viernes, 16 de marzo de 2012

silvina ocampo (argentiba, 1903 - 1994) poesías - quisiera ser tu predilecta almohada / envejecer / soneto del amor desesperado / lecciones de la metamorfosis

quisiera ser tu predilecta almohada
quisiera ser tu predilecta almohada
donde de noche apoyas tus orejas
para ser tu secreto y ser las rejas
de tu sueño: dormida o desvelada

ser tu puerta, tu luz cuando te alejas,
alguien que no trató de ser amada.
huir de la ansiedad que está en mis quejas,
poder a veces ser lo que soy, nada,

no tener nunca miedo de perderte
con variación y honda infidelidad,
jamás llegar por nada a concederte

la tediosa y vulgar fidelidad
de los abandonados que prefieren
morir por no sufrir, y que no mueren


envejecer
envejecer también es cruzar un mar de humillaciones cada día;
es mirar a la víctima de lejos, con una perspectiva
que en lugar de disminuir los detalles los agranda.              
envejecer es no poder olvidar lo que se olvida.
envejecer transforma a una víctima en victimario.              

siempre pensé que las edades son todas crueles,
y que se compensan o tendrían que compensarse
las unas con las otras. ¿de qué me sirvió pensar de este modo?
espero una revelación. ¿por qué será que un árbol
embellece envejeciendo? y un hombre espera redimirse
sólo con los despojos de la juventud.              

nunca pensé que envejecer fuera el más arduo de los ejercicios,
una suerte de acrobacia que es un peligro para el corazón.
todo disfraz repugna al que lo lleva. La vejez
es un disfraz con aditamentos inútiles.
si los viejos parecen disfrazados, los niños también.              
esas edades carecen de naturalidad. nadie acepta
ser viejo porque nadie sabe serlo,
como un árbol o como una piedra preciosa.

soñaba con ser vieja para tener tiempo para muchas cosas.              
no quería ser joven, porque perdía el tiempo en amar solamente.
ahora pierdo más tiempo que nunca en amar,
porque todo lo que hago lo hago doblemente.
el tiempo transcurrido nos arrincona; nos parece
que lo que quedó atrás tiene más realidad
para reducir el presente a un interesante precipicio.


soneto del amor desesperado

mátame, espléndido y sombrío amor,
si ves perderse en mi alma la esperanza;
si el grito de dolor en mí se cansa
como muere en mis manos esta flor.
en el abismo de mi corazón
hallaste espacio digno de tu anhelo,
en vano me alejaste de tu cielo
dejando en llamas mi desolación.
contempla la miseria, la riqueza
de quien conoce toda tu alegría.
contempla mi narcótica tristeza.
¡oh tú, que me entregaste la armonía!
desesperando creo en tu promesa.
amor, contémplame, en tus brazos, presa.



lecciones de la metamorfosis

nube que miras en lo alto del cielo
mi condición humana y modificas
las formas de tu cuerpo y de tus caras:
si alguna vez he visto deshacerse
tu cuerpo de caballo o de sirena,
tus ojos y tu pelo cruel de Erinia,
tus vírgenes perdidas con un ángel
entre las sombra de una playa inmensa,
el velero que se hunde en la tormenta
o un frágil ciervo entre las rosas de oro
de un antiguo poniente indescifrable;
si alguna vez he visto desmembrarse
un reino donde no gobierna nadie,
un templo en que quedaron misa rodillas
prosternadas al pie de un muro blanco,
tan blanco que hasta el sol pierde su faz,
sabrás que sos mi lecho cuando duermo,
que tus lecciones de metamorfosis
he querido seguir hasta la muerte
entregándote toda mi esperanza.

 

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