sábado, 2 de junio de 2012

jean-paul sartre ( francia, 1905 - 1980) // qué es la literatura (frag.)


qué es la literatura (frag.)

" e
l poeta en cada palabra, por el solo efecto de la actitud poética, realiza las metáforas en las que soñaba picasso cuando deseaba hacer una caja de fósforos que fuera toda ella un murciélago sin dejar de ser una caja de fósforos. florencia es ciudad, flor y mujer y es también ciudad-flor, ciudad-mujer y muchacha-flor. y el extraño objeto que se muestra así posee la liquidez del río y el dulce ardor leonado del oro, y, para terminar, se abandona con decencia, y prolonga indefinidamente, por medio del debilitamiento continuo la e muda, su sereno regocijo saturado de reservas. a esto ha de añadirse el esfuerzo insidioso de la biografía. para mí, florencia es también cierta mujer, una actriz norteamericana que actuaba en las películas mudas de mi infancia y de la que he olvidado todo, salvo que era larga como un guante de baile, que siempre estaba un poco cansada y era casta, que siempre representaba papeles de esposa incomprendida y que se llamaba florencia y yo la amaba. porque la palabra, que arranca al prosista de sí mismo y lo lanza al mundo, devuelve al poeta, como un espejo, su propia imagen. esto es lo que justifica la doble empresa de leiris, quien por un lado, en su glossaire, trata de dar a ciertas palabras una definición poética, es decir, que sea por sí misma una síntesis de implicaciones recíprocas entre el cuerpo sonoro y el alma verbal y, por otro, en una obra todavía inédita, se lanza a la busca del tiempo perdido, tomando como guías ciertas palabras especialmente cargadas para él de valor afectivo. así, pues, la palabra poética es un microcosmos. la crisis del lenguaje que se produjo a comienzos del siglo fuen una crisis poética. sean cuales fueren los factores sociales e históricos que la produjeron, esta crisis se manifestó por accesos de despersonalización del escritor ante las palabras. no sabía servirse de ellas y, según la célebre fórmula de bergson, sólo las reconocía a medias; se acercaba a ellas con una sensación de extrañeza verdaderamente fructuosa: ya no le pertenecían, ya no eran para él, pero, en esos espejos desconocidos, se reflejaban el cielo, la tierra y la propia vida. y, finalmente, se convertían en las cosas mismas o, mejor dicho, en el corazón negro de las cosas.
(...)
pero este esquema no tiene nada de común con eso que llaman ordinariamente un esquema verbal: no preside la construcción de un significado. se acercaría más bien al proyecto creador por el que picasso predetermina en el espacio, antes incluso de tocar su pincel, esa cosa que se convertirá en un saltimbanqui o un arlequín. huir, huir allá, advierto que hay pájaros borrachos, pero, oh, corazón mío, oye el canto de los marineros. "

allen ginsberg (estados unidos, 1926 - 1997) // poemas / sutra del girasol - transcripción de música de órgano - un supermercado en california

sutra del girasol

caminé por las orillas del muelle de latas y bananas y me senté bajo
la inmensa sombra de una locomotora de la Southern

