jueves, 20 de enero de 2011

jacques prevert (1900 - 1977) // poemas

narciso

narciso se baña desnudo
lindas muchachas vienen a verlo
narciso sale del agua se acerca a ellas
y advierte que ya no es del todo el mismo.
algo en él ha cambiado
se acaricia con la mano
asombrado al dar sin quererlo ni saberlo
como un joven padrillo
las pruebas de su naciente virilidad.
y vuelve al agua
más deslumbrado que molesto
y mira a las muchachas.
y luego
con el agua a medio cuerpo se mira todavía
y ve
por un fenómeno de refracción
un bastón roto.
se ahoga
decepcionado infantilmente desesperado.


cuando un vivo se mata

cuando un vivo se mata, hay entre los vivos una gran
efervescencia.
como cuando arde la casa, bautizan al niño o aplastan
al gato por descuido con el cochecito del nene.
-lo veíamos tan seguido, la sonrisa en los labios y el
vaso en la mano, y se mató él mismo: es casi increíble.
-¿y por qué razón?
y todos buscan respuestas.
singular y poco viva pregunta; singulares y poco vivas
respuestas.
a menudo los reclaman lo que llaman la verdad: con
incoherencia, pero ávidamente, sus ojos suplican que les
mientan. muchos de ellos viven de simulacros y ésos
simulacros le son más indispensables que el pan, el agua,
el vino, el amor o los cordones de sus zapatos.
por suerte y por desgracia y por concurso de las
circunstancias, infancia privilegiada, caída de cabeza,en
fin, cualquier cosa, el que quiere y puede escapar de
esta espantosa manera de vivir y que sabe que más allá del
muelle los boletos son todos igualmente válidos, ya que
no tomó boleto trata de vivir de otro modo, trata de vivir
vivo.
a veces lo logra.
y así como el otro probaba el movimiento caminando
él prueba la felicidad siendo feliz.
y se acostumbra a esa vida.
pero casi todo se une en contra de los vivos vivos.
y es el coro de los que desprecian: "¡miren a ése, se
deja vivir y no da sus razones!"
a veces el vivo se harta.
a veces un ser que adora la vida se mata vivo y sonríe
a la vida al morir.
el caballo calculista se mata en plena representación, en
medio de la pista, y el público supone que cometió un
error en sus cifras y no pudo soportar tal deshonor.
¡buen caballo calculista!
pequeñito, cuando a latigazos te enseñaban a hacer
como que contabas, ya pensabas en morir, pero nadie
lo sabía.

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