miércoles, 7 de diciembre de 2011

man ray, (emmanuel rudzitsky, estados unidos, 1890 - 1976) // le retour a la raison, 1923

man ray (emmanuel rudzitsky (estados unidos, 1890 - 1976) // l'etoile de mer, 1928

jean cocteau (francia, 1889 - 1963) // le sang d'un poète, 1930

george carl johann antheil (estados unidos1900 - 1959) // jazz symphony, 1925

george carl johann antheil (estados unidos 1900 - 1959) // can-can, 1934/1935

george carl johann antheil (estados unidos 1900 - 1959) // mckonkey's ferry (washington at trenton): a concert overture, 1948

george carl johann antheil (estados unidos 1900 - 1959) // piano concerto No.2, 1926

george carl johann antheil (estados unidos, 1900 - 1959) // symphony for five instruments, 1924, 2da. versión

george carl johann antheil (estados unidos 1900 - 1959) // ballet mécanique, 1926 rev. 1953

carl johann antheil (estados unidos, 1900 - 1959 // death of machines, 1922

martes, 6 de diciembre de 2011

karlheinz stockhausen (alemania, 1928 - 2007) // mixtur, 2003

chris dench (reino unido, 1953 - ) // beyond status geometry. 2

chris dench (reino unido, 1953 - ) // beyond status geometry. 1

horaţiu rădulescu (rumania, 1942 - 2008) // das aandere, opus 49

horaţiu rădulescu (rumania, 1942 - 2008) // inner time II

kaija saariaho (finlandia, 1952 - ) // "...a la fumee", 1990. 3

kaija saariaho (finlandia, 1952 - ) // "...a la fumee", 1990. 2

kaija saariaho (finlandia, 1952 - ) // "...a la fumee", 1990. 1

kaija saariaho (finlandia, 1952 - ) // sept papillons, 2000

kaija saariaho (finlandia, 1952 - ) // d'om le vrai sens

kaija saariaho (finlandia, 1952 - ) nymphéa

luigi nono (italia, 1924 - 1990) // lontananza nostalgica utopica futura, 1988-1989

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // die stücke der windrose

eugenio bagrationovicha vajtangov (rusia, 1883 - 1922) // teoría y práctica teatral (frag.)

teoría y práctica teatral

el teatro de la convención era necesario para romper, destruir la vulgaridad teatral. a través de la liquidación de la vulgaridad teatral con medios convencionales, meyerhol llegó al verdadero teatro.
konstantin serguéivich, apasionado por la auténtica verdad, trajo a la escena la verdad naturalista. buscaba la verdad teatral en la verdad de la vida. meyerhol también llegó a través del teatro de la convención, que ahora él niega, el verdadero teatro. pero apasionado por la verdad teatral, meyerhol arrancó la verdad de los sentimientos, y la verdad debe existir en el teatro de meyerhol y en el teatro de stanislavsky.
stanislavsky, al apasionarse por la verdad en general, trajo a la escena la verdad de la vida, pero meyerhold, al arrancar de la escena la verdad de la vida, en su pasión arrancó la verdad teatral de los sentimientos. tanto en el teatro como en la vida, el sentimiento es el mismo, pero los medios o las capacidades para transmitir este sentimiento son diferentes. la perdiz es la misma es casa y en el restaurante. pero en el restaurante se presenta y se prepara de tal forma que tiene un aspecto teatral, en cambio en casa es casera y no teatral. konstantin serguéivich presentaba la verdad como verdad, presentaba el agua como el agua, la perdiz como perdiz, pero meyerhol arrancó la verdad por completo, es decir, que dejó solo el plato, dejó sólo el modo de preparación, y preparó no una perdiz sino un papel. y el resultado fue un sentimiento de cartón. meyerhol era un maestro, presentaba con maestría, como en un restaurante, pero era imposible comerlo. pero la fractura de la vulgaridad teatral con los medios del teatro de la convención llevó a meyerhol a una teatralidad absoluta, a la fórmula: el espectador no debe olvidar ni por un segundo que se encuentra en el teatro. konstantin serguéivich por medio de su fractura llegó a la fórmula: el espectador debe olvidar que se halla en el teatro.
una obra de arte perfecta es eterna. obra de arte se llama a aquella obra en que se encuentra en armonía el contenido, la forma y el material. konstantin serguéivich encontró armonía solo en la construcción de la sociedad rusa de aquella época, pero no todo lo que es actual es eterno. pero todo lo que es eterno, siempre es actual. meyerhol nunca sintió el "hoy", sino que sintió el "mañana". konstantin serguéivich nunca sintió el "mañana" sino que sintió el "hoy". y hace falta sentir el "hoy" en el día de mañana y "mañana" en el de hoy.

