sábado, 21 de mayo de 2011

envasadosalvacio - convocatorias 2011 // se busca asistente de dirección y coreográfico/a para compañía teatral.

• asunto:
envasadosalvacio, sociedad experimental de teatro, inicia proceso de selección de asistente de dirección y coreógrafo/a para obra con trabajo experimental previo… lo que se busca en esta oportunidad son las personas que realizarán dicho proyecto.

requisitos:

asistente de dirección:
estudiante de dirección (no excluyente)
experiencia previa en obras teatrales tanto en proceso como en funciones a público.
apacidad organizacional, habilidad para dirigir grupos, buen trato hacia personas.
conocimientos teatrales previos dirigidos hacia paradigmas teatrales dictados por meyerhold, artaud, barba, grotowki, kantor.


asistente coreográficoo/a

persona con experiencia previa.
con capacidad para proponer y/o sugerir los mejores, más apropiados y elegantes movimientos para crear partitura coreográfica de cada uno de los episodios que contiene la obra, capaz de pulir desplazamientos y darle plasticidad a los mismos. también capacidad de proponer el entrenamiento adecuado para el trabajo requerido.
ambos con disponibilidad horaria y ganas de integrar equipo de trabajo serio.
el trabajo se realiza en cooperativa.

sólo personas con un verdadero compromiso artístico son invitados responder esta convocatoria. A los interesados favor enviar mail con cv adjunto y foto de referencia, en el asunto cargo al cual postulan a: professionaltheatre@gmail.com

viernes, 20 de mayo de 2011

mina (mina anna mazzini, 1940 - ) // amado mio

rita hayworth ( 1918 - 1987) // amado mio ( gilda, 1946)

grace jones (1948 - ) // amado mío (festival d everona, 1989)

natalie wood (natalia nikolaevna zakharenko (1938 - 1981) // let me entertain you - gypsy, 1962)

rosalind russell (1907 - 1976) // some people - gypsy, 1962

a chorus line // mikhail baryshnikov with a chorus line one finale

a chorus line (Richard attenborough, 1985) // one (finale)

a chorus line, 1975) // what i did for love

jueves, 19 de mayo de 2011

felisberto hernández (1902 - 1964) // sobre sus cuentos

sobre sus cuentos

obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos.
no son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. eso me sería antipático. no son dominados por una teoría de la conciencia. eso me sería extremadamente antipático. preferiría decir que esa intervención es misteriosa. mis cuentos no tienen estructuras lógicas. a pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. en un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. la empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. sería feliz si esta idea no fracasara del todo. sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. no sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda.

felisberto hernández (1902 - 1964) // cuentos. 2 - muebles "el canario"

muebles "el canario"
la propaganda de estos muebles me tomó desprevenido. yo había ido a pasar un mes de vacaciones a un lugar cercano y no había querido enterarme de lo que ocurriera en la ciudad. cuando llegué de vuelta hacía mucho calor y esa misma noche fui a una playa. volvía a mi pieza más bien temprano y un poco malhumorado por lo que me había ocurrido en el tranvía. lo tomé en la playa y me tocó sentarme en un lugar que daba al pasillo. como todavía hacía mucho calor, había puesto mi saco en las rodillas y traía los brazos al aire, pues mi camisa era de manga corta. entre las personas que andaban por el pasillo hubo una que de pronto me dijo:
-con su permiso, por favor...
y yo respondí con rapidez:
-es de usted.
pero no sólo no comprendí lo que pasaba sino que me asusté. en ese instante ocurrieron muchas cosas. la primera fue que aun cuando ese señor no había terminado de pedirme permiso, y mientras yo le contestaba, él ya me frotaba el brazo desnudo con algo frío que no sé por qué creí que fuera saliva. y cuando yo había terminado de decir "es de usted" ya sentí un pinchazo y vi una jeringa grande con letras. al mismo tiempo una gorda que iba en otro asiento decía:
-después a mí.
yo debo haber hecho un movimiento brusco con el brazo porque el hombre de la jeringa dijo:
-¡ah!, lo voy a lastimar... quieto un...
pronto sacó la jeringa en medio de la sonrisa de otros pasajeros que habían visto mi cara. después empezó a frotar el brazo de la gorda y ella miraba operar muy complacida. a pesar de que la jeringa era grande, sólo echaba un pequeño chorro con un golpe de resorte. entonces leí las letras amarillas que había a lo largo del tubo: muebles "el canario". después me dio vergüenza preguntar de qué se trataba y decidí enterarme al otro día por los diarios. pero apenas bajé del tranvía pensé: "no podrá ser un fortificante; tendrá que ser algo que deje consecuencias visibles si realmente se trata de una propaganda." sin embargo, yo no sabía bien de qué se trataba; pero estaba muy cansado y me empeciné en no hacer caso. de cualquier manera estaba seguro de que no se permitiría dopar al público con ninguna droga. antes de dormirme pensé que a lo mejor habrían querido producir algún estado físico de placer o bienestar. todavía no había pasado al sueño cuando oí en mí el canto de un pajarito. no tenía la calidad de algo recordado ni del sonido que nos llega de afuera. era anormal como una enfermedad nueva; pero también había un matiz irónico; como si la enfermedad se sintiera contenta y se hubiera puesto a cantar. estas sensaciones pasaron rápidamente y en seguida apareció algo más concreto: oí sonar en mi cabeza una voz que decía:
-hola, hola; transmite difusora "el canario"... hola, hola, audición especial. Las personas sensibilizadas para estas transmisiones... etc., etc.
todo esto lo oía de pie, descalzo, al costado de la cama y sin animarme a encender la luz; había dado un salto y me había quedado duro en ese lugar; parecía imposible que aquello sonara dentro de mi cabeza. me volví a tirar en la cama y por último me decidí a esperar. ahora estaban pasando indicaciones a propósito de los pagos en cuotas de los muebles "el canario". y de pronto dijeron:
-como primer número se transmitirá el tango...
desesperado, me metí debajo de una cobija gruesa; entonces oí todo con más claridad, pues la cobija atenuaba los ruidos de la calle y yo sentía mejor lo que ocurría dentro de mi cabeza. en seguida me saqué la cobija y empecé a caminar por la habitación; esto me aliviaba un poco pero yo tenía como un secreto empecinamiento en oír y en quejarme de mi desgracia. me acosté de nuevo y al agarrarme de los barrotes de la cama volví a oír el tango con más nitidez.
al rato me encontraba en la calle: buscaba otros ruidos que atenuaran el que sentía en la cabeza. pensé comprar un diario, informarme de la dirección de la radio y preguntar qué habría que hacer para anular el efecto de la inyección. pero vino un tranvía y lo tomé. a los pocos instantes el tranvía pasó por un lugar donde las vías se hallaban en mal estado y el gran ruido me alivió de otro tango que tocaban ahora; pero de pronto miré para dentro del tranvía y vi otro hombre con otra jeringa; le estaba dando inyecciones a unos niños que iban sentados en asientos transversales. fui hasta allí y le pregunté qué había que hacer para anular el efecto de una inyección que me habían dado hacía una hora. él me miró asombrado y dijo:
-¿no le agrada la transmisión?
-absolutamente.
-espere unos momentos y empezará una novela en episodios.
-horrible -le dije.
él siguió con las inyecciones y sacudía la cabeza haciendo una sonrisa. yo no oía más el tango. ahora volvían a hablar de los muebles. por fin el hombre de la inyección me dijo:
-señor, en todos los diarios ha salido el aviso de las tabletas "el canario". si a usted no le gusta la transmisión se toma una de ellas y pronto.
-¡pero ahora todas las farmacias están cerradas y yo voy a volverme loco!
en ese instante oí anunciar:
-y ahora transmitiremos una poesía titulada "mi sillón querido", soneto compuesto especialmente para los muebles "el canario".
después el hombre de la inyección se acercó a mí para hablarme en secreto y me dijo:
-yo voy a arreglar su asunto de otra manera. le cobraré un peso porque le veo cara honrada. si usted me descubre pierdo el empleo, pues a la compañía le conviene más que se vendan las tabletas.
yo le apuré para que me dijera el secreto. entonces él abrió la mano y dijo:
-venga el peso.
y después que se lo di agregó:
-dese un baño de pies bien caliente.

