martes, 20 de septiembre de 2011

josé martí (cuba, 1853 - 1895) // poesías - dos patrias / a la palabra / a un joven muerto / ¡vivir en sí, qué espanto!

dos patrias

dos patrias tengo yo: cuba y la noche.
¿o son una las dos? no bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
cuba cual viuda triste me aparece.
¡yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. ya es hora
de empezar a morir. la noche es buena
para decir adiós. la luz estorba
y la palabra humana. el universo
habla mejor que el hombre.
cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. las ventanas
abro, ya estrecho en mí. muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, cuba, viuda, pasa...


a la palabra

alma que me transportas:
voz desatada
que a las almas ajenas
llevas mi alma;
cinta, cinta de fuego
que pura y rauda
a los sueltos humanos
alegras y atas; -
pastora, y pastorcilla
enamorada,
que junto al blanco y húmedo
rebaño canta;
árabe, árabe fiero -
que en su dorada
hacanea parece
volante llama; -
león, león rugiente
de la montaña
que como alud de oro
al valle baja,-
y en el villano impuro
la garra clava,-
y en el dormido alumbra
el sol del alma; -
lira, lira imponente
en la más alta
cúspide de la tierra
serena, alzada,-
en dos troncos de robles
corvos las blandas
cuerdas mordiendo, y trenzas
de rosas blancas
de los hilos sonoros
sueltas al aura,
cantando con pasmosas
hercúleas cántigas,
de los dioses del cielo
y tierra hazañas,
y en himnos sin medida,
como las almas,
esparciendo a las nubes
la esencia humana,
que en lento giro asciende
de la batalla


a un joven muerto
para no sé qué corona fúnebre

¡vedle! en la seca garganta
apagada está la nota:
el brazo ya no levanta
la copa de oro, que rota
por la mística muerte,
en la pálida mano mal huida
sus myosotis y sus violetas vierte
mustias al pie del luchador sin vida.
niños, que vais con el arma
cargada y luciente al hombro,-
al soldado que desarma
muerte importuna, al escombro
de un águila aposento
ayer, y hueco ahora,
interrogad, y osado
su misión preguntad y cumplimiento
a su obra rota dad: ¡así se llora!


¡vivir en sí, qué espanto!

¡vivir en sí, qué espanto!
salir de sí desea
el hombre, que en su seno no halla modo
de reposar, de renovar su vida,
en roerse a sí propia entretenida.-
la soledad ¡qué yugo!
del aire viene al árbol alto el jugo: -
de la vasta, jovial naturaleza
al cuerpo viene el ágil movimiento
y al alma la anhelada fortaleza.-
¡cambio es la vida! vierten los humanos
de sí el fecundo amor: y Iuego vierte
la vida universal entre sus manos
modo y poder de dominar la muerte.
como locos corceles
en el cerebro del poeta vagan
entre muertos y pálidos laureles,
ansias de amor que su alma recia estragan
de anhelo audaz de redimir repleto
buscar en el aire bueno a su ansia objeto
y vive el triste, pálido y sombrío,
como gigante fiero
a un negro poste atado,
con la ración mezquina de un jilguero
por mano de un verdugo alimentado.
¡fauce hambrienta y voraz, un alma amante!
y aquí, enredado entre sus hierros, rueda
y el polvo muerde, el aire tasca y queda
atado al poste el mísero gigante.

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