lunes, 5 de diciembre de 2011

henry cowell (estados unidos, 1897 - 1965) // anger dance, 1914

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // acustica (1968-1970)

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // music for renaissance instruments (1965/1966)

sylvano bussotti (italia, 1931 - ) // foglio d'album. 3

sylvano bussotti (italia, 1931 - ) // foglio d'album. 2

sylvano bussotti (italia, 1931 - ) / foglio d'album. 1

sylvano bussotti (italia, 1931 - ) // atti vocali

karlheinz stockhausen (alemania, 1928 - 2007) // studie II

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // an tasten [w/ score]. 2

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // an tasten [w/ score]. 1

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // ragtime

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // ludwig van, 1969. 4

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // ludwig van, 1969. 3

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // ludwig van, 1969. 2

mauricio kagel (argentina, 1931 - 2008) // ludwig van, 1969 . 1

silvina ocampo (argentina, 1903 - 1994) // cuentos - el vendedor de estatuas / el verdugo

el vendedor de estatuas

para llegar hasta el comedor, había que atravesar hileras de puertas que daban sobre un corredor estrechísimo y frío, con paredes recubiertas de algunas plantas verdes que encuadraban la puerta del excusado.
en el comedor había manteles muy manchados y sillas de viena donde se habían sentado muchas mujeres y profesores gordos.
mme. renard, la dueña de la pensión, recorría el corredor golpeando las manos y contemplaba a los pensionistas a la hora de las comidas. había un profesor de griego que miraba fijamente, con miedo de caerse, el centro de la mesa; había un jugador de ajedrez; un ciclista; había también un vendedor de estatuas y una comisionista de puntillas, acariciando siempre con manos de ciega las puntas del mantel. un chico de siete años corría de mesa en mesa, hasta que se detuvo en la del vendedor de estatuas. no era un chico travieso, y sin embargo una secreta enemistad los unía. para el vendedor de estatuas aun el beso de un chico era una travesura peligrosa; les tenía el mismo miedo que se les tiene a los payasos y a las mascaritas.
en un corralón de al lado el vendedor de estatuas tenía su taller. grandes letras anunciaban sobre la puerta de entrada: "octaviano crivellini. copias de estatuas de jardines europeos, de cementerios y de salones"; y ahí estaba un batallón de estatuas temibles para los compradores que no sabían elegir. había mandado construir una pequeña habitación para poder vivir confortablemente. mientras tanto vivía en la casa de pensión de al lado y antes de dormirse les decía disimuladamente buenas noches a las estatuas.
sentado en la mesa del comedor octaviano crivellini era un hombre devorado de angustias. estaba delante de los fiambres desganado y triste, repitiendo: "no tengo que preocuparme por estas cosas", "no tengo que preocuparme por estas cosas".
el chico de siete años se alojaba detrás de la silla y con perversidad malabarista le daba pequeñas patadas invisibles, y esta escena se repetía diariamente; pero eso no era todo. las patadas invisibles a la hora de las comidas, las hubiera podido soportar como picaduras de mosquitos de otoño, terribles y tolerables porque existe el descanso del mosquitero por la noche, las piezas sin luz y el alambre tejido en las ventanas, pero las diversas molestias que ocasionaba tirso, el chico de siete años, eran constantes y sin descanso. no había adónde acudir para librarse de él. debía de tener una madre anónima, un padre aterrorizado que nadie se atrevía a interpelar.
