lunes, 19 de septiembre de 2011

vicente huidobro (vicente garcía-huidobro fernández, chile, 1893 - 1948) // poesías - 18 / alerta / aquí estamos / el célebre océano

18

heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
me voy tiernamente como una luz
hacia el camino de las apariencias
volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
cuando los peces deshacen la cortina del mar
y el vacío se hincha por una mirada posible

volveré sobre las aguas del cielo

me gusta viajar como el barco del ojo
que va y viene en cada parpadeo
he tocado ya seis veces el umbral
del infinito que encierra el viento

nada en la vida
salvo un grito de antesala
nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
en la urna de las flores impacientes
se encuentran las emociones en ritmo definido


alerta

media noche
en el jardín
cada sombra es un arroyo

aquel ruido que se acerca no es un coche

sobre el cielo de parís
otto von zeppelín

las sirenas cantan
entre las olas negras
y este clarín que llama ahora

no es un clarín de la victoria

cien aeroplanos
vuelan en torno de la luna

apaga tu pipa

los obuses estallan como rosas maduras
y las bombas agujerean los días

canciones cortadas
tiemblan entre las ramas

el viento cortisona las calles

aomo apagar la estrella del estanque.


aquí estamos

nada está sujeto a los ojos para siempre
nada tiene lazos de leyenda a través del murmullo
sólo tu sombra da el destino y despierta la caverna
tu lumbre que suspira a modo de subir
entregándose entera en su esperanza
como chispa confiada y como signo de su hondura

volvamos al principio sin conclusión alguna
en virginal salida de la piel vidente
sin suceso del día ni del año sino largo memorial
de la raíz a la más alta punta
con los dedos crecidos por el viento
y el terror de los anuncios obscuros regalados
humildemente regalados como semillas a la madre
así el barco buscado por sus aguas
ha de reconocer los fluidos de su acento
y será reconocido por las puertas hermanas

la idea es nacimiento y sepulcro de grandes alas
es vuelo general es huñida de células y huesos
en árbol repentino sin recuerdo aparente
es un río asomado a su balcón
en el ir y venir de rincones incógnitos
entre cabezas y corazones asustados por su modo de ser
infinito alarido por el tiempo enseñado
con tanta muerte adentro que es cúspide de vida
interminable océano sacrificado a la noche
y noche sacrificada al sol que no la espera


el célebre océano

el mar decía a sus olas
hijas mías volved pronto
yo veo desde aquí las esfinges en equilibrio sobre el alambre
veo una calle perdida en el ojo del muerto
hijas mías llevad vuestras cartas y no tardéis
cada vez más rápidos los árboles crecen
cada vez más rápidas las olas mueren
los récord de la cabeza son batidos por los brazos
los ojos son batidos por las orejas
sólo las voces luchan todavía contra el día

creéis que oye nuestras voces
el día tan maltratado por el océano
creéis que comprende la plegaria inmensa de esta agua que cruje
sobre sus huesos

mirad el cielo muriente y las virutas del mar
mirad la luz vacía como aquel que abandonó su casa
el océano se fatiga de cepillar las playas
de mirar con un ojo los bajos relieves del cielo
con un ojo tan casto como la muerte que lo aduerme
y se aduerme en su vientre

el océano ha crecido de algunas olas
el seca su barba
estruja su casaca confortable
saluda al sol en el mismo idioma
ha crecido de cien olas

esto se debe a su inclinación natural
tan natural como su verde
más verde que los ojos que miran la hierba
la hierba de conducta ejemplar

el mar ríe y bate la cola
ha crecido de mil olas

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