jueves, 19 de mayo de 2011

Severo Sarduy (1937 - 1993) // corona de las frutas

caimito

por la hoja del caimito
van dos colores trepando:
blanco y verde. no sé cuándo
ni dónde nació este mito.
salta el sinsonte contrito
y se reposa en la aldaba
de ese cenit, donde alaba
un azul más que celeste.
y declama en sol: ¡con éste
se acabó lo que se daba!

papaya

qué bien hiciste, ramón,
en pintar una papaya,
de ese color y esa talla,
con técnica perfección.
tu gesto es de tradición:
heredia se volvió loco
y vio una mata de coco
en el niágara brumoso.
más al norte y más sabroso,
¡tú coronaste al barroco!

anón
¿quién no ha probado un anón
a la sombra de un ateje?
dana teje y desteje
el tiempo de oro y de ron.
empalagoso y dulzón
para el gusto no avezado;
ni verde ni apolimado
al paladar lo disfruta.
fruta no: pulpa de fruta.
goce: mas goce al cuadrado.

marañón

si bien aprieta la boca
el marañón sabrosón,
ácido y luego dulzón
al paladar se trastoca.
importancia tiene poca
si su jugo se derrama:
un súbito, un vago drama,
un ligero sobresalto,
cuando su rojo es más alto
que el colibrí, que la llama.

níspero

níspero de ocre tranquilo
blasón de la piel mulata:
son que se ata y se desata
sobre una guitarra de hilo.
noche que muere en el filo
de la luz que va brotando,
palmera garabateando
su penacho por el cielo;
níspero: gula y desvelo
del gallo que está cantando.

guanábana

la guanábana ameniza
cualquier merienda casera:
se coge la pulpa entera
y en hielo se pulveriza;
con un terrón se eterniza
esa nevada corola
que decanta por sí sola
tan copioso frenesí.
blanco sobre blanco. sí:
alquimia de la champola.
vuelta número

0 comentarios: