viernes, 10 de febrero de 2012

william wordsworth /reino unido, 1770 1850) // poemas - agua puro elemento, dondequiera abandonas.... // hora donde los pájaros cantan alegres melodías... amonestación y respuesta / aves acuáticas / camposanto en el sur de escocia

agua, puro elemento, dondequiera abandonas...

agua, puro elemento, dondequiera abandonas
tu mansión subterránea, hierbas verdes y flores
de brillante color y plantas con sus bayas,
surgiendo hacia la vida, adornan tu cortejo;
y en el estío, cuando el sol arde, veloces
insectos resplandecen y, volando, te siguen.
si falta tu bondad, resuella el bosque, y ciervo
y cierva y cazador con su venablo, juntos
languidecen y caen. no deja de sentirse
en el alma turbada tu benigna influencia;
y tal vez en la entraña marmórea de la tierra,
donde sufren tormento espíritus que lloran
gracia y bondad perdidas, tus murmullos apagan
su angustia ya los tuyos mezclan sus dulces cantos.
vers,: màrie montand


hora, mientras los pájaros cantan alegres melodías...

ahora, mientras los pájaros cantan alegres melodías
y los pequeños corderos retozan
como si bailaran al son de un tambor,
a mí me invade la pena: un lamento me brindó alivio pasajero
y ahora recobro la fortaleza.

desde arriba, resuenan las trompetas de las cascadas,
un dolor mío no enturbiará otra vez la primavera.
oigo los ecos que retumban en las montañas,
el viento llega hasta mí desde valles de ensueño
y mi mundo interior se vuelve feliz.

la tierra y el mar se entregan a la felicidad,
y a mediados de mayo cada animal se siente alegre.
¡tú, hijo de esa alegría, grita a mi alrededor,
quiero oírte gritar, oh, pastor feliz!
vers,: pedro bádenas de la peña


amonestación y respuesta

«¿por qué sobre esa vieja piedra,
durante toda la jornada,
william, así solo te sientas
y entre sueños el tiempo pasas?

¿dónde están tus libros? ¡la luz
a este ciego mundo legada!
¡arriba! aspira la salud
que en ellos los muertos exhalan.

miras la tierra como un hijo
que a su madre pidiese cuentas
o como el primer hombre vivo
que conociese la existencia».

así, del esthwaite a la orilla,
la vida dulce y sin porqué,
el buen matthew me habló un día
y así le quise responder:

«el ojo sólo mirar puede
y el oído nunca está en paz;
siquiera que va, el cuerpo siente
contra o con nuestra voluntad.

así, creo que existen fuerzas
que al pensamiento dan traza,
que nutrimos nuestras ideas
con una pasividad sabia.

¿crees, en el mundo infinito
de estos seres que hablan sin verbo,
que nada vendrá por sí mismo
y que siempre buscar debemos?

pues no preguntes por qué a solas,
según me plazca conversando,
me siento en esta vieja roca
y entre sueños el tiempo paso».
vers.: gabriel insausti


aves acuáticas

observadas frecuentemente sobre los lagos dtei rydal y grasmere

ved cómo los plumosos habitantes del agua,
con tal gracia al moverse, que apenas se diría
inferior a la angélica, prolongan
su curioso placer. describen en el aire
(y a veces con volar osado, que se cierne
hasta las mismas cumbres),
un círculo más amplio que el lago, allá en lo hondo,
su dominio; y en tanto que se aplican
a trazar, una vez y otra vez, el gran círculo,
su jubilosa actividad describe
centenares de curvas y círculos menudos,
ora abajo, ora arriba, en avance intrincado,
pero seguro, como si guiase un espíritu
su vuelo infatigable. ya el juego terminó:
así lo imaginé diez o más veces;
pero, mira: la banda, desvanecida ya,
vuelve a ascender. se acercan. rumorean sus alas,
leves al pronto, y luego su enérgico batir
pasa a mi vera y vuelve a oírse el rumor leve.
al sol invitan, para que juegue con sus plumas,
y al agua o bien al hielo chispeante,
que les muestren su bella imagen. ellos mismos,
sus bellas formas son en el luciente llano,
con colores más suaves y hermosos, cuando bajan,
casi rozándole... y luego alzan el vuelo
de nuevo, con un súbito empuje presuroso,
como si hicieran burla del lago y del reposo.
vers.: màrie montand


camposanto en el sur de escocia

acotado del hombre y al borde de una sima
donde el torrente espuma, veréis el cementerio.
allí la liebre alcanza su más tranquilo sueño
y los elfos, nevados de luna, entran y danzan
para crédulos ojos. de aquelarre ni templo
no queda ya vestigio, pero allí se deslizan
desconsoladas gentes, que con velada angustia
le lloran su oración al viento y al celaje.
no hay tumbas orgullosas. mas rudos caballeros,
que esculpiera el humilde querer de tiempos idos,
en tierra yacen, entre verdores de cicuta;
no es una mezcla triste, si quiebra el alba clara
el resplandor del césped, y cerca, en los arbustos,
coros primaverales entonan su alborozo.
vers.: màrie montand

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