martes, 4 de enero de 2011

kontsantinos kavafis (1863-1933) // poemas canónicos 1 (1895-1915)

la ciudad

dijiste: "iré a otra ciudad, iré a otro mar.
otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".
nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
la ciudad te seguirá. vagarás
por las mismas calles. y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
siempre llegarás a esta ciudad. para otro lugar -no esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.


terminado

en medio del temor y las sospechas,
con espíritu agitado y ojos de pavor,
nos consumimos y planeamos cómo hacer
para evitar el seguro
peligro que así terriblemente nos amenaza.
y sin embargo estamos equivocados, ése no está en nuestro camino:
falsos eran los mensajes (o no los escuchamos, o no los entendimos
bien). otra catástrofe, que no la imaginábamos,
repentina, violenta cae sobre nosotros
y no preparados -de dónde tiempo ya- nos arrebata.


idus de marzo

las grandezas teme, oh alma.
y si vencer tus ambiciones
no puedes, con cautela y reservas
síguelas. y cuanto más adelante vayas,
sé más observador, más cuidadoso.
y cuando a tu apogeo llegues, césar ya;
cuando tomes figura de hombre famoso,
entonces cuida especialmente al salir a la calle,
dominador insigne de séquito acompañado,
si acierta a acercarse, desde la multitud
algún artemidoro, que lleva una carta,
y dice apresurado "lee esto inmediatamente,
son cosas importantes que te interesan",
no dejes de detenerte; no dejes de postergar
cualquier conversación o tarea; no dejes de apartar
a las variadas personas que te saludan y se prosternan ante ti
(las puedes ver más tarde); que espere incluso
el senado mismo, y conoce al instante
los graves escritos de artemidoro.


que el dios abandonaba a antonio

cuando de repente, a medianoche, se escuche
pasar una comparsa invisible
con músicas maravillosas, con vocerío -
tu suerte que ya declina, tus obras
que fracasaron, los planes de tu vida
que resultaron todos ilusiones, no llores inútilmente.
como preparado desde tiempo atrás, como valiente,
di adiós a alejandría que se aleja.
sobre todo no te engañes, no digas que fue un
sueño, que se engañó tu oído:
no aceptes tales vanas esperanzas.
como preparado desde tiempo atrás, como valiente,
como te corresponde a ti que de tal ciudad fuiste digno,
acércate resueltamente a la ventana,
y escucha con emoción, mas no
con los ruegos y lamentos de los cobardes,
como último placer los sones,
los maravillosos instrumentos del cortejo misterioso,
y dile adiós, a la alejandría que pierdes.


los sabios, los hechos que se aproximan

pues los dioses perciben los hechos futuros;
los hombres, los ya ocurridos; los sabios, los que se aproximan.
filóstrato, vida de apolonio
de tiana, VIII, 7
los hombres conocen los hechos que ocurren al presente.
los futuros los conocen los dioses,
plenos y únicos poseedores de todas las luces.
de los hechos futuros los sabios captan
aquellos que se aproximan. sus oídos
a veces en horas de honda meditación se
conturban. el misterioso rumor
les llega de los acontecimientos que se aproximan.
y atienden a él piadosos. mientras en la calle
afuera, nada escuchan los pueblos.


monotonía

a un día monótono otro
monótono, invariable sigue: pasarán
las mismas cosas, volverán a pasar -
los mismos instantes nos hallan y nos dejan.
un mes pasa y trae otro mes.
lo que viene uno fácilmente lo adivina:
son aquellas mismas cosas fastidiosas de ayer.
y llega el mañana ya a no parecer mañana.


ítaca

cuando salgas en el viaje, hacia ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
a los lestrigones y a los cíclopes,
al irritado poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.
a los lestrigones y a los cíclopes,
y al feroz poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.
desea que el camino sea largo.
que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades egipcias
a aprender y aprender de los sabios.
siempre en tu pensamiento ten a ítaca.
llegar hasta allí es tu destino.
pero no apures tu viaje en absoluto.
mejor que muchos años dure:
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que riquezas te dé Ítaca.
ítaca te dio el bello viaje.
sin ella no hubieras salido al camino.
otras cosas no tiene ya que darte.
y si pobre la encuentras, ítaca no te ha engañado.
sabio así como llegaste a ser, con experiencia tanta,
ya habrás comprendido las ítacas qué es lo que significan.