hacía ya una semana de aquella noche en que se había escapado de la casa detrás de él. sin duda lo había visto repartir besos con un movimiento habitual de limpieza sobre las cabezas de yeso que se movían en la noche con frialdad de estrella. tirso se rió destempladamente y cabalgó sobre un león con melena suelta y abultada. la luna hacía de la tierra un lago relleno de sombras donde lloraban ángeles de cementerio, alguna venus de ojos vacíos, alguna diana cazadora corriendo contra el viento, algún busto de sócrates. octaviano, al ver a tirso cabalgando sobre uno de sus leones preferidos, abrevió rápidamente su despedida nocturna y se fue abrumado de vergüenza y terror.
tirso, creyendo que el vendedor inmóvil de estatuas no lo había visto, sintió que tenía un poder prodigioso de invisibilidad, y volvió a acostarse en puntas de pie con la sensación de haber presenciado un milagro. desde ese día todas las noches lo había seguido hasta el corralón, se había familiarizado con las estatuas, con las manos y los pies de yeso guardados en los armarios, con los perros blancos. octaviano en cambio se había distanciado de sus estatuas, las limpiaba ahora con escasas caricias delante del chico.
tirso empezó a cansarse de ese don de invisibilidad del que gozaba desde hacía poco tiempo. el jugador de ajedrez le había hablado dos o tres veces. el ciclista le había dado un caramelo. la comisionista le había probado un cuello de puntillas, confundiéndolo con una chica, un día que llevaba un delantal, pero el vendedor de estatuas no le hablaba.
cuando terminaron de comer, pctaviano se levantó como un chico en penitencia, sin postre -él, que hubiera deseado que tirso se quedara sin postre.
se ató un pañuelo alrededor del pescuezo y salió como de costumbre. tirso lo siguió. empezaba a grabar su nombre con tiza colorada en las estatuas y octaviano creía enloquecer de pena. tirso lo desalojaba, le robaba su tranquilidad, lo asesinaba subterráneamente, y tirso era inconmovible e independiente como lo son raras veces los grandes criminales. cuando volvió a acostarse, al querer cerrar la puerta de su cuarto sintió una fuerza gigante que la retenía; hizo tentativas inútiles por cerrarla, hasta que de pronto, inesperadamente, se le vino encima, aplastándole casi el brazo. pocos minutos después la puerta volvió a abrirse. no era necesario ver quién abría la puerta con esa fuerza, no podía ser sino tirso; y esta escena, como las otras, se repitió todas las noches.
las primeras veces trató de juntar toda su fuerza en los ojos al clavarlos sobre tirso, pero los ojos de tirso eran duros como paredes metálicas. tenía unos ojos que nunca debían de haber llorado, y solamente matándolo se lo podía quizás lastimar un poco.
en el fondo del corralón había un gran armario donde el hombre desesperado se refugió una noche. tirso, al ver que no estaba allí el vendedor de estatuas, se fue decepcionado. pero persistió en sus cabalgatas nocturnas. empezó a notar que sus actos eran tan invisibles como su cuerpo: los nombres que había grabado en las estatuas, no los encontraba nunca la noche siguiente; por eso sacó su cortaplumas para grabarlos, como en los árboles, de una manera más segura.
una noche llena de perros que ladraban a la luna, el vendedor de estatuas se retiró más temprano que de costumbre en el refugio del armario. tirso no se resolvía a bajarse de encima del león, pero al fin empezó a trotar en círculos y semicírculos enloquecidos, arrastrando un ruido de fierros oxidados por el suelo. el vendedor de estatuas después de un rato no oyó más nada; el silencio y el bienestar habían entrado de nuevo en la noche circundante. iba a salirse del armario cuando oyó dar a la llave dos vueltas que lo encerraban.
quedaba poco aire respirable, quizás alcanzaría para unas horas de vida; sintió desfilar todas las estatuas que había vendido y que no había vendido a lo largo de su existencia. un ángel de cementerio estaba cerca de él y le indicaba el camino al cielo. llevaba un nombre grabado sobre la frente. tuvo miedo: sacó el pañuelo y borró largamente el nombre en la obscuridad del armario donde se acababan las últimas gotas de aire y de luz que todavía le permitían vivir.


