jueves, 25 de agosto de 2011

giorgio colli (italia, 1917 - 1979) // el desafío del enigma

el desafío del enigma

los orígenes de la filosofía han desvelado a más de un pensador y es poco lo que ha podido hacerse. es mucho más dificil aceptar que los orígenes siempre están perdidos y que no hacemos otra cosa -al intentar recuperarlos- que construir hermosos relatos, hermosas ficciones, o no tan hermosas, que tienen su eficacia, sin duda. ¿es muy dificil aceptar que construimos nuestros orígenes porque necesitamos un punto de apoyo para dar dirección a la construcción de sentidos? a veces pareciera que sí, que es muy dificil. es aquí, en ese preciso instante de dificultad que traemos este texto de un filósofo italiano, para que nos ayude a dar un paso hacia esa otra región que hace innecesario al origen y que con extrema sencillez, no carente de complejidad nos anima a recorrer senderos que llevan mucho tiempo ocultos. o aún más, que no han sido recorridos ni considerados. acercamos en esta dirección la hipótesis de que la misma filosofía en tanto un saber y un saber establecido a base de filiaciones, tradiciones y unido de un modo tal a la historia de occidente que establece así sus posibilidades, las del saber en su conjunto (por supuesto esto será así para cada época considerada). digámoslo de otra manera: para cada época y con dispositivos específicos el hombre puede saber determinadas cosas y no otras. ya que no se trata de intenciones sino de dispositivos, no se trata del ' conocer de alguien' sino de las capacidades de la organización de lo que allí sucede en registros que no podemos considerar aquí (por ejemplo: para g. duby los tres órdenes del imaginario feudal). sólo una indicación para otorgarnos direcciones.
sergio rocchietti