cuanto puedas

y si no puedes hacer tu vida como la quieres,
en esto esfuérzate al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el contacto excesivo con la gente,
en demasiados trajines y conversaciones.
no la envilezcas llevándola,
trayéndola a menudo y exponiéndola
a la torpeza cotidiana
de las compañías y las relaciones,
hasta que llegue a ser pesada como una extraña.


troyanos

son los esfuerzos nuestros, de los desventurados,
son los esfuerzos nuestros como los de los troyanos.
algo conseguimos; nos reponemos
un poco; y empezamos
a tener coraje y buenas esperanzas.
pero siempre algo surge y nos detiene.
aquiles en el foso enfrente a nosotros
sale y con grandes voces nos espanta.-
son los esfuerzos nuestros como los de los troyanos.
creemos que con decisión y audacia
cambiaremos la animosidad de la suerte,
y nos quedamos afuera para combatir.
mas cuando sobreviene la gran crisis,
nuestra audacia y decisión desaparecen;
se turba nuestra alma, paralízase;
y en torno de los muros corremos
buscando salvarnos con la fuga.
empero nuestra caída es cierta. arriba,
sobre las murallas, comenzó ya el lamento.
lloran sentimientos y recuerdos de nuestros días.
amargamente por nosotros príamo y hécuba lloran.


el cortejo de dionisio

damon, el artista (otro más diestro
no hay en el peloponeso), en mármol
de paros está elaborando el cortejo
de dionisio. el dios en gloria excelsa
adelante, con ímpetu en su paso.
desenfreno detrás. al lado de desenfreno
la embriaguez escancia a los sátiros el vino
de una ánfora coronada de hiedras.
cerca de ellos vino dulce el indolente,
los ojos semicerrados, dormilón.
y más abajo vienen los cantadores
melodía y dulce canto, y festejo que nunca
deja apagarse la venerable antorcha
de la procesión que él sostiene; y la ceremonia, muy digna.-
esto está haciendo damon. y junto a ello
su pensamiento de cuando en cuando considera
la recompensa del rey de siracusa,
tres talentos, mucha cantidad.
con sus otros dineros y con éste
cuando ingresen, como persona acomodada ricamente va a vivir
y podrá entrar a la política -¡qué alegría!-,
también él en la asamblea, también él en el ágora.


reyes alejandrinos

se reunieron los alejandrinos
para ver a los hijos de cleopatra,
a cesarión, y a sus hermanos pequeños,
alejandro y ptolomeo, a quienes por primera
vez sacaban afuera al gimnasio,
para proclamarlos allí reyes,
en medio de la brillante parada de los soldados.
alejandro -lo nombraron rey
de armenia, de media, y de los partos.
ptolomeo -lo nombraron rey
de cilicia, de siria, y de fenicia.
cesarión estaba de pie más adelante,
ataviado con seda rosada,
en su pecho un ramo de jacintos,
su ceñidor una doble hilera de zafiros y amatistas,
atadas sus sandalias con cintas
blancas recamadas con perlas color rosa.
a éste lo nombraron con rango mayor que a los pequeños,
a éste lo nombraron rey de los reyes.
los alejandrinos comprendían ciertamente
que todo era palabras y teatro.
pero el día era cálido y poético,
el cielo un claro azul,
el gimnasio alejandrino una
triunfal hazaña del arte,
el lujo de los cortesanos espléndido,
cesari6n todo gracia y belleza
(hijo de cleopatra, sangre de los laghidas):
y los alejandrinos corrían ya a la fiesta,
y se entusiasmaban, y aclamaban,
en griego, y en egipcio, y algunos en hebreo,
encantados con el bello espectáculo
-a pesar de que ciertamente sabían cuánto valía eso,
qué palabras vacías eran esos reinos.


filoheleno

cuida que el grabado se haga artísticamente.
expresión grave y majestuosa.
la diadema mejor más bien estrecha;
aquellas anchas de los partos no me gustan.
la inscripción, como de costumbre, en griego:
no exagerada, no pomposa
-que no lo malinterprete el cónsul
que siempre rebusca para denunciar a roma-
que sea empero ciertamente honrosa.
algo muy escogido en la otra cara:
algún hermoso discóbolo adolescente.
sobre todo te recomiendo preocuparte
sithaspe, por dios, no olvidarse
después de rey y salvador,
que se grabe con letras elegantes, filoheleno.
y ahora no me vengas con agudezas,
que "¿dónde están los helenos?" y "¿dónde la lengua griega
aquí detrás del zagro, más acá del fraata?"
puesto que tantos y tantos más bárbaros que nosotros
lo escriben, lo escribiremos también nosotros.
y por último no te olvides que a veces
nos llegan sofistas desde siria,
y versificadores, y otros que se ocupan de necedades.
de modo que no tenemos tan poca cultura helénica, creo yo,