felisberto hernández (1902 - 1964) // cuentos. 1 - nadie encendía las luces

nadie encendía las lámparas

hace mucho tiempo leía yo un cuento en una sala antigua. al principio entraba por una de las persianas un poco de sol. después se iba echando lentamente encima de algunas personas hasta alcanzar una mesa que tenía retratos de muertos queridos. a mí me costaba sacar las palabras del cuerpo como de un instrumento de fuelles rotos. en las primeras sillas estaban dos viudas dueñas de casa; tenían mucha edad, pero todavía les abultaba bastante el pelo de los moños. yo leía con desgano y levantaba a menudo la cabeza del papel; pero tenía que cuidar de no mirar siempre a una misma persona; ya mis ojos se habían acostumbrado a ir a cada momento a la región pálida que quedaba entre el vestido y el moño de una de las viudas. era una cara quieta que todavía seguiría recordando por algún tiempo un mismo pasado. en algunos instantes sus ojos parecían vidrios ahumados detrás de los cuales no había nadie. de pronto yo pensaba en la importancia de algunos concurrentes y me esforzaba por entrar en la vida del cuento. una de las veces que me distraje vi a través de las persianas moverse palomas encima de una estatua. después vi, en el fondo de la sala, una mujer joven que había recostado la cabeza contra la pared; su melena ondulada estaba muy esparcida y yo pasaba los ojos por ella como si viera una planta que hubiera crecido contra el muro de una casa abandonada. a mí me daba pereza tener que comprender de nuevo aquel cuento y transmitir su significado; pero a veces las palabras solas y la costumbre de decirlas producían efecto sin que yo interviniera y me sorprendía la risa de los oyentes. ya había vuelto a pasar los ojos por la cabeza que estaba recostada en la pared y pensé que la mujer acaso se hubiera dado cuenta; entonces, para no ser indiscreto, miré hacia la estatua. aunque seguía leyendo, pensaba en la inocencia con que la estatua tenía que representar un personaje que ella misma no comprendería. tal vez ella se entendería mejor con las palomas: parecía consentir que ellas dieran vueltas en su cabeza y se posaran en el cilindro que el personaje tenía recostado al cuerpo. de pronto me encontré con que había vuelto a mirar la cabeza que estaba recostada contra la pared y que en ese instante ella había cerrado los ojos. después hice el esfuerzo de recordar el entusiasmo que yo tenía las primeras veces que había leído aquel cuento; en él había una mujer que todos los días iba a un puente con la esperanza de poder suicidarse. pero todos los días surgían obstáculos. mis oyentes se rieron cuando en una de las noches alguien le hizo una proposición y la mujer, asustada, se había ido corriendo para su casa.
la mujer de la pared también se reía y daba vuelta la cabeza en el muro como si estuviera recostada en una almohada. yo ya me había acostumbrado a sacar la vista de aquella cabeza y ponerla en la estatua. quise pensar en el personaje que la estatua representaba; pero no se me ocurría nada serio; tal vez el alma del personaje también habría perdido la seriedad que tuvo en vida y ahora andaría jugando con las palomas. me sorprendí cuando algunas de mis palabras volvieron a causar gracia; miré a las viudas y vi que alguien se había asomado a los ojos ahumados de la que parecía más triste. en una de las oportunidades que saqué la vista de la cabeza recostada en la pared, no miré la estatua sino a otra habitación en la que creí ver llamas encima de una mesa; algunas personas siguieron mi movimiento; pero encima de la mesa sólo había una jarra con flores rojas y amarillas sobre las que daba un poco de sol.
al terminar mi cuento se encendió el barullo y la gente me rodeó; hacían comentarios y un señor empezó a contarme un cuento de otra mujer que se había suicidado. él quería expresarse bien pero tardaba en encontrar las palabras; y además hacía rodeos y digresiones. yo miré a los demás y vi que escuchaban impacientes; todos estábamos parados y no sabíamos qué hacer con las manos. se había acercado la mujer que usaba esparcidas las ondas del pelo. después de mirarla a ella, miré la estatua. yo no quería el cuento porque me hacía sufrir el esfuerzo de aquel hombre persiguiendo palabras: era como si la estatua se hubiera puesto a manotear las palomas.
la gente que me rodeaba no podía dejar de oír al señor del cuento; él lo hacía con empecinamiento torpe y como si quisiera decir: "soy un político, sé improvisar un discurso y también contar un cuento que tenga su interés".
entre los que oíamos había un joven que tenía algo extraño en la frente: era una franja oscura en el lugar donde aparece el pelo; y ese mismo color -como el de una barba tupida que ha sido recién afeitada y cubierta de polvos- le hacía grandes entradas en la frente. miré a la mujer del pelo esparcido y vi con sorpresa que ella también me miraba el pelo a mí. y fue entonces cuando el político terminó el cuento y todos aplaudieron. yo no me animé a felicitarlo y una de las viudas dijo: "siéntense, por favor" todos lo hicimos y se sintió un suspiro bastante general; pero yo me tuve que levantar de nuevo porque una de las viudas me presentó a la joven del pelo ondeado: resultó ser sobrina de ella. me invitaron a sentarme en un gran sofá para tres; de un lado se puso la sobrina y del otro el joven de la frente pelada. Iba a hablar la sobrina, pero el joven la interrumpió. había levantado una mano con los dedos hacia arriba -como el esqueleto de un paraguas que el viento hubiera doblado- y dijo:
-adivino en usted un personaje solitario que se conformaría con la amistad de un árbol.
yo pensé que se había afeitado así para que la frente fuera más amplia, y sentí maldad de contestarle:
