martes, 4 de enero de 2011

william shakespeare (1564-1616) // hamlet, acto 2, escena II

... ¿no resulta monstruoso que ese actor,
en una simple ficción, en una pasión imaginaria,
tenga el poder de hacer entrar su alma, a la fuerza, en un
concepto propio, a tal punto que su influencia haga palidecer
su rostro todo;
los ojos llenos de lágrimas, la emoción al descubierto,
la voz quebrada, y toda esa operación adaptando
las formas convenientes a su idea? ...

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