los pasos

en un lecho de ébano ornamentado
con águilas de coral, duerme profundamente
nerón -inconsciente, tranquilo, y feliz;
en la plenitud del vigor de la carne
y el hermoso brío de 1a juventud.
pero en la sala de alabastro que encierra
el antiguo larario de los aenobarbos
qué inquietos están los lares.
tiemblan los pequeños dioses hogareños
y tratan de ocultar sus cuerpos insignificantes.
porque escucharon un ruido siniestro,
un ruido mortal que asciende las escalas,
pasos metálicos que hacen estremecerse los peldaños.
y desfallecientes ahora los míseros lares,
se esconden en el fondo del larario,
se empujan unos a otros y tropiezan,
y un pequeño dios cae sobre el otro,
pues han comprendido qué clase de ruido es éste,
han percibido ya los pasos de las furias.


tumba de lisias, el gramático

muy cerca, a la derecha cuando entras a la biblioteca
de berito, enterramos al sabio lisias,
el gramático. el lugar es muy apropiado.
lo colocamos cerca de sus cosas a las que recuerda
también allá acaso - escolios, textos, filología,
variantes, opúsculos con abundante interpretación de helenismos.
y además así será vista y honrada por nosotros
su tumba, cuando pasemos a los libros.


lo riesgoso

dijo mirtias (un estudiante sirio
de alejandría: bajo el reinado
de augusto constante y augusto constancio,
gentil en parte, y en parte cristianizado):
"fortalecido con meditación y estudio,
yo no temeré a mis pasiones como un cobarde.
mi cuerpo a los placeres entregaré,
a las delectaciones soñadas,
a los más atrevidos deseos amorosos,
a los lúbricos impulsos de mi sangre, sin
ningún temor, porque cuando quiera -
y tenga decisión, fortalecido
como estaré con meditación y estudio -
en los momentos críticos he de reencontrar
mi espíritu, igual que otrora, ascético".


en la iglesia

amo la iglesia - sus hexaptérigas,
la plata de sus vasos sagrados, sus candelabros,
las luces, su iconos, el púlpito.
cuando entro en la iglesia de los griegos:
con la fragancia de su incienso,
con las voces y músicas litúrgicas,
la majestuosa presencia de los sacerdotes
y el ritmo grave de cada uno de sus movimientos
-resplandecientes en los ornamentos de las vestiduras-
mi pensamiento va a los grandes honores de nuestra raza,
a nuestra gloriosa bizantinidad.


muy raramente

es un anciano. agotado y giboso,
estragado por los años, y por intemperancias,
con paso lento atraviesa la calleja.
y sin embargo cuando entra a su casa para ocultar
su ruina y su vejez, considera
la parte que él aún posee en la juventud.
adolescentes ahora los versos suyos recitan.
por los vivaces ojos de éstos pasan las visiones suyas.
sus espíritus sanos, voluptuosos,
sus cuerpos armoniosos, firmes,
se conmueven con su propia expresión de la Belleza.


mar de la mañana

aquí que me detenga. que también yo contemple un poco la
naturaleza.
azul esplendoroso de un mar de la mañana
y de un cielo sin nubes, y una ribera amarilla: todo
hermosamente y con plenitud iluminado.
aquí que me detenga. y que me engañe como que veo esto
(lo vi en verdad un instante cuando recién me detuve);
y no también aquí mis fantasías,
mis recuerdos, las visiones de la voluptuosidad.


jónico

aunque rompimos sus estatuas,
aunque los expulsamos de sus templos,
no por eso murieron del todo los dioses.
oh tierra de la jonia, a ti te aman todavía,
a ti sus almas te recuerdan aún.
cuando sobre ti amanece una mañana de agosto,
el vigor de sus vidas atraviesa tu atmósfera;
y a veces una etérea figura de efebo,
indefinida, con paso rápido,
por sobre tus colinas atraviesa.