-no crea; a un árbol, no podría invitarlo a pasear.
los tres nos reímos. él echó hacia atrás su frente pelada y siguió:
-es verdad; el árbol es el amigo que siempre se queda.
las viudas llamaron a la sobrina. ella se levantó haciendo un gesto de desagrado; yo la miraba mientras se iba, y sólo entonces me di cuenta que era fornida y violenta. al volver la cabeza me encontré con un joven que me fue presentado por el de la frente pelada. estaba recién peinado y tenía gotas de agua en las puntas del pelo. una vez yo me peiné así, cuando era niño, y mi abuela me dijo: "parece que te hubieran lambido las vacas." el recién llegado se sentó en el lugar de la sobrina y se puso a hablar.
-¡ah, dios mío, ese señor del cuento, tan recalcitrante!
de buena gana yo le hubiera dicho: "¿y usted?, ¿tan femenino?" pero le pregunté:
-¿cómo se llama?
-¿quién?
-el señor... recalcitrante.
-ah, no recuerdo. tiene un nombre patricio. es un político y siempre lo ponen de miembro en los certámenes literarios.
yo miré al de la frente pelada y él me hizo un gesto como diciendo: "'¡y qué le vamos a hacer!"
cuando vino la sobrina de las viudas sacó del sofá al "femenino" sacudiéndolo de un brazo y haciéndole caer gotas de agua en el saco. y enseguida dijo:
-no estoy de acuerdo con ustedes.
-¿por qué?
-...y me extraña que ustedes no sepan cómo hace el árbol para pasear con nosotros.
-¿cómo?
-se repite a largos pasos.
le elogiamos la idea y ella se entusiasmó:
-se repite en una avenida indicándonos el camino; después todos se juntan a lo lejos y se asoman para vernos; y a medida que nos acercamos se separan y nos dejan pasar.
ella dijo todo esto con cierta afectación de broma y como disimulando una idea romántica. el pudor y el placer la hicieron enrojecer. aquel encanto fue interrumpido por el femenino:
-sin embargo, cuando es la noche en el bosque, los árboles nos asaltan por todas partes; algunos se inclinan como para dar un paso y echársenos encima; y todavía nos interrumpen el camino y nos asustan abriendo y cerrando las ramas.
la sobrina de las viudas no se pudo contener.
-¡jesús, pareces blancanieves!
y mientras nos reíamos, ella me dijo que deseaba hacerme una pregunta y fuimos a la habitación donde estaba la jarra con flores. ella se recostó en la mesa hasta hundirse la tabla en el cuerpo; y mientras se metía las manos entre el pelo, me preguntó:
-dígame la verdad: ¿por qué se suicidó la mujer de su cuento?
-¡oh!, habría que preguntárselo a ella.
-y usted, ¿no lo podría hacer?
-sería tan imposible como preguntarle algo a la imagen de un sueño.
ella sonrió y bajó los ojos. entonces yo pude mirarle toda la boca, que era muy grande. el movimiento de los labios, estirándose hacia los costados, parecía que no terminaría más; pero mis ojos recorrían con gusto toda aquella distancia de rojo húmedo. tal vez ella viera a través de los párpados; o pensara que en aquel silencio yo no estuviera haciendo nada bueno, porque bajó mucho la cabeza y escondió la cara. ahora mostraba toda la masa del pelo; en un remolino de las ondas se le veía un poco de la piel, y yo recordé a una gallina que el viento le había revuelto las plumas y se le veía la carne. yo sentía placer en imaginar que aquella cabeza era una gallina humana, grande y caliente; su calor sería muy delicado y el pelo era una manera muy fina de las plumas.
vino una de las tías -la que no tenía los ojos ahumados- a traernos copitas de licor. la sobrina levantó la cabeza y la tía le dijo:
-hay que tener cuidado con éste; mira que tiene ojos de zorro.
volví a pensar en la gallina y le contesté:
-¡señora! ¡no estamos en un gallinero!
cuando nos volvimos a quedar solos y mientras yo probaba el licor -era demasiado dulce y me daba náuseas-, ella me preguntó:
-¿usted nunca tuvo curiosidad por el porvenir?
había encogido la boca como si la quisiera guardar dentro de la copita.
-No, tengo más curiosidad por saber lo que le ocurre en este mismo instante a otra persona; o en saber qué haría yo ahora si estuviera en otra parte.
-dígame, ¿qué haría usted ahora si yo no estuviera aquí?
-casualmente lo sé: volcaría este licor en la jarra de las flores.
me pidieron que tocara el piano. al volver a la sala la viuda de los ojos ahumados estaba con la cabeza baja y recibía en el oído lo que la hermana le decía con insistencia. el piano era pequeño, viejo y desafinado. yo no sabía qué hacer; pero apenas empecé a probarlo la viuda de los ojos ahumados soltó el llanto y todos nos callamos. la hermana y la sobrina la llevaron para adentro; y al ratito vino la sobrina y nos dijo que su tía no quería oír música desde la muerte de su esposo -se habían amado hasta llegar a la inocencia.
los invitados empezaron a irse. y los que quedamos hablábamos en voz cada vez más baja a medida que la luz se iba. nadie encendía las lámparas.
yo me iba entre los últimos, tropezando con los muebles, cuando la sobrina me detuvo:
-tengo que hacerle un encargo.
pero no me dijo nada: recostó la cabeza en la pared del zaguán y me tomó la manga del saco.

julio florencio cortázar (1914 - 1984) // cuentos. 3 historia fantástica - instrucciones para llorar - iinstrucciones para subir una escalera

historia verídica

a un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto.
ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. a este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.


instrucciones para llorar


dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. el llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de magallanes en los que no entra nadie, nunca. llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. duración media del llanto, tres minutos.


