miércoles, 28 de septiembre de 2011

roberto emilio gofredo arlt (argentina, 1900 - 1942) // cronicón de mí mismo - la inutilidad de los libros

la inutilidad de los libros

me escribe un lector:
"me interesaría muchísimo que escribiera algunas notas sobre los libros que deberían leer los jóvenes, para que aprendan y se formen un concepto claro, amplio, de la existencia no exceptuando, claro está, la experiencia propia de la vida".

no le pide nada el cuerpo

no le pide nada a usted el cuerpo, querido lector. pero, ¿en dónde vive? ¿cree usted acaso, por un minuto, que los libros le enseñarán a formarse "un concepto claro y amplio de la existencia?" está equivocado, amigo; equivocado hasta decir basta. lo que hacen los libros es desgraciarlo al hombre, créalo. no conozco un solo hombre feliz que lea. y tengo amigos de todas las edades. todos los individuos de existencia más o menoscomplicada que he conocido habían leído. leído, desgraciadamente, mucho.
si hubiera un libro que enseñara, f´´ijese bien, si hubiera un libro que enseñara a formarse un concepto claro y amplio de la existencia, ese libro estaría en todas las manos, en todas las escuelas,k en todas las universidades; no habrñia hogar que, en estante de honor, no tuviera ese libro que usted pide. ¿se da cuenta?
no se ha dado usted cuenta todavía de que si la gente lee, es porque espera encontrar la verdad en los libros. Y lo más que puede encontrarse en un libro es la verdad del autor, no la verdad de todos los hombres. y esa verdad es relativa... esa verdad es tan chiquita... que es necesario leer muchos libros para aprender a despreciarlos.

los libros y la verdad

calcule usted que alemania se publican anualmente, más o menos 10.000 libros, que abarcan todos los géneros de la especulación literaria; en parís ocurre lo mismo; en londres, ídem; en nueva york, igual.
piense esto:
si cada libro contuviera una verdad, una sola verdad nueva en la superficie de la tierra, el grado de civilización moral que habrían alcanzado los hombres ería inclaculable. ¿no es así? ahora bien, piense usted que los hombres de esas naciones cultas, alemania, inglaterra, francia, están actualmente discutiendo la reducción de armamentos (no confundir con supresión). ahora bien, sea un momento sensato usted. ¿para qué sirve esa cultura de diez mil libros por nación, volcada anualmente sobre la cabeza de los habitantes de esas tierras? ¿para qué sirve esa cultura, si en el año 1930, después de una guerra catastrófica como la de 1914, se discute un problema que debía causar espanto?
¿para qué han servido los libros, puede decirme usted?
yo, con toda sinceridad, le declaro que ignoro para qué sirven los libros. que ignoro para qué sirve la obra de un señor ricardo rojas, de un señor leopoldo lugones, de un señor capdevila, para circunscribirme a este país.

el escritor como operario

si usted conociera los entretelones de la literatura, se daría cuenta de que el escritor es un señor que tiene el oficio de escribir, como otro el de fabricar casas. nada más. lo que lo diferencia del fabricante de casas, es que los libros no son tan útles como las casas, y después... después que el fabricante de casas no es ta vanidoso como el escritor.
en nuestros tiempos, el escritor se cree el centro del mundo. macanea a gusto. engaña a la opinión pública, consciente o inconscientemente. no revisa sus opiniones. cree que lo que escribió es verdad por el hecho de haberlo escrito él. él es el centro del mundo. la gente que experimenta dificultades para escribirle hasta a la familia, cree que la mentalidad del escritor es superior a la de sus semejantes y está equivocada respecto a los libros y respecto a los autores. todos nosotros, los que scribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el puchero. nada más. y para ganarnos el puchero no vacilamos a veces en afirmar que lo blanco es negro y viceversa. y, además, hasta a veces nos permitimos el cinismo de reirnos y de creenos genios...

desorientadores

la mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. la gente busca la verdad y nosotros les damos verdades equivocadas. lo blanco por lo negro. es doloroso confesarlo, pero es así. hay que escribir. en europa los autores tienen su público; a ese público le dan un libro por año. ¿usted puede creer de buena fe, qie en un año se escribe un libro que contenga verdades? no, señor. no es posible. para escribir un libro por año hay que macanear. dorar la píldora. llenar páginas de frases.
es el oficio, "el metier". la gente recibe la mercadería y cree que es materia prima, cuando apenas se trata de una falsificación vurda de otras falsificaciones, que también se inspiraron en falsificaciones.

concepto claro

si usted quiere formarse un "concepto claro" de la existencia: viva. piense. obre. sea sincero. no s eengañe a sí mismo. analice. estúdiese. el día que se conozca a sí mismo perfectamente acuérdese de lo que le digo: en ningún libro va a encontrar mada que lo sorprenda. todo será viejo para usted. usted leerá por curiosidad libros y libros y siempre llegará a esta fatal palabra terminal: "pero si esto ya lo había pensado yo". y ningún libro podrá enseñarle nada.
salvo los que se han escrito sobre esta última guerra. esos documentos trágicos, vale la pena de conocerlos. el resto es papel...

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