miércoles, 13 de abril de 2011

clarice lispector (1920 - 1977) // escritos

es allí donde voy

más allá de la oreja existe un sonido, en el extremo de la mirada un aspecto, en las puntas de los dedos unobjeto: es allí adonde voy.
en la punta del lápiz el trazo.
donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de la alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí adonde voy.
en la punta del pie el salto.
parece la historia de alguien que fue y no volvió: es allí adonde voy.
¿o no voy? voy, sí. y vuelvo para ver cómo están las cosas. si continúan mágicas. ¿realidad? yo os espero. es allí adonde voy.
en la punta de la palabra está la palabra. quiero usar la palabra "tertulia", y no sé ni dónde ni cuándo. al borde de la tertulia está la famila. al borde de la familia estoy yo. a la orilla de mí estoy yo. es hacia mí adonde voy. y de mí salgo para ver. ¿ver qué? ver lo que existe. después de muerta es hacia la realidad adonde voy. mientras tanto, lo que hay es el sueño. sueño fatídico. pero después, después todo es real. y el alma libre busca un rincón para acomodarse. soy un yo que anuncia. no sé sobre qué estoy hablando. estoy hablando de nada. yo soy nada. después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre.
es hacia mi pobre nombre adonde voy.
y de allá vuelvo para llamar al nombre del ser amado y de los hijos. ellos me responderán. al fin tendré una respuesta. ¿qué respuesta? la del amor. amor: yo os amo tanto. yo amo el amor. el amor es rojo. los celos son verdes. mis ojos son verdes. pero son verdes tan oscuros que en las fotografías salen negros. mi secreto es tener los ojos verdes y que nadie lo sepa.
en el extremo de mí estoy yo. yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta. pero la que canta. la que dice palabras. ¿palabras al viento? qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo.
yo a la orilla del viento. la colina de los vientos aullantes me llama. voy, bruja que soy. y me transmuto.
oh, perro ¿dónde está tu alma? ¿está cerca de tu cuerpo? yo estoy cerca de mi cuerpo.
y muero lentamente.
¿qué estoy diciendo? estoy diciendo amor. y cerca del amor estamos nosotros.


tentación

ella tenía hipo. y como si no bastara la claridad de las dos de la tarde, era pelirroja.
en la calle vacía, las piedras vibraban de calor: la cabeza de la chiquilla llameaba. sentada en los escalones de su casa, lo soportaba. nadie en la calle, sólo una persona esperando inútilmente en la parada del tranvía. y como si no bastara su mirada sumisa y paciente, el hipo la interrumpía a cada momento, sacudiendo el mentón que se apoyaba amoldado en la mano. ¿qué hacer con una chica pelirroja con hipo? nos miramos sin palabras, desaliento contra desaliento. en la calle desierta ninguna señal de tranvía. en una tierra de morenos, ser pelirrojo era una involuntaria rebelión. ¿qué importaba si un día futuro su marca iba a hacerla erguir insolente una cabeza de mujer? por ahora estaba sentada en un escalón centelleante de la puerta, a las dos de la tarde. lo que la salvaba era un monedero viejo de señora, con la cremallera rota. la aseguraba con un amor conyugal ya acostumbrado, apretándola contra las rodillas.
fue entonces cuando se aproximó a su otra mitad en este mundo, un hermano de grajaú*. la posibilidad de comunicación surgió en el ángulo caliente de la esquina, acompañando a la señora, y encarnada en la figura de un can. era un basset lindo y miserable, tierno bajo su fatalidad. era un basset pelirrojo.
allá venía él trotando, delante de la dueña, arrastrando su largura. desprevenido, acostumbrado, perro.
la chica abrió los ojos asombrada. suavemente avisado, el perro se paró delante de ella. su lengua vibraba. zmbos se miraban.
entre tantos seres que están preparados para volverse dueños de otro ser, allí estaba la chica que había venido al mundo para tener aquel perro. él se estremecía con suavidad, sin ladrar. ella lo miraba bajo los cabellos, fascinada, seria. ¿cuánto tiempo estaba pasando? un gran hipo desafinado la sacudió. él ni siquiera tembló. también ella pasó por encima del hipo y continuó mirándolo fijamente.
los pelos de ambos eran cortos, rojizos.
¿qué fue lo primero que se dijeron? no se sabe. tan sólo se sabe que se comunicaron rápidamente, porque no había tiempo . se sabe también que sin hablar se pedían. se pedían con urgencia, intrigados, sorprendidos.
en medio de tanta vaga imposibilidad y de tanto sol, allí estaba la solución para la chica pelirroja. y en medio de tantas calles para ser trotadas, de tantos perros más grandes, de tantos desagües secos, allá estaba una chica como si fuera carne de su pelirroja carne. se miraban profundos, entregados, ausentes de grajaú. un instante más y el sueño suspendido se rompería, cediendo tal vez a la gravedad con que se pedían.
pero ambos estaban comprometidos.
ella, con su infancia imposible, el centro de la inocencia que solamente se abriría cuando fuera una mujer. él, con su naturaleza aprisionada.
la dueña estaba impaciente bajo la sombrilla. el basset pelirrojo finalmente se desprendió de la chica y salió sonámbulo. ella quedó perpleja, con el acontecimiento en las manos, en una mudez que ni su padre ni su madre comprenderían. lo acompañó con los ojos negros que apenas creían, doblada sobre el monedero y las rodillas, hasta verlo doblar la otra esquina.
pero él fue más fuerte que ella. ni una sola vez miró hacia atrás.

* barri de río de janeiro

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