instrucciones para subir una escalera

nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. la actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. la coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

julio florencio cortázar (1914 - 1984) // escritos. 2 - el sentimiento de lo fantástico

el sentimiento de lo fantástico*
yo he sido siempre y primordialmente considerado como un prosista. la poesía es un poco mi juego secreto, la guardo casi enteramente para mí y me conmueve que esta noche dos personas diferentes hayan aludido a lo que yo he podido hacer en el campo de la poesía. (...) he pensado que me gustaría hablarles concretamente de literatura, de una forma de literatura: el cuento fantástico.
yo he escrito una cantidad probablemente excesiva de cuentos, de los cuales la inmensa mayoría son cuentos de tipo fantástico. el problema, como siempre, está en saber qué es lo fantástico. es inútil ir al diccionario, yo no me molestaría en hacerlo, habrá una definición, que será aparentemente impecable, pero una vez que la hayamos leído los elementos imponderables de lo fantástico, tanto en la literatura como en la realidad, se escaparán de esa definición.
ya no sé quién dijo, una vez, hablando de la posible definición de la poesía, que la poesía es eso que se queda afuera, cuando hemos terminado de definir la poesía. creo que esa misma definición podría aplicarse a lo fantástico, de modo que, en vez de buscar una definición preceptiva de lo que es lo fantástico, en la literatura o fuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno de ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propio mundo interior, sus propias vivencias, y se plantee personalmente el problema de esas situaciones, de esas irrupciones, de esas llamadas coincidencias en que de golpe nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se están cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una excepción.
ese sentimiento de lo fantástico, como me gusta llamarle, porque creo que es sobre todo un sentimiento e incluso un poco visceral, ese sentimiento me acompaña a mí desde el comienzo de mi vida, desde muy pequeño, antes, mucho antes de comenzar a escribir, me negué a aceptar la realidad tal como pretendían imponérmela y explicármela mis padres y mis maestros. yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentí siempre, que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos, pasaba, se colaba, un elemento, que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía explicarse con la inteligencia razonante.
ese sentimiento, que creo que se refleja en la mayoría de mis cuentos, podríamos calificarlo de extrañamiento; en cualquier momento les puede suceder a ustedes, les habrá sucedido, a mí me sucede todo el tiempo, en cualquier momento que podemos calificar de prosaico, en la cama, en el ómnibus, bajo la ducha, hablando, caminando o leyendo, hay como pequeños paréntesis en esa realidad y es por ahí, donde una sensibilidad preparada a ese tipo de experiencias siente la presencia de algo diferente, siente, en otras palabras, lo que podemos llamar lo fantástico. eso no es ninguna cosa excepcional, para gente dotada de sensibilidad para lo fantástico, ese sentimiento, ese extrañamiento, está ahí, a cada paso, vuelvo a decirlo, en cualquier momento y consiste sobre todo en el hecho de que las pautas de la lógica, de la causalidad del tiempo, del espacio, todo lo que nuestra inteligencia acepta desde aristóteles como inamovible, seguro y tranquilizado se ve bruscamente sacudido, como conmovido, por una especie de, de viento interior, que los desplaza y que los hace cambiar.
un gran poeta francés de comienzos de este siglo, alfred jarry, el autor de tantas novelas y poemas muy hermosos, dijo una vez, que lo que a él le interesaba verdaderamente no eran las leyes, sino las excepciones de las leyes; cuando había una excepción, para él había una realidad misteriosa y fantástica que valía la pena explorar, y toda su obra, toda su poesía, todo su trabajo interior, estuvo siempre encaminado a buscar, no las tres cosas legisladas por la lógica aristotélica, sino las excepciones por las cuales podía pasar, podía colarse lo misterioso, lo fantástico, y todo eso no crean ustedes que tiene nada de sobrenatural, de mágico, o de esotérico; insisto en que por el contrario, ese sentimiento es tan natural para algunas personas, en este caso pienso en mí mismo o pienso en jarry a quien acabo de citar, y pienso en general en todos los poetas; ese sentimiento de estar inmerso en un misterio continuo, del cual el mundo que estamos viviendo en este instante es solamente una parte, ese sentimiento no tiene nada de sobrenatural, ni nada de extraordinario, precisamente cuando se lo acepta como lo he hecho yo, con humildad, con naturalidad, es entonces cuando se lo capta, se lo recibe multiplicadamente cada vez con más fuerza; yo diría, aunque esto pueda escandalizar a espíritus positivos o positivistas, yo diría que disciplinas como la ciencia o como la filosofía están en los umbrales de la explicación de la realidad, pero no han explicado toda la realidad, a medida que se avanza en el campo filosófico o en el científico, los misterios se van multiplicando, en nuestra vida interior es exactamente lo mismo.
si quieren un ejemplo para salir un poco de este terreno un tanto abstracto, piensen solamente en eso que utilizamos continuamente y que es nuestra memoria. cualquier tratado de psicología nos va a dar una definición de la memoria, nos va a dar las leyes de la memoria, nos va a dar los mecanismos de funcionamiento de la memoria. y bien, yo sostengo que la memoria es uno de esos umbrales frente a los cuales se detiene la ciencia, porque no puede explicar su misterio esencial, esa memoria que nos define como hombres, porque sin ella seríamos como plantas o piedras; en primer lugar, no sé si alguna vez se les ocurrió pensarlo, pero esa memoria es doble; tenemos dos memorias, una que es activa, de la cual podemos servirnos en cualquier circunstancia práctica y otra que es una memoria pasiva, que hace lo que le da la gana: sobre la cual no tenemos ningún control.
jorge luis borges escribió un cuento que se llama “funes el memorioso”, es un cuento fantástico, en el sentido de que el personaje funes, a diferencia de todos nosotros, es un hombre que posee una memoria que no ha olvidado nada, y cada vez que funes ha mirado un árbol a lo largo de su vida, su memoria ha guardado el recuerdo de cada una de las hojas de ese árbol, de cada una de las irisaciones de las gotas de agua en el mar, la acumulación de todas las sensaciones y de todas las experiencias de la vida están presentes en la memoria de ese hombre. curiosamente en nuestro caso es posible, es posible que todos nosotros seamos como funes, pero esa acumulación en la memoria de todas nuestras experiencias pertenecen a la memoria pasiva, y esa memoria solamente nos entrega lo que ella quiere.
para completar el ejemplo si cualquiera de ustedes piensa en el número de teléfono de su casa, su memoria activa le da ese número, nadie lo ha olvidado, pero si en este momento, a los que de ustedes les guste la música de cámara, les pregunto cómo es el tema del andante del cuarteto 427 de mozart, es evidente que, a menos de ser un músico profesional, ninguno de ustedes ni yo podemos silbar ese tema y, sin embargo, si nos gusta la música y conocemos la obra de mozart, bastará que alguien ponga el disco con ese cuarteto y apenas surja el tema nuestra memoria lo continuará. comprenderemos en ese instante que lo conocíamos, conocemos ese tema porque lo hemos escuchado muchas veces, pero activamente, positivamente, no podemos extraerlo de ese fondo, donde quizá como funes, tenemos guardado todo lo que hemos visto, oído, vivido.
lo fantástico y lo misterioso no son solamente las grandes imaginaciones del cine, de la literatura, los cuentos y las novelas. está presente en nosotros mismos, en eso que es nuestra psiquis y que ni la ciencia, ni la filosofía consiguen explicar más que de una manera primaria y rudimentaria.
