bota en la cara; el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.

estás de pie junto a la pizarra, papi,
en el retrato tuyo que tengo,
un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
pero no por ello menos diablo, no menos
el hombre negro que

me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
tenía yo diez años cuando te enterraron.
a los veinte traté de morir
para volver, volver, volver a ti.
supuse que con los huesos bastaría.

pero me sacaron de la tumba,
y me recompusieron con pegamento.
y entonces supe lo que había que hacer.

saqué de ti un modelo,
un hombre de negro con aire de meinkampf,

e inclinación al potro y al garrote.
y dije sí quiero, sí quiero.
de modo, papi, que por fin he terminado.
el teléfono negro está desconectado de raíz,
las voces no logran que críe lombrices.

si ya he matado a un hombre, que sean dos:
el vampiro que dijo ser tú
y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
siete años, si quieres saberlo.
ya puedes descansar, papi.

hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
bailan y patalean encima de ti.
siempre supieron que eras tú.
papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.

franz kafka (1883- 1924) // cuentos. un golpe a la puerta del cortijo

fué un caluroso día de verano. mi hermana y yo pasábamos frente a la puerta de un cortijo que estaba en el camino de regreso a casa. no sé si golpeó esa puerta por travesura o distracción. no sé si tan solo amenazó con el puño sin llegar a tocarla siquiera. cien metros mas adelante, junto al camino real que giraba a la izquierda, empezaba el pueblo. no lo conocíamos, pero al cruzar frente a la casa que estaba inmediatamente después de la primera, salieron de ahí unos hombres haciéndonos unas señas amables o de advertencia; estaban asustados, encogidos de miedo. señalaban hacia el cortijo y nos hacían recordar el golpe contra la puerta. los dueños nos denunciarían e inmediatamente comenzaría el sumario. yo permanecía calmo, tranquilizaba a mi hermana. posiblemente ni siquiera había tocado, y si en realidad lo había hecho, nadie podría acusarla por eso. intenté hacer entender esto a las personas que nos rodeaban; me escuchaban pero absteniéndose de emitir juicio alguno. después dijeron que no sólo mi hermana sino también yo sería acusado. yo asentía sonriente con la cabeza. todos volvíamos nuestra vista atrás, hacia el cortijo., tan atentamente como si se tratara de una lejana cortina de humo tras la cual fuera a aparecer un incendio. lo que pronto vimos, en realidad fue a unos jinetes que entraron por el portón del cortijo. una polvareda al levantarse, lo cubrió todo; solo brillaban las puntas de las enormes lanzas. apenas la tropa había desaparecido en el patio, cuando debió, al parecer, hacer dar vuelta a sus corceles, pues volvió a salir en dirección nuestra. aparté a mi hermana de un empellón, yo me encargaría de poner todo en orden. ella no quiso dejarme solo. le expliqué que para que se viera mejor vestida ante los señores debía, al menos, cambiarse de ropas. por fín me hizo caso e inició el largo camino a casa. ya estaban los jinetes junto a nosotros y casi al tiempo de apearse preguntaron por mi hermana. "no está aquí de momento" fue la temerosa respuesta, "pero vendrá mas tarde". la contestación se recibió con indiferencia. parecía que ante todo, lo importante era haberme hallado. destacaban, de entre ellos, el juez, un hombre joven y vivaz, y su silencioso ayudante llamado assmann. me invitaron a pasar a la taberna campesina. lentamente, balanceando la cabeza, jugando con los tiradores, comencé a caminar bajo las miradas severas de los señores. aún creía que una sola palabra sería suficiente para que yo, que vivía en la ciudad, fuese liberado, incluso con honores, en ese pueblo campesino. pero luego de atravesar el umbral de la puerta, pude escuchar al juez que se acercó a recibirme: "este hombre me da lástima". sin duda alguna, no se refería con esto a mi estado actual sino a lo que me esperaba en el futuro. la habitación se parecía mas a la celda de una prisión que a una taberna rural. de las grandes losas de la pared, oscura y sin adornos, pendía, en alguna parte, una argolla de hierro, y en el centro de la habitación algo que era medio catre y medio mesa de operaciones.
podría yo respirar otros aires que los de una cárcel?. he aquí el gran dilema. o, mejor dicho, lo que sería el gran dilema, si yo tuviera alguna perspectiva de ser dejado en libertad.