mediante el oráculo, apolo impone al hombre la moderación, mientras que él, por su parte, es inmoderado; lo exhorta a controlarse, mientras que él se manifiesta mediante un «pathos» incontrolado: con eso el dios desafía al hombre, le provoca, lo instiga a desobedecerle. semejante ambigüedad se expresa en la palabra del oráculo, la convierte en un enigma. la pavorosa oscuridad de la respuesta indica la diferencia entre mundo humano y divino. por lo demás, ya los upanishad indios decían: «porque a los dioses les gusta el enigma, y les repugna lo que es manifiesto». ya hemos mencionado el carácter terrible y cruel que la tradición religiosa griega atribuye a apolo, a su acción hostil para con el mundo humano: en este contexto vuelve a intervenir el aspecto enigmático de la palabra de apolo. para los griegos la formulación de un enigma va acompañada de una carga tremenda de hostilidad. un pasaje del prometeo de esquilo lo prueba indirectamente: «te diré claramente todo lo que quieres saber, no entrelazando enigmas, sino con palabras claras, como deben ser las dirigidas a los amigos».
por otra parte, el enigma tiene gran importancia en la civilización arcaica de grecia, sobre todo en conexión con los orígenes de la sabiduría, tiene una importancia autónoma que se sale de la esfera estrictamente apolínea. desde luego, la conexión entre adivinación y enigma es primigenia, como parece indicarlo el final del pasaje ya citado del timeo, y como lo confirma el banquete de platón: «quienes pasan toda la vida juntos... no sabrían ni siquiera qué quieren obtener el uno del otro. nadie podrá creer que se trate del contacto de los placeres amorosos... el alma de ambos desea alguna otra cosa que no es capaz de expresar; de lo que desea... tiene una adivinación, y habla mediante enigmas». pero desde época antiquísima el enigma tiende a separarse de la adivinación. el ejemplo más célebre lo proporciona el tenebroso mito tebano de la esfinge. también en este caso el enigma surge de la crueldad de un dios, de su malevolencia para con los hombres. la tradición es incierta con respecto a si fue hera o apolo quien envió a tebas la esfinge, monstruo híbrido que simboliza la combinación de una animalidad feroz con la vida humana. la esfinge impone a los tebanos el desafío mortal del dios, formula el enigma sobre las tres edades del hombre. sólo quien resuelve el enigma puede salvar a la ciudad y a sí mismo: el conocimiento es la instancia última, respecto a la cual se libra la lucha suprema del hombre. el arma decisiva es la sabiduría. y la lucha es mortal: quien no resuelve el enigma es devorado o degollado por la esfinge, quien lo resuelve - sólo a edipo correspondió la victoria- hace precipitarse a la esfinge en el abismo. el testimonio más antiguo sobre este mito, que al mismo tiempo es el pasaje más antiguo en que aparece la palabra «enigma», es un fragmento de píndaro: «el enigma que resuena desde las feroces mandíbulas de la virgen». en este caso el texto sugiere inmediatamente la conexión entre crueldad y enigma y no es necesario deducirla como en el pasaje recordado del prometeo.
todavía en plena época arcaica el enigma se presenta algo más separado de la esfera divina de que procede, tiende a convertirse en objeto de una lucha humana por la sabiduría. la fuente más antigua en ese sentido se remonta al siglo VIII o VII a.C.; volvemos a encontrarla en la obra del geógrafo estrabón, que, después de haber hablado de éfeso, y de colofón, cuenta, a propósito del santuario de claro, un certamen legendario entre sabios. «cuentan que calcante, el adivino hijo de anfiarao (junto con anfíloco), llegó aquí a pie a su regreso de troya, y, por haber encontrado cerca de claro a un adivino superior a él, mopso hijo de manto (hija de tiresias), murió de dolor. hesíodo elabora el mito del modo siguiente, al hacer que calcante haga a mopso esta pregunta: "estoy asombrado del gran número de frutos que tiene esa higuera salvaje, a pesar de ser tan pequeña, ¿quieres decirme el número de los higos?". y mopso respondió: "son diez mil en número, su medida es un medinmo, pero uno de esos higos sobra y no cabe en la medida". así dijo y se confirmó que era cierto el número de la medida, y entonces un sueño de muerte cubrió a calcante». estrabón cuenta después otras versiones del episodio, entre ellas la de ferecide, un sabio del siglo VI, con una formulación diferente del enigma, y refiere el testimonio de sófocles, en una tragedia perdida, según el cual un oráculo había predicho a calcante que estaba destinado a morir, cuando encontrara un adivino superior a él.
el hecho de que sean dos adivinos los que se midan por la sabiduría recuerda la matriz religiosa del enigma, incluso en su fase humana. otro elemento sugiere semejante perspectiva, a saber, el contraste entre la trivialidad, en la forma y en el contenido, de esos enigmas y el carácter trágico de su resolución. análogamente, se advierte un contraste con el enigma de la esfinge, por la transparencia de su resolución. semejantes elementos discordantes de la tradición revelan la intervención de un arbitrio divino, la intrusión en la esfera humana de algo perturbador, inexplicable, irracional, trágicamente absurdo.
podríamos documentar ampliamente la seriedad y la importancia del enigma en aquella era arcaica; en época apenas más reciente, en los siglos VII y VI a. C., se extiende la formulación contraria del enigma, y ese fenómeno coincide con la completa humanización en esa esfera. así, encontramos formulaciones de enigmas desde los poemas homéricos y desde hesíodo, y después en la época de los siete sabios - en la que la fama de cleóbulo y, sobre todo, de su hija cleobuline deriva precisamente de colecciones de enigmas- y en la poesía lírica, de teógnides a simónides.