ahora bien, si de ahí, ya en una forma un poco más concreta, nos pasamos a la literatura, yo creo que ustedes están en general de acuerdo que el cuento, como género literario, es un poco la casa, la habitación de lo fantástico. hay novelas con elementos fantásticos, pero son siempre un tanto subsidiarios, el cuento en cambio, como un fenómeno bastante inexplicable, en todo caso para mí, le ofrece una casa a lo fantástico; lo fantástico encuentra la posibilidad de instalarse en un cuento y eso quedó demostrado para siempre en la obra de un hombre que es el creador del cuento moderno y que se llamó edgar allan poe. a partir del día en que poe escribió la serie genial de su cuento fantástico, esa casa de lo fantástico, que es el cuento, se multiplicó en las literaturas de todo el mundo y además sucedió una cosa muy curiosa y es que américa latina, que no parecía particularmente preparada para el cuento fantástico, ha resultado ser una de las zonas culturales del planeta, donde el cuento fantástico ha alcanzado sus exponentes, algunos de sus exponentes más altos. piensen, los que se preocupan en especial de literatura, piensen en el panorama de un país como francia, italia o españa, el cuento fantástico no existe o existe muy poco y no interesa, ni a autores, ni a lectores; mientras que, en américa latina, sobre todo en algunos países del cono sur: en el uruguay, en la argentina... ha habido esa presencia de lo fantástico que los escritores han traducido a través del cuento. cómo es posible que en un plazo de treinta años el uruguay y la argentina hayan dado tres de los mayores cuentistas de literatura fantástica de la literatura moderna. estoy naturalmente citando a horacio quiroga, a jorge luis borges y al uruguayo felisberto hernández, todavía, injustamente, mucho menos conocido.
en la literatura lo fantástico encuentra su vehículo y su casa natural en el cuento y entonces, a mí personalmente no me sorprende, que habiendo vivido siempre con la sensación de que entre lo fantástico y lo real no había límites precisos, cuando empecé a escribir cuentos ellos fueran de una manera casi natural, yo diría casi fatal, cuentos fantásticos.
(...) elijo para demostrar lo fantástico uno de mis cuentos, la noche boca arriba, y cuya historia, resumida muy sintéticamente, es la de un hombre que sale de su casa en la ciudad de parís, una mañana, en una motocicleta y va a su trabajo, observando, mientras conduce su moto, los altos edificios de concreto, las casas, los semáforos y en un momento dado equivoca una luz de semáforo y tiene un accidente y se destroza un brazo, pierde el sentido y al salir del desmayo, lo han llevado al hospital, lo han vendado y está en una cama, ese hombre tiene fiebre y tiene tiempo, tendrá mucho tiempo, muchas semanas para pensar, está en un estado de sopor, como consecuencia del accidente y de los medicamentos que le han dado; entonces se adormece y tiene un sueño; sueña curiosamente que es un indio mexicano de la época de los aztecas, que está perdido entre las ciénagas y se siente perseguido por una tribu enemiga, justamente los aztecas que practicaban aquello que se llamaba la guerra florida y que consistía en capturar enemigos para sacrificarlos en el altar de los dioses.
todos hemos tenido y tenemos pesadillas así. siente que los enemigos se acercan en la noche y en el momento de la máxima angustia se despierta y se encuentra en su cama de hospital y respira entonces aliviado, porque comprende que ha estado soñando, pero en el momento en que se duerme la pesadilla continúa, como pasa a veces y entonces, aunque él huye y lucha es finalmente capturado por sus enemigos, que lo atan y lo arrastran hacia la gran pirámide, en lo alto de la cual están ardiendo las hogueras del sacrificio y lo está esperando el sacerdote con el puñal de piedra para abrirle el pecho y quitarle el corazón. mientras lo suben por la escalera, en esa última desesperación, el hombre hace un esfuerzo por evitar la pesadilla, por despertarse y lo consigue; vuelve a despertarse otra vez en su cama de hospital, pero la impresión de la pesadilla ha sido tan intensa, tan fuerte y el sopor que lo envuelve es tan grande, que poco a poco, a pesar de que él quisiera quedarse del lado de la vigilia, del lado de la seguridad, se hunde nuevamente en la pesadilla y siente que nada ha cambiado. en el minuto final tiene la revelación. eso no era una pesadilla, eso era la realidad; el verdadero sueño era el otro. él era un pobre indio, que soñó con una extraña, impensable ciudad de edificios de concreto, de luces que no eran antorchas, y de un extraño vehículo, misterioso, en el cual se desplazaba, por una calle.
si les he contado muy mal este cuento es porque me parece que refleja suficientemente la inversión de valores, la polarización de valores, que tiene para mí lo fantástico y, quisiera decirles además, que esta noción de lo fantástico no se da solamente en la literatura, sino que se proyecta de una manera perfectamente natural en mi vida propia.
terminaré este pequeño recuento de anécdotas con algo que me ha sucedido hace aproximadamente un año. ocho años atrás escribí un cuento fantástico que se llama “instrucciones para john howell”, no les voy a contar el cuento; la situación central es la de un hombre que va al teatro y asiste al primer acto de una comedia, más o menos banal, que no le interesa demasiado; en el intervalo entre el primero y el segundo acto dos personas lo invitan a seguirlos y lo llevan a los camerinos, y antes de que él pueda darse cuenta de lo que está sucediendo, le ponen una peluca, le ponen unos anteojos y le dicen que en el segundo acto él va a representar el papel del actor que había visto antes y que se llama john howell en la pieza.
“usted será john howell”. él quiere protestar y preguntar qué clase de broma estúpida es esa, pero se da cuenta en el momento de que hay una amenaza latente, de que si él se resiste puede pasarle algo muy grave, pueden matarlo. antes de darse cuenta de nada escucha que le dicen “salga a escena, improvise, haga lo que quiera, el juego es así”, y lo empujan y él se encuentra ante el público... no les voy a contar el final del cuento, que es fantástico, pero sí lo que sucedió después.
el año pasado recibí desde nueva york una carta firmada por una persona que se llama john howell. esa persona me decía lo siguiente: “yo me llamo john howell, soy un estudiante de la universidad de columbia, y me ha sucedido esto; yo había leído varios libros suyos, que me habían gustado, que me habían interesado, a tal punto que estuve en parís hace dos años y por timidez no me animé a buscarlo y hablar con usted. en el hotel escribí un cuento en el cual usted es el protagonista, es decir que, como parís me ha gustado mucho, y usted vive en parís, me pareció un homenaje, una prueba de amistad, aunque no nos conociéramos, hacerlo intervenir a usted como personaje. luego, volví a n.y., me encontré con un amigo que tiene un conjunto de teatro de aficionados y me invitó a participar en una representación; yo no soy actor, decía john, y no tenía muchas ganas de hacer eso, pero mi amigo insistió porque había otro actor enfermo. insistió y entonces yo me aprendí el papel en dos o tres días y me divertí bastante. en ese momento entré en una librería y encontré un libro de cuentos suyos donde había un cuento que se llamaba “instrucciones para john howell”. ¿cómo puede usted explicarme esto, agregaba, cómo es posible que usted haya escrito un cuento sobre alguien que se llama john howell, que también entra de alguna manera un poco forzado en el teatro, y yo, john howell, he escrito en parís un cuento sobre alguien que se llama julio cortázar.
yo los dejo a ustedes con esta pequeña apertura, sobre el misterio y lo fantástico, para que cada uno apele a su propia imaginación y a su propia reflexión y desde luego, a partir de este minuto estoy dispuesto a dialogar y a contestar, como pueda, las preguntas que me hagan.

