viernes, 22 de julio de 2011

jorge luis borges (argentina, 1899 - 1986) // poesías - elegía de la patria / el sueño / elogio de la sombra / españa

elegía de la patria

de hierro, no de oro, fue la aurora.
la forjaron un puerto y un desierto,
unos cuantos señores y el abierto
ámbito elemental de ayer y ahora.

vino después la guerra con el godo.
siempre el valor y siempre la victoria.
el brasil y el tirano. aquella historia
desenfrenada. el todo por el todo.

cifras rojas de los aniversarios,
pompas del mármol, arduos monumentos,
pompas de la palabra, parlamentos,

centenarios y sesquicentenarios,
son la ceniza apenas, la soflama
de los vestigios de esa antigua llama.


el sueño

si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?

¿por qué es tan triste madrugar? la hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos.
¿quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?


elogio de la sombra

la vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
el animal ha muerto o casi ha muerto.
quedan el hombre y su alma.
vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
buenos aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la recoleta, el retiro,
las borrosas calles del once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el sur.
siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
demócrito de abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi demócrito.
esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
de las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
del sur, del este, del oeste, del norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
emerson y la nieve y tantas cosas.
ahora puedo olvidarlas. llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
pronto sabré quién soy.


españa

más allá de los símbolos,
más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios,
más allá de la aberración del gramático
que ve en la historia del hidalgo
que soñaba ser don quijote y al fin lo fue,
no una amistad y una alegría
sino un herbario de arcaísmos y un refranero,
estás, españa silenciosa, en nosotros.
españa del bisonte, que moriría
por el hierro o el rifle,
en las praderas del ocaso, en Montana,
españa donde ulises descendió a la casa de hades,
españa del íbero, del celta, del cartaginés, y de roma,
españa de los duros visigodos,
de estirpe escandinava,
que deletrearon y olvidaron la escritura de ulfilas,
pastor de pueblos,
españa del islam, de la cábala
y de la noche oscura del alma,
españa de los inquisidores,
que padecieron el destino de ser verdugos
y hubieran podido ser mártires,
españa de la larga aventura
que descifró los mares y redujo crueles imperios
y que prosigue aquí, en buenos aires,
en este atardecer del mes de julio de 1964,
españa de la otra guitarra, la desgarrada,
no la humilde, la nuestra,
españa de los patios,
españa de la piedra piadosa de catedrales y santuarios,
españa de la hombría de bien y de la caudalosa amistad,
españa del inútil coraje,
podemos profesar otros amores,
podemos olvidarte
como olvidamos nuestro propio pasado,
porque inseparablemente estás en nosotros,
en los íntimos hábitos de la sangre,
en los acevedo y los suárez de mi linaje,
españa,
madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones,
incesante y fatal.

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