viernes, 15 de julio de 2011

federico garcía lorca (españa, 1898 - 1936) // poesías - elegía a doña juana la loca / elegía del silencio / elegía

elegía a doña juana la loca
a  melchor fernández almagro

princesa enamorada sin ser correspondida.
clavel rojo en un valle profundo y desolado.
la tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.

eras una paloma con alma gigantesca
cuyo nido fue sangre del suelo castellano,
derramaste tu fuego sobre un cáliz de nieve
y al querer alentarlo tus alas se troncharon.

soñabas que tu amor fuera como el infante
que te sigue sumiso recogiendo tu manto.
y en vez de flores, versos y collares de perlas,
te dio la muerte rosas marchitas en un ramo.

tenías en el pecho la formidable aurora
de isabel de segura. melibea. tu canto,
como alondra que mira quebrarse el horizonte,
se torna de repente monótono y amargo.

y tu grito estremece los cimientos de burgos.
y oprime la salmodia del coro cartujano.
y choca con los ecos de las lentas campanas
perdiéndose en la sombra tembloroso y rasgado.

tenías la pasión que da el cielo de españa.
la pasión del puñal, de la ojera y el llanto.
¡oh princesa divina de crepúsculo rojo,
con la rueca de hierro y de acero lo hilado!

nunca tuviste el nido, ni el madrigal doliente,
ni el laúd juglaresco que solloza lejano.
tu juglar fue un mancebo con escamas de plata
y un eco de trompeta su acento enamorado.

y, sin embargo, estabas para el amor formada,
hecha para el suspiro, el mimo y el desmayo,
para llorar tristeza sobre el pecho querido
deshojando una rosa de olor entre los labios.

para mirar la luna bordada sobre el río
y sentir la nostalgia que en sí lleva el rebaño
y mirar los eternos jardines de la sombra,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

¿tienes los ojos negros abiertos a la luz?
o se enredan serpientes a tus senos exhaustos...
¿dónde fueron tus besos lanzados a los vientos?
¿dónde fue la tristeza de tu amor desgraciado?
en el cofre de plomo, dentro de tu esqueleto,
tendrás el corazón partido en mil pedazos.

y granada te guarda como santa reliquia,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!
eloisa y julieta fueron dos margaritas,
pero tú fuiste un rojo clavel ensangrentado
que vino de la tierra dorada de castilla
a dormir entre nieve y ciprerales castos.

granada era tu lecho de muerte, doña juana,
los cipreses, tus cirios;
la sierra, tu retablo.
un retablo de nieve que mitigue tus ansias,
¡con el agua que pasa junto a ti! ¡la del dauro!

granada era tu lecho de muerte, doña juana,
la de las torres viejas y del jardín callado,
la de la yedra muerta sobre los muros rojos,
la de la niebla azul y el arrayán romántico.

princesa enamorada y mal correspondida.
clavel rojo en un valle profundo y desolado.
la tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.


elegía del silencio

silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?
¿cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento dardo
en tu cristal inmenso?
¿dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?

el aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
donde posas tus manos,
la espina de la risa
o el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.
si te vas a los astros,
el zumbido solemne
de los azules pájaros
quiebra el gran equilibrio
de tu escondido cráneo.

huyendo del sonido
eres sonido mismo,
espectro de armonía,
humo de grito y canto.
vienes para decirnos
en las noches oscuras
la palabra infinita
sin aliento y sin labios.

taladrado de estrellas
y maduro de música,
¿dónde llevas, silencio,
tu dolor extrahumano,
dolor de estar cautivo
en la araña melódica,
ciego ya para siempre
tu manantial sagrado?

hoy arrastran tus ondas
turbias de pensamiento
la ceniza sonora
y el dolor del antaño.
los ecos de los gritos
que por siempre se fueron.
el estruendo remoto
del mar, momificado.

si jehová se ha dormido
sube al trono brillante,
quiébrale en su cabeza
un lucero apagado,
y acaba seriamente
con la música eterna,
la armonía sonora
de luz, y mientras tanto,
vuelve a tu manantial,
donde en la noche eterna,
antes que dios y el tiempo,
manabas sosegado.


elegía

como un incensario lleno de deseos,
pasas en la tarde luminosa y clara
con la carne oscura de nardo marchito
y el sexo potente sobre tu mirada.

llevas en la boca tu melancolía
de pureza muerta, y en la dionisíaca
copa de tu vientre la araña que teje
el velo infecundo que cubre la entraña
nunca florecida con las vivas rosas
fruto de los besos.

en tus manos blancas
llevas la madeja de tus ilusiones,
muertas para siempre, y sobre tu alma
la pasión hambrienta de besos de fuego
y tu amor de madre que sueña lejanas
visiones de cunas en ambientes quietos,
hilando en los labios lo azul de la nana.

como ceres dieras tus espigas de oro
si el amor dormido tu cuerpo tocara,
y como la virgen maría pudieras brotar
de tus senos otra vía láctea.

te marchitarás como la magnolia.
nadie besará tus muslos de brasa.
ni a tu cabellera llegarán los dedos
que la pulsen como
las cuerdas de un arpa.

¡oh mujer potente de ébano y de nardo!
cuyo aliento tiene blancor de biznagas.
venus del mantón de manila que sabe
del vino de málaga y de la guitarra.

¡oh cisne moreno! cuyo lago tiene
lotos de saetas, olas de naranjas
y espumas de rojos claveles que aroman
los niños marchitos que hay bajo sus alas.

nadie te fecunda. mártir andaluza,
tus besos debieron ser bajo una parra
plenos del silencio que tiene la noche
y del ritmo turbio del agua estancada.

pero tus ojeras se van agrandando
y tu pelo negro va siendo de plata;
tus senos resbalan escanciando aromas
y empieza a curvarse tu espléndida espalda.

¡oh mujer esbelta, maternal y ardiente!
virgen dolorosa que tiene clavadas
todas las estrellas del cielo profundo
en su corazón ya sin esperanza.

eres el espejo de una andalucía
que sufre pasiones gigantes y calla,
pasiones mecidas por los abanicos
y por las mantillas sobre las gargantas
que tienen temblores de sangre, de nieve,
y arañazos rojos hechos por miradas.

te vas por la niebla del otoño, virgen
como inés, cecilia, y la dulce clara,
siendo una bacante que hubiera danzado
de pámpanos verdes y vid coronada.

la tristeza inmensa que flota en tus ojos
nos dice tu vida rota y fracasada,
la monotonía de tu ambiente pobre
viendo pasar gente desde tu ventana,
oyendo la lluvia sobre la amargura
que tiene la vieja calle provinciana,
mientras que a lo lejos suenan los clamores
turbios y confusos de unas campanadas.

mas en vano escuchaste los acentos del aire.
nunca llegó a tus oídos la dulce serenata.
detrás de tus cristales aún miras anhelante.
¡qué tristeza tan honda tendrás dentro del alma
al sentir en el pecho ya cansado y exhausto
la pasión de una niña recién enamorada!

tu cuerpo irá a la tumba
intacto de emociones.
sobre la oscura tierra
brotará una alborada.
de tus ojos saldrán dos claveles sangrientos
y de tus senos, rosas como la nieve blancas.
pero tu gran tristeza se irá con las estrellas,
como otra estrella digna de herirlas y eclipsarlas.

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