* conferencia dictada en la u.c.a.b.

julio florencio cortázar (1914 - 1984) // cuentos - conducta en los velorios

Conducta en los velorios

no vamos por el anís, ni porque hay que ir. ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. mi prima segunda, la mayor, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos. a lo sumo mi madre va un rato y saluda en nombre de la familia; no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese diálogo con la sombra. pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velorio esté a punto, y se va presentando de a poco pero implacablemente.
en pacífico las cosas ocurren casi siempre en un patio con macetas y música de radio. para estas ocasiones los vecinos condescienden a apagar las radios, y quedan solamente los jazmines y los parientes, alternándose contra las paredes. llegamos de a uno o de a dos, saludamos a los deudos, a quienes se reconoce fácilmente porque lloran apenas ven entrar a alguien, y vamos a inclinarnos ante el difunto, escoltados por algún pariente cercano. una o dos horas después toda la familia está en la casa mortuoria, pero aunque los vecinos nos conocen bien, procedemos como si cada uno hubiera venido por su cuenta y apenas hablamos entre nosotros. un método preciso ordena nuestros actos, escoge los interlocutores con quienes se departe en la cocina, bajo el naranjo, en los dormitorios, en el zaguán, y de cuando en cuando se sale a fumar al patio o a la calle, o se da una vuelta a la manzana para ventilar opiniones políticas y deportivas. no nos lleva demasiado tiempo sondear los sentimientos de los deudos más inmediatos, los vasitos de caña, el mate dulce y los particulares livianos son el puente confidencial; antes de media noche estamos seguros, podemos actuar sin remordimientos. por lo común mi hermana la menor se encarga de la primera escaramuza; diestramente ubicada a los pies del ataúd, se tapa los ojos con un pañuelo violeta y empieza a llorar, primero en silencio, empapando el pañuelo a un punto increíble, después con hipos y jadeos, y finalmente le acomete un ataque terrible de llanto que obliga a las vecinas a llevarla a la cama preparada para esas emergencias, darle a oler agua de azahar y consolarla, mientras otras vecinas se ocupan de los parientes cercanos bruscamente contagiados por la crisis. durante un rato hay un amontonamiento de gente en la puerta de la capilla ardiente, preguntas y noticias en voz baja, encogimientos de hombros por parte de los vecinos. agotados por un esfuerzo en que han debido emplearse a fondo, los deudos amenguan en sus manifestaciones, y en ese mismo momento mis tres primas segundas se largan a llorar sin afectación, sin gritos, pero tan conmovedoramente que los parientes y vecinos sienten la emulación, comprenden que no es posible quedarse así descansando mientras extraños de la otra cuadra se afligen de tal manera, y otra vez se suman a la deploración general, otra vez hay que hacer sitio en las camas, apantallar a señoras ancianas, aflojar el cinturón a viejitos convulsionados. mis hermanos y yo esperamos por lo regular este momento para entrar en la sala mortuoria y ubicarnos junto al ataúd. por extraño que parezca estamos realmente afligidos, jamás podemos oír llorar a nuestras hermanas sin que una congoja infinita nos llene el pecho y nos recuerde cosas de la infancia, unos campos cerca de villa albertina, un tranvía que chirriaba al tomar la curva en la calle general rodríguez, en bánfield, cosas así, siempre tan tristes. nos basta ver las manos cruzadas del difunto para que el llanto nos arrase de golpe, nos obligue a taparnos la cara avergonzados, y somos cinco hombres que lloran de verdad en el velorio, mientras los deudos juntan desesperadamente el aliento para igualarnos, sintiendo que cueste lo que cueste deben demostrar que el velorio es el de ellos, que solamente ellos tienen derecho a llorar así en esa casa. pero son pocos, y mienten (eso lo sabemos por mi prima segunda la mayor, y nos da fuerzas). en vano acumulan los hipos y los desmayos, inútilmente los vecinos más solidarios los apoyan con sus consuelos y sus reflexiones, llevándolos y trayéndolos para que descansen y se reincorporen a la lucha. mis padres y mi tío el mayor nos reemplazan ahora, hay algo que impone respeto en el dolor de estos ancianos que han venido desde la calle humboldt, cinco cuadras contando desde la esquina, para velar al finado. los vecinos más coherentes empiezan a perder pie, dejan caer a los deudos, se van a la cocina a beber grapa y a comentar; algunos parientes, extenuados por una hora y media de llanto sostenido, duermen estertorosamente. nosotros nos relevamos en orden, aunque sin dar la impresión de nada preparado; antes de las seis de la mañana somos los dueños indiscutidos del velorio, la mayoría de los vecinos se han ido a dormir a sus casas, los parientes yacen en diferentes posturas y grados de abotagamiento, el alba nace en el patio. a esa hora mis tías organizan enérgicos refrigerios en la cocina, bebemos café hirviendo, nos miramos brillantemente al cruzarnos en el zaguán o los dormitorios; tenemos algo de hormigas yendo y viniendo, frotándose las antenas al pasar. cuando llega el coche fúnebre las disposiciones están tomadas, mis hermanas llevan a los parientes a despedirse del finado antes del cierre del ataúd, los sostienen y confortan mientras mis primas y mis hermanos se van adelantando hasta desalojarlos, abreviar el ultimo adiós y quedarse solos junto al muerto. rendidos, extraviados, comprendiendo vagamente pero incapaces de reaccionar, los deudos se dejan llevar y traer, beben cualquier cosa que se les acerca a los labios, y responden con vagas protestas inconsistentes a las cariñosas solicitudes de mis primas y mis hermanas. cuando es hora de partir y la casa está llena de parientes y amigos, una organización invisible pero sin brechas decide cada movimiento, el director de la funeraria acata las órdenes de mi padre, la remoción del ataúd se hace de acuerdo con las indicaciones de mi tío el mayor. alguna que otra vez los parientes llegados a último momento adelantan una reivindicación destemplada; los vecinos, convencidos ya de que todo es como debe ser, los miran escandalizados y los obligan a callarse. en el coche de duelo se instalan mis padres y mis tíos, mis hermanos suben al segundo, y mis primas condescienden a aceptar a alguno de los deudos en el tercero, donde se ubican envueltas en grandes pañoletas negras y moradas. el resto sube donde puede, y hay parientes que se ven precisados a llamar un taxi. y si algunos, refrescados por el aire matinal y el largo trayecto, traman una reconquista en la necrópolis, amargo es su desengaño. apenas llega el cajón al peristilo, mis hermanos rodean al orador designado por la familia o los amigos del difunto, y fácilmente reconocible por su cara de circunstancias y el rollito que le abulta el bolsillo del saco. estrechándole las manos, le empapan las solapas con sus lágrimas, lo palmean con un blando sonido de tapioca, y el orador no puede impedir que mi tío el menor suba a la tribuna y abra los discursos con una oración que es siempre un modelo de verdad y discreción. dura tres minutos, se refiere exclusivamente al difunto, acota sus virtudes y da cuenta de sus defectos, sin quitar humanidad a nada de lo que dice; está profundamente emocionado, y a veces le cuesta terminar. apenas ha bajado, mi hermano el mayor ocupa la tribuna y se encarga del panegírico en nombre del vecindario, mientras el vecino designado a tal efecto trata de abrirse paso entre mis primas y hermanas que lloran colgadas de su chaleco. un gesto afable pero imperioso de mi padre moviliza al personal de la funeraria; dulcemente empieza a rodar el catafalco, y los oradores oficiales se quedan al pie de la tribuna, mirándose y estrujando los discursos en sus manos húmedas. por lo regular no nos molestamos en acompañar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio. desde lejos vemos cómo los parientes corren desesperadamente para agarrar alguno de los cordones del ataúd y se pelean con los vecinos que entre tanto se han posesionado de los cordones y prefieren llevarlos ellos a que los lleven los parientes