posteriormente, en los siglos V y IV, todo eso va atenuándose gradualmente. después de heráclito, en cuyo pensamiento el enigma es algo central, los sabios pasan a centrar su atención en las consecuencias del enigma y no en el enigma mismo. en cambio, a eso, entendido como fondo religioso, hacen referencia con frecuencia la tragedia y la comedia. todavía en platón encontramos vestigios precisos, casi resonancias arcaicas, que nos permiten una reconstrucción más amplia de ese fenómeno. según un pasaje del carmides, el enigma aparece cuando «el objeto del pensamiento no va expresado por el sonido de las palabras». por tanto, presupone una condición mística, en que cierta experiencia resulta inexpresable: en tal caso el enigma es la manifestación en la palabra de lo divino, lo oculto, una interioridad inefable. la palabra es algo diferente de lo que entiende quien habla, por lo tanto, es necesariamente oscura. otro pasaje del fedón pone en conexión el enigma con la esfera mística y mistérica: "es posible que quienes instituyeron para nosotros los misterios no fueran hombres ignorantes, sino que realmente se hubieran expresado durante mucho tiempo mediante enigmas, con lo que indicaban que quien carezca de iniciación y no haya participado en los misterios, cuando llegue al hades, yacerá en el fango, mientras que quien se haya purificado y se haya iniciado en los misterios, al llegar allí abajo, vivirá con los dioses". efectivamente, como dicen quienes establecieron los misterios, "muchos son los que llevan el tirso, pero pocos los poseídos por dionisos...". esta última cita, de resonancia órfica, parece, a su vez, la formulación de un enigma. en esos pasajes de platón es de destacar la aproximación del enigma a la esfera de dionisos, más que a la de apolo: en cambio, recuérdese, a propósito de esto, la sugerencia que hemos hecho más arriba de considerar a apolo y a dionisos como dos dioses fundamentalmente afines, en lugar de ver en ellos una contraposición de dos instintos estéticos y metafísicos, según la interpretación de nietzsche.
en otro pasaje platón toca el aspecto perverso y trágico del enigma, cuando, en la apología de sócrates, compara la acusación lanzada por meleto contra sócrates con un enigma: «"¿se dará cuenta sócrates, el sabio, de que me burlo de él y de que me contradigo? ¿o conseguiré engañarlo a él y a los otros que escuchan?" en efecto, me parece que se contradice en la acusación, como si dijera: "sócrates es culpable de no creer a los dioses, sino creer en los dioses". y eso significa jugar». en esta última formulación enigmática, en que sócrates traduce la acusación de meleto, es interesante observar la forma contradictoria, característica, como hemos dicho, de la fase madura, humana, del enigma. la contradicción sugiere engañosamente un contenido, la solución del enigma, es decir, la culpa de sócrates. a meleto le sale bien el engaño, porque los jueces van a interpretar así el enigma y a condenar a sócrates, en lugar de descubrir que la contradicción era simplemente una contradicción, vacía de contenido, que lo único que ocurría era que meleto se contradecía. quien cae en la trampa del enigma está destinado a la perdición. por último, quizás deban interpretarse como un enigma las últimas palabras que sócrates pronuncia antes de morir, en el fedón platónico.- «debemos un gallo a asclepio, pagad la deuda, no la olvidéis». se ha escrito mucho para interpretar estas palabras, pero quizás más importante que el descubrimiento de su significado recóndito sea la comprobación de que entre los griegos un contexto religioso y solemne va acompañado con frecuencia de la aparición de palabras oscuras.
durante el siglo IV a. c., esas resonancias que todavía el joven platón advertía se apagan totalmente. el enigma se usa como juego de sociedad, durante los banquetes, o bien se lo emplea con los niños, para los fines de un adiestramiento elemental del intelecto. pero aristóteles todavía habla de él en contextos serios, en la retórica y en la política, al rastrear su importancia en la tradición. su definición es interesante, a pesar de estar alejada de cualquier fondo religioso y sapiencial: «el concepto del enigma es éste: decir cosas reales juntando cosas imposibles». dado que para aristóteles juntar cosas imposibles significa formular una contradicción, su definición quiere decir que el enigma es una contradicción que designa algo real, en lugar de no indicar nada, como ocurre por regla general. para que así sea, añade aristóteles, no se pueden juntar los nombres en su significado ordinario, sino que hay que utilizar la metáfora. así, pues, el uso de la metáfora estaría relacionado con el origen de la sabiduría. como se ve, con aristóteles el enigma ha quedado ya completamente vacío del «pathos» originario.
no obstante, es útil la indicación de que la formulación contradictoria es característica del enigma.
volvamos a la era arcaica. se ha dicho que con la entrada del enigma en la esfera humana, con la atenuación de su procedencia del dios, va afirmándose cada vez más una formulación de él contradictoria. ¿existe alguna conexión entre los dos fenómenos? antes de examinar este problema hay que ver cómo va configurándose esa humanización del enigma, lo que coincide con el nacimiento de los sabios. primero el dios inspira una respuesta en forma de oráculo, y el «profeta», por decirlo con platón, es un simple intérprete de la palabra divina, pertenece todavía totalmente a la esfera religiosa. después el dios impone un enigma mortal a través de la esfinge, y el hombre particular debe resolverlo o, de lo contrario, perderá la vida. por último, dos adivinos, calcante y mopso, luchan entre sí por un enigma: ya no interviene el dios, queda el fondo religioso, pero interviene un elemento nuevo, el agonismo, que en este caso es una lucha por la vida y por la muerte. un paso más, y cae el fondo religioso, y ocupa el primer plano el agonismo, la lucha de dos hombres por el conocimiento: ya no son adivinos, son sabios, o mejor combaten por conquistar el título de sabio.

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