el verdugo


como siempre, con la primavera llegó el día de los festivales. el emperador, después de comer y de beber, con la cara recamada de manchas rojas, se dirigió a la plaza, hoy llamada de las cáscaras, seguido por sus súbditos y por un célebre técnico, que llevaba un cofre de madera, con incrustaciones de oro.
-¿qué lleva en esa caja? -preguntó uno de los ministros al técnico.
-los presos políticos; más bien dicho los traidores.
-¿no han muerto todos? -interrogó el ministro con inquietud.
-todos, pero eso no impide que estén de algún modo en esta cajita -susurró el técnico, mostrando entre los bigotes, que eran muy negros, largos dientes blancos.
en la plaza de las cáscaras, donde habitualmente celebraban las fiestas patrias, los pañuelos de la gente volaban entre las palomas; éstas llevaban grabadas en las plumas, o en un medallón que les colgaba del pescuezo, la cara pintada del emperador. en el centro de la plaza histórica, rodeado de palmeras, había un suntuoso pedestal sin estatua. las señoras de los ministros y los hijos estaban sentados en los palcos oficiales. desde los balcones las niñas arrojaban flores.
para celebrar mejor la fiesta, para alegrar al pueblo que había vivido tantos años oprimido, el emperador había ordenado que soltaran aquel día los gritos de todos los traidores que habían sido torturados. después de saludar a los altos jefes, guiñando un ojo y masticando un escarbadientes, el emperador entró en la casa amarilla, que tenía una ventana alta, como las ventanas de las casas de los elefantes del jardín zoológico. se asomó a muchos balcones, con distintas vestiduras, antes de asomarse al verdadero balcón, desde el que habitualmente lanzaba sus discursos. el emperador, bajo una apariencia severa, era juguetón. aquel día hizo reír a todo el mundo. algunas personas lloraron de risa. el emperador habló de las lenguas de los opositores: "que no se cortaron -dijo- para que el pueblo oyera los gritos de los torturados". las señoras, que chupaban naranjas, las guardaron en sus carteras, para oírlo mejor; algunos hombres orinaron involuntariamente sobre los bancos donde había pavos, gallinas y dulces; algunos niños, sin que las madres lo advirtieran, se treparon a las palmeras. el emperador bajó a la plaza. subió al pedestal. el eminente técnico se caló las gafas y lo siguió: subió las seis o siete gradas que quedaban al pie del pedestal, se sentó en una silla y se dispuso a abrir el cofre. en ese instante el silencio creció, como suele crecer al pie de una cadena de montañas al anochecer. todas las personas, hasta los hombres muy altos, se pusieron en puntas de pie, para oír lo que nadie había oído: los gritos de los traidores que habían muerto mientras los torturaban. el técnico levantó la tapa de la caja y movió los diales, buscando mejor sonoridad: se oyó, como por encanto, el primer grito. la voz modulaba sus quejas más graves alternativamente; luego aparecieron otras voces más turbias pero infinitamente más poderosas, algunas de mujeres, otras de niños. los aplausos, los insultos y los silbidos ahogaban por momentos los gritos. pero a través de ese mar de voces inarticuladas, apareció una voz distinta y sin embargo conocida. el emperador, que había sonreído hasta ese momento, se estremeció. el técnico movió los diales con recogimiento: como un pianista que toca en el piano un acorde importante, agachó la cabeza. toda la gente, simultáneamente, reconoció el grito del. emperador. ¡cómo pudieron reconocerlo! subía y bajaba, rechinaba, se hundía, para volver a subir. el emperador, asombrado, escuchó su propio grito: no era el grito furioso o emocionado, enternecido o travieso, que solía dar en sus arrebatos; era un grito agudo y áspero, que parecía provenir de una usina, de una locomotora, o de un cerdo que estrangulan. de pronto algo, un instrumento invisible, lo castigó. después de cada golpe, su cuerpo se contraía, anunciando con otro grito el próximo golpe que iba a recibir. el técnico, ensimismado, no pensó que tal vez suspendiendo la transmisión podría salvar al emperador. yo no creo, como otras personas, que el técnico fuera un enemigo acérrimo del emperador y que había tramado todo esto para ultimarlo.
el emperador cayó muerto, con los brazos y las piernas colgando del pedestal, sin el decoro que hubiera querido tener frente a sus hombres. nadie le perdonó que se dejase torturar por verdugos invisibles. la gente religiosa dijo que esos verdugos invisibles eran uno solo, el remordimiento.
-¿remordimiento de qué? -preguntaron los adversarios.
-de no haberles cortado la lengua a esos reos -contestaron las personas religiosas, tristemente.

el teatro naturalista y el teatro de atmósfera // arthur schopenhauer (danzig, 22 de febrero de 1788 - 1860 citado por vsévolod emílievich meyerhold (rusia, 1874 - 1940)