pacific para observar el ocaso sobre las colinas de casas
como cajas de zapatos y llorar.
jack kerouac estaba sentado junto a mí sobre un poste de hierro,
roto y herrumbroso, compañero, pensábamos los mismos
pensamientos del alma, desolados y sombríos y con la
mirada triste, rodeados por las nudosas raíces de acero de
árboles de maquinaria.
la aceitosa agua del río reflejaba el cielo enrojecido, el sol se hundió
sobre los picos finales de frisco, no hay peces en ese
arroyo, no hay ermitaño en esos montes, tan sólo nosotros
mismos con ojos legañosos y resaca como viejos vagabundos
en la ribera del río, cansados y taimados.
fíjate en el girasol, dijo él, había una sombra gris y muerta
recortándose contra el cielo, grande como un hombre,
erguida seca en lo alto de una montaña de viejísimo
serrín —
— subí encantado atropelladamente — era mi primer girasol, recuerdos
de blake — mis visiones — harlem
e infiernos de los ríos del este, puentes campaneantes grasientos
sandwiches de Joe, difuntos coches de niño, ruedas negras
y sin dibujo olvidadas y sin recauchutar, el poema de la
ribera, condones y cacerolas, cuchillos de acero, nada
inoxidable, sólo el hediondo cieno y los artefactos afilados
como cuchillas en tránsito hacia el pasado —
y el Girasol gris apostado contra el ocaso, resquebrajable desolado y
polvoriento con el tizne y la contaminación y el humo dantiguas locomotoras en su ojo —
corola de indistintas púas dobladas y rotas como una corona
machacada, las semillas caídas de su faz, boca que
prontamente estará desdentada de soleado aire, rayos de
sol obliterados sobre su peluda cabeza como una reseca
tela de araña de alambre,
hojas extendidas como brazos saliendo del tallo, gesticulaciones de la
raíz de serrín, trozos rotos de yeso caídos de las negras
ramitas, una mosca muerta en su oreja,
qué cosa impía y machacada eras, mi girasol. ¡oh mi alma, te amé
entonces!
la mugre no era mugre de hombre alguno sino muerte y humanas
locomotoras,
todo aquel traje de polvo, aquel velo de oscurecida piel de vía férrea,
aquella polución de la mejilla, aquel párpado de negra
miseria, aquella enhollinada mano o falo o protuberancia
de algo artificial peor que la mugre — industrial — moderno—
toda aquella civilización moteando tu delirante
áurea corona —
y aquellos desolados pensamientos de muerte y polvorientos ojos sin
amor y extremos y raíces resecas debajo, en el amontonamiento-
hogar de arena y serrín, billetes de a dólar de
goma, pellejas de maquinaria, las tripas y entrañas del
sollozante y doliente automóvil, las vacías y solitarias latas
con sus oxidadas lenguas ¡ay!, qué más podría yo citar, las
ahumadas cenizas de algún cigarro pene, los coños de las
carretillas y los lechosos pechos de los automóviles, culos
desgastados de sillas & esfínteres de dinamos — todos
éstos enredados entre tus momificadas raíces — ¡y tú ahí



erguido ante mí en la puesta del sol, toda tu gloria en tu
forma!
¡una perfecta muestra de belleza de girasol! ¡una perfecta excelente
adorable existencia de girasol! ¡un dulce ojo natural para
la nueva luna enrollada despertó vivo y excitado aferrando
en las sombras del ocaso la mensual brisa dorada del
amanecer!
¿cuántas moscas zumbaron a tu alrededor inocentes de tu mugre,
mientras maldecías a los cielos del ferrocarril y de tu alma
de flor?
¿pobre flor muerta? ¿cuándo olvidaste que eras una flor? ¿cuándo
miraste tu piel y decidiste que eras una sucia y vieja
locomotora impotente? ¿el fantasma de una locomotora?
¿el espectro y la sombra de una otrora poderosa y demente
locomotora americana?
jamás fuiste una locomotora, girasol, ¡fuiste un girasol!
y tú locomotora, tú eres una locomotora, ¡no olvides lo que te digo!
de modo que arranqué el girasol delgado como un esqueleto y lo
sujeté a mi costado como un cetro,
y entono mi sermón frente a mi alma, y también frente a la de Jack,
y de la de quienquiera que desee oírlo,
— no somos nuestra piel mugrienta, no somos nuestra desolada
terrible polvorienta locomotora sin imagen, todos somos
hermosísimos girasoles dorados en nuestro interior, estamos
benditos por nuestra propia semilla & nuestros
dorados y peludos desnudos cuerpos de logro que crecen
para transformarnos en dementes girasoles formales en el
ocaso, espiados por nuestros ojos bajo la sombra de la
loca locomotora ocaso de ribera en Frisco visión colínica
de latas al anochecer sentados.

transcripción de música de órgano



la flor del frasco de cacahuetes que estaba antes en la cocina est
retorcida en busca de un lugar donde haya luz,
la puerta del armario se abrió, ya que lo utilicé antes, gentilmente
ha permanecido abierta esperándome a mí, su dueño.
comencé a sentir mi miseria en el jergón sobre el suelo, escuchando
música, mi miseria, es por eso por lo que deseo
cantar.
la habitación se cerró sobre mí, yo esperaba la presencia del Creador,
vi las paredes y el techo pintados de gris, contenían mi
habitación, me contenían a mí
de la misma forma en que el cielo contenía mi jardín,
abrí la puerta
la parra virgen trepaba por el poste del porche, las hojas
en la noche seguían aún en el lugar en el que las había situado el
día, las cabezas de animal de las flores donde habían surgido
para pensar hacia el sol
¿puedo acaso recuperar las palabras? ¿acaso el pensamiento
o la transcripción nublarán la visión de mi avizor ojomental?
la bondadosa búsqueda de crecimiento,
el gracioso deseode existir de las flores,
mi casi éxtasis por vivir entre ella
el privilegio de ser testigo de mi existencia —también tú
debes buscar el sol...
mis libros apilados ante mi para que los use
esperando en el espacio donde los situé, no han desaparecido,
el tiempo ha dejado atrás sus remanentes y cualidades para que
yo las utilice — mis palabras amontonadas, mis textos, mis manuscritos,
mis amores.
tuve un instante de clarividencia, presencié el sentimiento
en el corazón de las cosas, salí caminando al jardín con los ojos
anegados en lágrimas.
vi los rojos capullos a la luz de la noche, el sol se ha ido,
todos habían crecido, en un momento, y estaban esperando inmóviles
en el tiempo esperando a que el sol del día naciera y les otorgara...
flores que como en un sueño en el ocaso yo regaba
fielmente sin saber cuánto las amaba.
estoy tan solo en mi gloria — excepto que ellos están
también ahí fuera. alcé la mirada — esos rojos capullos de arbusto
que me llaman y se asoman a la ventana esperando con ciego amor,
también sus hojas tienen esperanza y están vueltas hacia el cielo para
recibir — toda la creación está abierta para recibir — la propia y
plana tierra.
la música desciende, como lo hace el esbelto tallo
arqueado por el pesado capullo, porque tiene que hacerlo, para
permanecer viva, para continuar hasta la última gota de felicidad.
el mundo conoce el amor que anida en su pecho como en
la flor, el sufriente y solitario mundo.
el padre es misericordioso.
el enchufe de la luz está toscamente fijado al techo,
después que la casa fuera construida, para recibir un enchufe que
encaja en él y que da ahora servicio a mi fonógrafo...


un supermercado en california

qué cosas pienso de ti esta noche, walt whitman, porque caminé
por las calles laterales, bajo los árboles con dolor de cabeza y
consciencia de mí mismo mirando la luna llena.
en mi hambriento cansancio, y en busca de imágenes que
comprar, entré al supermercado de frutas de neón, soñando con tus
enumeraciones!
¡Qué melocotones y qué penumbras! ¡familias al completo
haciendo la compra por la noche! ¡pasillos llenos de maridos!
¡esposas donde los aguacates, bebés donde los tomates! — y tú,
garcía lorca, ¿qué estabas haciendo tú allá abajo junto a las sandías?
te vi walt whitman, sin hijos, viejo mendigo solitario, hurgando
entre las carnes del refrigerador y echándole el ojo a los
muchachos de las verduras.
te oí hacerles preguntas a todos: ¿quién mató las chuletas de
cerdo? ¿qué valen los plátanos? ¿acaso eres tú mi ángel?
yo anduve entrando y saliendo de entre las brillantes montañas
de latas siguiéndote, perseguido en mi imaginación por el detective
del almacén.
caminamos a grandes zancadas por los abiertos corredores,
juntos en nuestro solitario capricho catando alcachofas, poseyendo
cada una de las exquisiteces congeladas, y sin pasar ni una sola vez
por caja.
¿a dónde nos dirigimos, walt whitman? las puertas se cierran
dentro de una hora. ¿en qué dirección apunta tu barba esta noche?
(toco tu libro y sueño en nuestra odisea en el supermercado y
me siento absurdo.)
¿caminaremos acaso durante toda la noche a través de solitarias
calles? los árboles añaden sombras a las sombras, las luces de las
casas están apagadas, los dos nos vamos a sentir muy solos.
¿caminaremos acaso soñando en la perdida américa del amor
mientras pasamos junto a azules automóviles aparcados en caminos
particulares, camino de vuelta a nuestra silenciosa casa?
ah, querido padre, barbagrís, solitario y viejo maestro del coraje
¿con qué américa te encontraste cuando caronte dejó de empujar con
la pértiga su bote y tomaste tierra en una humeante ribera y
permaneciste observando cómo desaparecía el bote en las negras aguas
del leteo?
berkeley, 1955


miércoles, 30 de mayo de 2012

giovanni battista pergolesi (italia, 1710 - 1736) // stabat mater - sabina puertolas (soprano) - vivica genaux (mezzosoprano).

claudio monteverdi (italia, 1567 - 1643) // lamento d'arianna - madrigales - libro VI

claire lefilliâtre ( francia ) // lamento della ninfa (claudio monteverdi, italia, 1567 - 1643)

bernarda fink (argentina, 1955 - ) // lamento della ninfa (claudio monteverdi, italia, 1567 - 1643))