franz kafka (1883 - 1924) // cuentos. ante la ley

ante la ley hay un guardián. hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. el hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde.
-es posible -dice el guardián-, pero ahora, no.
las puertas de la ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. cuando el guardián lo advierte, ríe y dice:
-si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. pero recuerda esto: yo soy poderoso. y yo soy sólo el último de los guardianes. de sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero.
el campesino no había previsto semejantes dificultades. después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. el guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. allí permanece el hombre días y años. muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. el guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. el hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo –hasta lo más valioso- en sobornar al guardián. este acepta todo, pero siempre repite lo mismo:
-lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo.
durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la ley. durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. pro en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la ley. ya no le resta mucha vida. antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse.
e guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino.
-¿que quieres saber ahora? –pregunta el guardián-. eres insaciable.
-todos buscan la ley –dice el hombre-. ¿y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella?
el guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras.
-nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.

daisaku ikeda (1928 - ) // el talento

el talento es algo mucho más amplio
que la capacidad de escribir bien,
de componer música o de brillar en los deportes.
para empezar, digamos que existen muchas clases de talento.
yo conozco personas
con una capacidad extraordinaria para hablar;
para hacer amigos en cualquier parte;
para amenizar un ambiente
y hacer que todos se sientan bien...
he conocido personas con un don especial para vender;
con un sentido del humor fuera de lo común;
con una paciencia admirable para cuidar a los enfermos.
hay gente que sabe
arreglárselas de un modo increíble con poco dinero;
otros tienen una puntualidad infalible.
y, si vamos más lejos, todos conocemos personas
que sobresalen por su paciencia a toda prueba;
por su tremenda bondad,
por su optimismo infinito.
hay gente absolutamente confiable,
que nunca defrauda a los demás...

algunas personas siempre están dispuestas
a encarar nuevos desafíos, con un entusiasmo contagioso;
otros tienen un admirable grado de compromiso
con la causa de la paz;
hay gente que, con su sola presencia, hace sentir feliz al resto...

al fin de cuentas,
el cerezo no puede ser sino cerezo;
el ciruelo, sólo ciruelo;
y lo mismo cabe decir del melocotón y del albaricoque,
tal como señala el daishonin en sus escritos.
lo importante es que hagan florecer plenamente
la flor de su propia vida,
de la manera que les resulte más auténtica,
sin dejar de ser fieles a sí mismos.

sin lugar a dudas, todos llevan un tesoro consigo;
todos tienen un talento innato.
la cuestión es cómo descubrirlo...
el único camino está en sumar esfuerzo al esfuerzo,
en desafiarse a más no poder,
hasta el límite de sus posibilidades.
sólo entonces se revela el propio potencial, así
se trate del estudio, del deporte o
de cualquier otra actividad en la que debamos desarrollarnos.

jorge luis borges (1899 - 1986) // la casa de asterión

y la reina dio a luz un hijo que se llamó asterión.
apolodoro, biblioteca, III, 1

sé que me acusan de soberbio, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)1 están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. que entre el que quiera. no hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero sí la quietud y la soledad. asimismo hallará una casa como no hay otra sobre la faz de la tierra. (mientan los que declaran qque en egipto hay una parecida). hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. otra especie ridícula es que yo, asterión, soy un prisionero. ?repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieran las caras de la plebe, caras decoloridas y aplanadas, como la mano abierta. ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. la gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaraban al estrilóbato del templo de las hachas, otros juntaban piedras. alguno, creo, se ocultó bajo el mar. no en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
el hecho es que soy único. no me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pìenso que nada es comunicable por el arte de la escritura. las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido ña diferencia entre una letra y otra. cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. a veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
claro que no me faltan distracciones. semejante al carnero que va  aembestir, coror por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. meagazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. hay azoteas desde la que me dejo caer, hasta ensangrentarme. a cualquier hora puedo jugar a que estoy ormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. ( aveces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro asterión. finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. con grandes reverencias le digo: ahora volvemos a la encrucijada anterior o ahora desenbocamos en otro patio o bien decía yo que te gustaría la cabaleta o ahora verás una cisterna que se llenó de arena o ya verás como el sótano se bifurca. a veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
no sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. no hay aljibe, un patio, un abrevadero,, un pesebre: son catorceson inifinitos) los mares y los templos. todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, asterión. quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegramente a buscarlos. la ceremonia dura pocos minutos. uno trs otro caen sin que yo me ensangriente las manos, donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre le polvo. si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿ será un toro o un hombre? ¿será tal vez un toro con cara de hombre? ¿ o será como yo?

el sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿lo creerás, ariadna? -dijo teseo_. el minotauro apenas se defendió.

                                                                                                                   a marta mosquera eastman

1 el original dice catorce pero sobran motivos para inferir que, en boca de asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.