... los bocetos de los grandes maestros tienen a menudo más fuerza que los cuadros terminados ...
... las figuras de cera, a pesar de que la imitación de la naturaleza se ha llevado al máximo, no producen un efecto estético. no pueden, por tanto, considerarse como obras de arte, porque no dejan nada a la fantasia del espectador ...
... las obras de poesía, de escultura y de las demás artes, contiene tesoros de profunda sabiduría porque expresan toda la naturaleza de las cosas, mientras que el artista no hace más que aclarar y traducir su pensamiento en un lenguaje simple y comprensible. pero toda persona que lee o contempla una obra de arte debe contribuir también, con sus propios medios,l al descubrimiento de esta sabiduría. la cual será, por tanto, comprendida según la capacidad y el desarrollo interno de cada uno, lo mismo que el marinero no lanza la sonda a una profundidad superior a su longitud ...
...una obra de arte sólo puede influir a través de la fantasía, y por ello la debe estimular constantemente... debe precisamente estimularla, no "dejarla inactiva", mostrándole todo. estimular la fantasía es la condición necesaria de un acto estético, y es ley fundamental de las bellas artes. se deduce que una obra de arte no debe dar todo a nuestros sentidos, sino sólo aquello que sirve para orientar la fantasía en la dirección justa, dejándole la última palabra ...
... muchas cosas pueden permanecer parcialmente inexpresadas, el espectador las completará por sí, y a veces precisamente por ello , su ilusíón será mayor. por decir demasiado equivale a derribar de un empujón una estatua hecha de muchos pedazos, o a quitar la lámpara de la linterna mágica ...

vladímir vladímirovich mayakovski (georgia, 1893 - 1930) // poesías - el poesta es un obrero / conversación con el inspector fiscal sobre poesía

el poesta es un obrero

se le ladra al poeta:
«¡quisiera verte con un torno!
¿qué, versos?
¿esas pamplinas?
¡y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!»
sin embargo
es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
yo mismo soy una fabrica.
y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
sé muy bien
que no gustáis de frases vacías.
cuando aserráis la madera, es para hacer leños.
pero nosotros
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.
por supuesto
que pescar es cosa respetable.
echar las redes.
¿quién sabe? ¡tal vez un esturión!
pero el trabajo del poeta es más beneficioso:
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor.
enorme, ardiente es el trabajo en los altos hornos,
donde se forma el hierro chisporroteante.
¿pero quién
se atrevería a llamarnos holgazanes?
nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua.
¿quién es más aquí?
¿el poeta o el técnico
que procura a los hombres
tantas ventajas prácticas?
los dos.
los corazones son también motores.
el alma es también fuerza motriz.
somos iguales.
camaradas de la clase trabajadora.
proletarios del cuerpo y del espíritu.
solamente unidos
solamente juntos podremos engalanar el universo,
acelerar el ritmo de su marcha.
ante una oleada de palabras, levantemos un dique.
¡manos a la obra!
¡al trabajo, nuevo y vivo!
y a los que discursean
que se les mande al molino.
¡para que el agua de sus discursos haga girar sus aspas!