watchmen (zack snyder, 2009) // the beginning Is the end Is the beginning by smashing pumpkins

watchmen (zack snyder, 2009) // sound of silence - atrocity

watchmen (zack snyder, 2009) // 99 luftballons by nena

watchmen(zack snyder, 2009) // pirate jenny by nina simone

watchmen (zack snyder, 2009) // hallelujah

Severo Sarduy (1937 - 1993) // corona de las frutas

caimito

por la hoja del caimito
van dos colores trepando:
blanco y verde. no sé cuándo
ni dónde nació este mito.
salta el sinsonte contrito
y se reposa en la aldaba
de ese cenit, donde alaba
un azul más que celeste.
y declama en sol: ¡con éste
se acabó lo que se daba!

papaya

qué bien hiciste, ramón,
en pintar una papaya,
de ese color y esa talla,
con técnica perfección.
tu gesto es de tradición:
heredia se volvió loco
y vio una mata de coco
en el niágara brumoso.
más al norte y más sabroso,
¡tú coronaste al barroco!

anón
¿quién no ha probado un anón
a la sombra de un ateje?
dana teje y desteje
el tiempo de oro y de ron.
empalagoso y dulzón
para el gusto no avezado;
ni verde ni apolimado
al paladar lo disfruta.
fruta no: pulpa de fruta.
goce: mas goce al cuadrado.

marañón

si bien aprieta la boca
el marañón sabrosón,
ácido y luego dulzón
al paladar se trastoca.
importancia tiene poca
si su jugo se derrama:
un súbito, un vago drama,
un ligero sobresalto,
cuando su rojo es más alto
que el colibrí, que la llama.

níspero

níspero de ocre tranquilo
blasón de la piel mulata:
son que se ata y se desata
sobre una guitarra de hilo.
noche que muere en el filo
de la luz que va brotando,
palmera garabateando
su penacho por el cielo;
níspero: gula y desvelo
del gallo que está cantando.

guanábana

la guanábana ameniza
cualquier merienda casera:
se coge la pulpa entera
y en hielo se pulveriza;
con un terrón se eterniza
esa nevada corola
que decanta por sí sola
tan copioso frenesí.
blanco sobre blanco. sí:
alquimia de la champola.
vuelta número

eternal sunshine of the spotless mind // would you erase me?

eternal sunshine of the spotless mind (michel gondry, 2004) // lazy sunday afternoon

eternal sunshine of the spotless mind (michel gondry, 2004) // love theme

eternal sunshine of the spotless mind (michel gondry, 2004) // strings that tie to You

eternal sunshine of the spotless mind (michel gondry, 2004) // everybody's gotta learn sometimes

sinéad o'connor (1966 - ) // nothing compares 2u

pet shop boys // west end girls

annie lennox (1954 - ) // love song for a vampire

miércoles, 18 de mayo de 2011

rtve - a fondo // manuel puig (1932 - 1990). 5

rtve - a fondo // manuel puig (1932 - 1990). 4

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rtve - a fondo // manuel puig (1932 - 1990). 2

rtve - a fondo // manuel puig (1932 - 1990). 1

manuel puig (1932 - 1990) // the buenos aires affair (frag.) - el beso de la mujer araña (frag.)

the buenos aires affaire (1973)

" gladys antes nunca se maquillaba, pero con parte del rostro tapado por un mechón­no por una venda, ni por un parche de pirata, sólo la coquetería de un mechón­, el ojo resultó tan hermoso al pintarlo por primera vez... un joven llegó a decirle que ese ojo parecía un colibrí posado en su cara, ¿y qué más podía ayudar a la policía?, al oficial que la atendiese le pediría ante todo discreción, y que si su hija al rato reaparecía no la enterasen de la denuncia, y por supuesto habría que ocultarle que una seña particular había sido indicada. era verdad, se decía clara, con esas pestañas postizas importadas el ojo puede destacarse más y resultar de una belleza radiante, el ojo celeste con el párpado verde y las pestañas azabache como las alas y la colita erguida del colibrí.

