martes, 11 de enero de 2011

gabriel e. baliotte // la representación ( y/de/en mientras tanto, como siempre)

la representación no trata de la representación de la cosa en sí, de la experiencia concreta, sino de la impronta que deja la cosa o el hecho a representar no siempre igual, más bien nunca o casi nunca igual, porque la impronta lo es de la idea que se forma en otro lugar que en la materialidad. el símil es símil de una idea, una imagen de la cosa más que la cosa en sí.
representar vendría a ser hablar de o hacer actuar, mostrar en el sentido más básico del término, a un signo y a partir de eso, poder hacer el camino inverso, el de la reconstrucción de ese signo hasta la cosa o hasta la idea. construcción, destrucción y reconstrucción del hecho primero (deconstrucción de la forma y el sentido lo llamaría jaques derrida) junto con un proceso de significación, designificación y resignificación, generando así en cada elemento algo diferente pero esencialmente igual. ese camino inverso y que se va enriqueciendo en cada momento es la tarea del intérprete/personaje (posterior y junto con el director que hace su propio recorrido) y el espectador, que es parte indispensable del proceso.
partiendo de que el teatro es como una casa de espejos (donde las imágenes y no los hechos o las cosas en sí participan, la realidad es una realidad distinta de la cotidiana), representar vendría a ser construir ese juego de espejos, el
trabajo de síntesis dialéctica constructiva entre autor y director, director y actores, actores y actores y escena y público, aboliendo esa separación y creando un gran espacio de representación, en juego de ida y vuelta donde cada uno construye en armonía con el resto el hecho teatral.

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