conversación con el inspector fiscal sobre poesía

ciudadano inspector,
perdone la molestia.
gracias,
no se preocupe,
me quedaré de pie.
quiero tratar
un asunto bastante delicado:
qué sitio ha de ocupar
el poeta
en las filas obreras.
igual que los que tienen
tiendas y terrenos
también yo debo pagar
impuestos.
usted me pide
quinientos al semestre
más veinticinco
por no declarar a tiempo.
mi trabajo
es igual
a cualquier otro.
mire
cuántas pérdidas,
cuántos gastos
invierto en materiales.
usted sabe
naturalmente
eso que llaman rima.
si la primera línea
termina en "ajo"
entonces, la tercera,
repitiendo las sílabas
debe poner
algo así
como "cascajo".
si utilizo su lenguaje
la rima es un cheque,
hay que cobrarlo alternando los versos
y buscas
con detalle sufijos y prefijos
en el cofre vacío
de las declinaciones,
de las conjugaciones.
coges una palabra
y quieres meterla en la estrofa
pero si no entra
y aprietas,
se rompe.
ciudadano inspector:
le juro
que el poeta paga caras
las palabras.
hablando mi lenguaje
la rima es un barril
de dinamita,
y la estrofa es la mecha.
la estrofa se consume,
y estalla la rima,
y por el aire y la ciudad
la estrofa
vuela.
¿dónde hallar,
y a qué precio,
rimas que estallen
y de golpe maten?
quizá sólo sean
cinco las rimas
increíbles
y sin estrenar, perdidas
más allá
de venezuela.
me voy a buscarlas,
haga frío, haga calor,
atado por anticipos, préstamos y deudas.
ciudadano,
tenga en cuenta
el pago de los viajes.
la poesía
toda
es un viaje a lo desconocido.
la poesía
es como la extracción del radio
-un año de trabajo
para sacar un gramo.
sacar una sola palabra
entre miles de toneladas
de materia prima verbal.
pero ¡qué ardiente
el calor de estas palabras
comparado
con la humeante
palabra bruta!
esas palabras
mueven
millares de años,
millares de corazones.
claro
que hay poetas
de distinta calidad.
muchos
de hábil mano,
como prestidigitador,
sueltan estrofas de la boca,
suyas y de otros.
y para qué hablar
de los castrados líricos.
meten un verso ajeno
y están felices.
eso es
robo y despilfarro
uno más entre los que azotan el país.
esos
versos y odas
aplaudidos
hasta la saciedad
entrarán en la historia
como gastos accesorios
de lo hecho
por dos o tres buenos versos
de nosotros.
muchos kilos de sal
habrás de comer
como suele decirse,
y fumar cien cigarrillos
hasta
sacar
la palabra preciosa
de las honduras artesianas
de la humanidad.
rebaje por eso
los impuestos,
quítele
una rueda
a los ceros.
uno noventa
cuestan cien cigarrillos.
uno sesenta
la arroba de sal.
demasiadas preguntas
su formulario tiene:
ha viajado
o no ha viajado?
y si le respondo
que en estos quince años
he reventado
decenas de pegasos,
¿qué?
póngase usted
en mi sitio,
piense en el servicio
y propiedades.
¿qué ha de contestarme
si le digo que soy
caudillo popular
y al mismo tiempo
trabajo a su servicio?
la clase obrera
vibra en nuestras palabras,
somos proletarios
motores de la pluma.
la máquina
del alma
se gasta con los años.
dicen entonces:
estás gastado,
fuera.
cada vez amas menos,
te arriesgas menos
y mi frente
desgastada
por el tiempo no arremete.
entonces llega
el desgaste mayor,
el desgaste
del alma, del corazón.
y cuando
este sol,
grande y redondo
se alce
en el futuro
sin lisiados ni tullidos,
ya me habré
podrido,
muerto en una cuneta
junto
a decenas
de mis colegas.
hago
mi balance final. afirmo,
y no miento:
entre los vividores
y actuales fulleros
seré
el único
con deudas impagables.
nuestra deuda
es aullar
como sirenas de bronce,
entre la niebla filistea
y el fragor de la tormenta.
el poeta
siempre adeuda al universo,
paga con su dolor
las multas,
los impuestos.
adeudo
las calles de broadway,
los cielos de bagdad,
el ejército rojo,
los jardines de cerezos del japón,
todo aquello
sobre lo que aún
no pude cantar.
al fin y al cabo
¿para qué
tanto jaleo?
¿para disparar rimas
y atronar con el ritmo?
la palabra del poeta
es su resurrección,
su inmortalidad,
ciudadano inspector.
dentro de cien años,
en un pliego de papel
cogerán una estrofa
y resucitarán este tiempo
y ese día
surgirá
con fulgor de asombros,
y olor a tinta
le envolverá en su vaho,
señor inspector.
usted, habitante convencido
del día de hoy
saque en el comisariado de caminos
un pasaje para la eternidad,
calcule
el efecto de mis versos,
divida
mi salario
en trescientos años.
mas la fuerza del poeta
no estriba
en que le recuerden a usted en el futuro
y se asusten.
no.
hoy
la rima del poeta
es caricia también,
consigna,
látigo,
bayoneta.
ciudadano inspector,
pagaré cinco
quitando los ceros que van detrás.
por derecho
yo
reclamo un hueco
entre las filas
de los obreros
y campesinos más pobres.
y si usted piensa
que todo consiste
en saber utilizar
palabras ajenas,
entonces, camaradas,
aquí tienen mi pluma,
y escriban
ustedes
cuanto quieran.