a la entrada del café

algo que dijeron al lado mío
dirigió mi atención a la entrada del café.
y vi el hermoso cuerpo que parecía
como si el amor lo hubiese forjado con su más consumada
experiencia -
plasmando sus armoniosas formas con alegría,
elevando esculturalmente la estatura;
plasmando con emoción el rostro
y dejando a través del tacto de sus manos
un sentimiento en la frente, en los ojos, y en los labios.


una noche

el cuarto era pobre y vulgar,
oculto en los altos de una taberna equívoca.
desde la ventana se veía la calleja,
sucia y estrecha. desde abajo
llegaban las voces de algunos obreros
que jugaban a las cartas y que se divertían.
y allí en la cama humilde, ordinaria
poseí el cuerpo del amor, poseí los labios
voluptuosos y rojos de la embriaguez -
rojos de tal embriaguez, que también ahora
cuando escribo, ¡después de tantos años!,
en mi casa solitaria, me embriago nuevamente.


vuelve

vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, vuelve y tómame -
cuando del cuerpo la memoria se despierta,
y un antiguo deseo vuelve a pasar por la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
y las manos sienten como que tocan otra vez.
vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...


lejos

quisiera este recuerdo decirlo...
pero de tal modo se ha borrado... como que nada queda -
porque lejos, en los primeros años de mi adolescencia yace.
una piel como hecha de jazmín...
aquel atardecer de agosto – ¿era agosto...?-
apenas me recuerdo ya de los ojos; eran, creo, azules...
ah sí, azules: un azul de zafiro.


jura

jura cada tanto tiempo comenzar una vida mejor.
mas cuando llega la noche con sus propios consejos,
con sus compromisos, y con sus promesas;
mas cuando llega la noche con su propia fuerza
del cuerpo que necesita y pide, hacia el mismo
placer fatal, perdido, va de nuevo.


fui

me desaté. me abandoné del todo y fui.
hacia los placeres, que medio reales,
medio imaginados en mi cerebro estaban,
fui en h noche iluminada.
y bebí licores fuertes, como
los que beben los temerarios de la voluptuosidad.


candelabro

en una pieza vacía y pequeña, sólo cuatro paredes,
y cubiertas por telas íntegramente verdes,
está encendido un hermoso candelabro y arde:
y en cada llama suya se abrasa
una pasión lasciva, un impulso lascivo.
en la pequeña pieza, que brilla iluminada
por el fuego vigoroso del candelabro,
no es en absoluto usual esta luz que brota.
para cuerpos sin audacia no está hecha
la voluptuosidad de este calor.


voces

voces ideales y amadas
de aquellos que murieron, o de aquellos que han
desaparecido para nosotros como los muertos.
a veces hablan en nuestros sueños;
a veces las escucha nuestro espíritu en el pensamiento.
y con su rumor por un instante retornan
ecos de la primera poesía de la vida nuestra -
como una música, en la noche, lejana, que se apaga.


deseos

a cuerpos hermosos de muertos que no envejecieron
y los guardaron, con lágrimas, en un bello mausoleo,
con rosas a la cabeza y a los pies jazmines -
se asemejan los deseos que pasaron
sin cumplirse; sin merecer una
noche de placer, o una mañana luminosa.


velas

los días del futuro están delante de nosotros
como una hilera de velas encendidas
-velas doradas, cálidas, y vivas.
quedan atrás los días ya pasados,
una triste línea de veles apagadas;
las más cercanas aún despiden humo,
velas frías, derretidas, y dobladas.
no quiero verlas; sus formas me apenan,
y me apena recordar su luz primera.
miro adelante mis velas encendidas.
no quiero volverme, para no verlas y temblar,
cuán rápido la línea oscura crece,
cuán rápido aumentan las velas apagadas.


un anciano

en el lado de adentro del bullicioso café
inclinado sobre la mesa, está sentado un anciano:
con un diario delante, sin compañía.
y en el desmedro de la aciaga vejez
piensa cuán poco gozó los años
en que poseía fuerza, y palabra, y apostura.
sabe que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.
y sin embargo el tiempo en que era joven parece
como ayer. qué breve espacio, qué breve espacio.
y cavila cómo lo engañó la prudencia;
y cómo siempre en ella se confió-, ¡qué locura!-
la mentirosa que decía: "mañana. tienes mucho tiempo".
recuerda los ímpetus que contenta; y cuánta
alegría sacrificada. cada ocasión perdida
se burla ahora de su necia prudencia.
... mas de tanto pensar y recordar
el vértigo lo invade. y se queda dormido
apoyado en la mesa del café.