(...)

también había otras proclamas gubernamentales pegadas a la fachada que instaban al orden público y recomendaban la captura de activistas allí enumerados; clara no las leyó. improvisamente había llegado a la conclusión de que su hija estaría ya emprendiendo el regreso a casa, porque también a ella la aterraban las tormentas. comenzó a desandar el camino. además si los patrulleros buscaban a gladys y la encontraban por una carretera en camisón y tapado de piel, la considerarían demente y la someterían a tratos intolerables para la sensibilidad de la muchacha, "...cuando las maderas / crujir hace el viento / y azota los vidrios / el fuerte aguacero, / de la pobre niña / a solas me acuerdo. / del húmedo muro / tendida en un... / tendida en un..." ¿cómo seguía? consultó su reloj pulsera, eran las nueve y media de la mañana ¡qué no hubiese dado por saber dónde estaba su hija en ese preciso momento! "...allí cae la lluvia / con un son eterno; / allí la combate / el soplo del cierzo. / del húmedo muro / tendida en un... en un... ¡hueco! / acaso de frío / se hielan sus huesos...", logró por fin recordar, con satisfacción... "


el beso de la mujer araña (1976)
"... y el psicoanalista se quiso defender pero era demasiado tarde, porque ahí en ese rincón oscuro todo se volvía borroso un instante y ella se transformaba ya en pantera, y él alcanzó a agarrar el atizador de la chimenea para defenderse, pero ya la pantera le había saltado encima, y él le quiso dar golpes con el atizador pero ya con una garra ella le abrió el cuello y el hombre cayó al suelo echando sangre a borbotones, la pantera rugió y mostró los colmillos blancos perfectos y le hundió otra vez las garras, ahora en la cara, para deshacérsela...  "

rtve - a fondo // severo sarduy (1937 - 1993). 6

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rtve - a fondo // salvador dalí (salvador domingo felipe jacinto dalí i domènech, 1904 - 1989). 1 ­

martes, 17 de mayo de 2011

severo sarduy (1937 - 1993) // poemas. 1

- isabel la caótica

el coro de sopranos pintarrajeados
entona tu loa:

“te comiste un zohar
te comiste un corán.”

y de tu mano de azogue
bendijiste las cabezas cortadas con tu mano de azufre
y plantaste jazmines en ellas.

te goteaba la rodilla de san ignacio,
diste el zapatazo de santa teresa.

te retorciste toda, te rompiste los huesos,
pintada de oro, incrustada tu piel de joyas diminutas
para formar la inicial de un evangelio.

saltaban a tu alrededor
-cofias de ojillos verdosos-
tus hidrocéfalos, tus mongoles,
tus negros y eunucos:

“te comiste un zohar
te comiste un corán.”

que ardas per secula seculorum,
con tus biblias y tus brújulas.


- no porfíes. no rememores

no porfíes. no rememores
que no se olvida el olvido
ni su embriaguez: lo que ha sido,
es y será. sinsabores,
dramas discretos y amores
sin nombre, van a la quema
final, como un torpe emblema
de eternidad. no perdura
más que el goce y la textura
de un instante: ése es mi lema.


- no por azar, por gusto del dislate

a luce lópez-baralt

no por azar, por gusto del dislate
ni por obedecer a una figura,
habló de una cegante noche oscura.
que toda exaltación o disparate

aparente, se indague, y no se ciña
-el lenguaje no basta- a un simple juego:
de granadas y lámparas de fuego
bebió un vino, de antes de la viña.

no percibió ni forma ni sonido,
mas con la sangre lo irrigó un sentido
ajeno a la palabra y a la imagen.

dejemos, de esa heráldica, que viajen
los símbolos, el mudo abecedario:
agua y sed, brasa y luz, cuerpo y sudario.


- no acudas a linimento

no acudas a linimento,
alcanfor, miel o saliva,
que atenúen el momento
de más ardor. no se esquiva
con ardid, ni se deriva
esa quema: se convierte
en su contrario. divierte
el placer así obtenido
por el sendero invertido:
más vida cuanto más muerte.


- la letra con sangre entra

a arturo carrera

la letra con sangre entra
como el amor. mas no dura
en el cuerpo la escritura,
ni con esa herida encuentra
paz el amante. se adentra
en el cuerpo deseoso
y más aumenta su gozo
con su mal. alegoría
de nuestra postrimería:
jeroglífico morboso.

rtve - a fondo // atahualpa yupanqui (héctor roberto chavero aramburo, 1908 - 1992). 7

rtve - a fondo // atahualpa yupanqui (héctor roberto chavero aramburo, 1908 - 1992). 6

rtve - a fondo // atahualpa yupanqui (héctor roberto chavero aramburo, 1908 - 1992). 5

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rtve - a fondo, 1980 // jorge luis borges (1899 - 1986).9

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rtve - a fondo // julio florencio cortázar (1914 - 1984). 12

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dossiers mensuel d´information nro.12 // jean-paul sartre (1905 - 1980). 6

dossiers mensuel d´information nro, 12 // jean-paul sartre (1905 - 1980). 5

dossiers mensuel d´information nro.12 // jean-paul sartre (1905 - 1980). 4

dossiers mensuel d´information nro.12 // jean-paul sartre (1905 - 1980). 3

dossiers mensuel d´information nro.12 // jean-paul sartre (1905 - 1980). 2

dossiers mensuel d´information nro.12 // jean-paul sartre (1905 - 1980). 1

bbc // human, all too human - jean paul sartre. 3

bbc // human, all too human - jean paul sartre. 2

bbc // human, all too human - jean paul sartre. 1