martes, 12 de abril de 2011

jorge luis borges (1899 - 1986) // la casa de asterión

y la reina dio a luz un hijo que se llamó asterión.
apolodoro, biblioteca, III, 1

sé que me acusan de soberbio, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)1 están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. que entre el que quiera. no hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero sí la quietud y la soledad. asimismo hallará una casa como no hay otra sobre la faz de la tierra. (mientan los que declaran qque en egipto hay una parecida). hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. otra especie ridícula es que yo, asterión, soy un prisionero. ?repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieran las caras de la plebe, caras decoloridas y aplanadas, como la mano abierta. ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. la gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaraban al estrilóbato del templo de las hachas, otros juntaban piedras. alguno, creo, se ocultó bajo el mar. no en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
el hecho es que soy único. no me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pìenso que nada es comunicable por el arte de la escritura. las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido ña diferencia entre una letra y otra. cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. a veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
claro que no me faltan distracciones. semejante al carnero que va  aembestir, coror por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. meagazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. hay azoteas desde la que me dejo caer, hasta ensangrentarme. a cualquier hora puedo jugar a que estoy ormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. ( aveces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro asterión. finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. con grandes reverencias le digo: ahora volvemos a la encrucijada anterior o ahora desenbocamos en otro patio o bien decía yo que te gustaría la cabaleta o ahora verás una cisterna que se llenó de arena o ya verás como el sótano se bifurca. a veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
no sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. no hay aljibe, un patio, un abrevadero,, un pesebre: son catorceson inifinitos) los mares y los templos. todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, asterión. quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegramente a buscarlos. la ceremonia dura pocos minutos. uno trs otro caen sin que yo me ensangriente las manos, donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre le polvo. si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿ será un toro o un hombre? ¿será tal vez un toro con cara de hombre? ¿ o será como yo?

el sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿lo creerás, ariadna? -dijo teseo_. el minotauro apenas se defendió.

                                                                                                                   a marta mosquera eastman

1 el original dice catorce pero sobran motivos para inferir que, en boca de asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.

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