súplica

el mar a sus abismos llevose un marinero.-
su madre, sin saberlo, va y enciende
un alto cirio delante de la virgen,
para que vuelva pronto y el tiempo le sea benigno-
y de continuo tiende hacia el viento el oído.
mas mientras ella implora y suplica,
la imagen escucha, grave y acongojada,
pues sabe que no ha de volver ya el hijo que ella espera.


las almas de los viejos

en sus viejos cuerpos acabados
viven las almas de los ancianos.
cuán tristes son las pobres
y qué hastiadas de la vida miserable que arrastran.
cómo tiemblan de perderla y cuánto la aman
las desamparadas y contradictorias
almas, que viven -comicotrágicas-
bajo la vieja piel gastada.


termópilas

honor a aquellos que en sus vidas
se dieron por tarea el defender termópilas.
que del deber nunca se apartan;
justos y rectos en todas sus acciones,
pero también con piedad y clemencia;
generosos cuando son ricos, y cuando
son pobres, a su vez en lo pequeño generosos,
que ayudan igualmente en lo que pueden;
que siempre dicen la verdad,
aunque sin odio para los que mienten.
y mayor honor les corresponde
cuando prevén (y muchos prevén)
que efialtes ha de aparecer al fin,
y que finalmente los medos pasarán.


che fece ... il gran rifiuto

a algunos hombres les llega un día
en que deben el gran sí o el gran no
decir. de inmediato se revela quién tiene
preparado en su interior el sí, y diciéndolo
avanza en el honor y en su convicción.
aquél que se negó no se arrepiente. si otra vez le preguntaran,
no, diría de nuevo. y sin embargo lo agobia
aquel no -justo- durante toda su vida.


las ventanas

en estas oscuras piezas, donde paso
días agobiantes, voy y vuelvo arriba abajo
para hallar las ventanas. -cuando se abra
una ventana habrá un consuelo- .
mas las ventanas no están, o no puedo
encontrarlas. y mejor quizás que no las halle.
acaso la luz sea un nuevo tormento.
quién sabe qué cosas nuevas mostrará.


murallas

sin consideración, sin piedad, sin recato
grandes y altas murallas en torno mío construyeron.
y ahora estoy aquí y me desespero.
otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino;
porque afuera muchas cosas tenia yo que hacer.
ah cuando los muros construían cómo no estuve atento.
pero nunca escuché ruido ni rumor de constructores.
imperceptiblemente fuera del mundo me encerraron.


esperando a los bárbaros

-¿qué esperamos reunidos en el ágora?
es que los bárbaros van a llegar hoy día.
-¿por qué en el senado tal inactividad?
¿por qué los senadores están sin legislar?
porque los bárbaros llegarán hoy día.
¿qué leyes van a hacer ya los senadores?
los bárbaros cuando lleguen legislarán.
– ¿por qué nuestro emperador se levantó tan de mañana, y está
sentado en la puerta mayor de la ciudad sobre el trono, solemne,
portando la corona?
porque los bárbaros llegarán hoy día.
y el emperador esperar recibir
a su jefe. y más aún ha preparado
un pergamino para dárselo. allí
le escribió muchos títulos y nombres.
-¿por qué nuestros dos cónsules y los pretores salieron
hoy con sus togas púrpuras, bordadas;
por qué se pusieron brazaletes con tantos amatistas,
y anillos con magnificas, brillantes esmeraldas;
por qué toman hoy día valiosísimos bastones
en plata y oro espléndidamente labrados?
porque los bárbaros llegarán hoy día
y tales cosas deslumbran a los bárbaros.
-¿por qué tampoco los valiosos oradores no acuden como siempre
a pronunciar sus discursos, a decir sus cosas?
porque los bárbaros llegarán hoy día;
y los aburren las elocuencias y las arengas.
-¿por qué comenzó de improviso esta inquietud
y confusión? (los rostros qué serios que se han puesto.)
¿por qué rápidamente se vacían las calles y las plazas
y todos regresan a sus casas pensativos?
porque anocheció y los bárbaros no llegaron.
y unos vinieron desde las fronteras
y dijeron que bárbaros ya no existen.
y ahora qué será de nosotros sin bárbaros.
los hombres esos eran una cierta solución.


deslealtad

muchas cosas alabamos de homero, pero no elogiaremos ésta...
ni tampoco a esquilo cuando dice thetis que apolo, cantando en sus bodas,
"le vaticinó buena maternidad. hijos sin enfermedades y de larga
vida. habiéndome anunciado que los dioses velarían con amor sobre
mi destino, entonó el peán, dándome valor. y yo esperaba que la
boca divina, de donde fluía el arte adivinatorio, no fuera falsa: pero
el que cantaba... el mismo es el asesino de mi hijo".
platón, la república II
cuando casaban a thetis con peleo
se levantó apolo en el magnífico festín
del matrimonio, y bendijo a los nuevos esposos
por el vástago que saldría de su unión.
dijo: nunca lo tocará una enfermedad
y tendrá larga vida.- cuando esto dijo,
se alegró mucho thetis, pues las palabras
de apolo que sabía de vaticinios
una garantía pareciéronle para su hijo.
y mientras aquiles crecía, y era
su belleza orgullo de resalía,
thetis recordaba las palabras del dios.
pero un día vinieron unos ancianos con noticias
y contaron la muerte de aquiles en troya.
y rasgaba thetis sus vestidos de púrpura,
y se sacaba de encima brazaletes y sortijas
y las arrojaba al suelo.
y en medio de su lamento se recordó del pasado
y preguntó qué hacía el sabio apolo,
dónde andaba el artista que en los festines
habla magníficamente, dónde andaba el profeta
cuando a su hijo mataban en su primera juventud.
y los ancianos le contestaron que apolo,
él mismo bajó a troya,
y con los troyanos asesinó a aquiles.


las exequias de sarpedón

profundo dolor tiene zeus. ha dado muerte
patroclo a sarpedón; y ahora se abalanzan
el hijo de menecio y los aqueos a arrebatar
el cuerpo y ultrajarlo
pero esto no agrada en absoluto a zeus.
a su hijo amado -al que dejó
morir: tal era la ley-
al menos muerto lo honrará.
yhe aquí que envía a aolo a la llanura
instruido de cómo cuidar el cuerpo.
cn unción y dolor el cadáver del héroe
levanta apolo y lo lleva hasta el río.
lo limpia del polvo y de la sangre;
cura las horribles heridas, sin dejar
que aparezca vestigio alguno; vierte sobre él
los aromas de la ambrosía; y con espléndidos ropajes
olímpicos lo viste.
blanquea su cutis; y con una peineta de perlas
sus cabellos negrísimos peina.
los hermosos miembros los arregla y recuesta.
ahora parece un joven rey auriga -
en sus veinticinco años, en sus veintiséis-
que reposa después haber ganado,
con un carro de oro y velocísimos caballos,
en un certamen famoso el galardón.
en cuanto apolo hubo terminado
su misión, llamó a los dos hermanos
al sueño y a la muerte, ordenándoles
que el cuerpo llevaran a licia, ese rico país.
y hacia allá al rico país, a licia,
viajaron estos dos hermanos
sueño y muerte, y cuando ya llegaron
a la puerta de la casa real,
entregaron el glorificado cuerpo,
y volvieron a sus otras preocupaciones y quehaceres.
y cuando 1o recibieron allí; en la casa, comenzó
con procesiones, y honras, y lamentos,
y con abundantes libaciones en sagradas crateras,
y con todo lo necesario, la triste sepultación;
y después hábiles artesanos de la ciudad
y afamados artífices de la piedra
vinieron a labrar el túmulo y la estela.


los caballos de aquiles

cuando vieron muerto a patroclo,
que era tan valeroso, y fuerte, y joven,
los caballos de aquiles comenzaron a llorar;
sus naturalezas inmortales se indignaban
por esta obra de la muerte que contemplaban.
sacudían sus cabezas y agitaban sus largas crines,
golpeaban la tierra con las patas, y lloraban a patroclo
al que sentían inanimado -destruido-
una carne ahora mísera -su espíritu desaparecido-
indefenso -sin aliento-
devuelto desde la vida a la gran nada.
las lágrimas vio zeus de los inmortales
caballos y apenose. "en las bodas de Peleo"
dijo "no debí así irreflexivamente actuar;
¡mejor que no os hubiéramos dado caballos míos
desdichados! qué buscabais allí abajo
entre la mísera humanidad que es juego del destino.
a vosotros que no la muerte acecha, ni la vejez
efímeras desgracias os atormentan. en sus padecimientos
os mezclaron los humanos". -pero sus lágrimas
seguían derramando los dos nobles animales
por la desgracia sin fin de la muerte.

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