miércoles, 1 de febrero de 2012

marguerite yourcenar (bélgica, 1903 - 1987) // poemas - tu nombre / una cantinela de pentauro / siete poemas para una muerta

tu nombre, 1936

(versión en español)

tu nombre que te fue dado por tu madre,
tu nombre que se derrama en mi amarga garganta
como una venenosa gota de miel.
tu nombre que grité bajo cada cielo
y llorado en todos los lechos;
tu nombre que leo
en filigrana en todas las páginas de mi infortunio.
tu nombre claro como el llanto
vertido en nosotros por uno de los ángeles.
tu nombre, como un bello niño desnudo que se revolcó en todos los fangos;
tu nombre, que me magulla la boca.
tu nombre con quien me acuesto
como con un talismán;
tu nombre como la sentencia que me condena al destierro.
tu nombre que gimoteo como una mendiga que continuaría
sus lamentos a las puertas de una ciudad en llamas;
tu nombre donde se han posado como moscas tantas habladurías infames;
tu nombre, que las gentes pronuncian como si fuese el de un recién llegado
tu nombre, x del desconocido
que eres tu mismo.
tu nombre de bautismo
inscripto sobre los registros negros del diablo y sobre el libro de oro de dios.
tu nombre que nada me hará desaprender;
tu nombre, que es junto a tu recuerdo la sola cosa que tu no puedas recobrarme,
porque cualquiera puede proferirlo bajo el cielo azul;
tu nombre, del cual cada letra es uno de los clavos de mi pasión;
tu nombre, el único del que me recordaré la mañana de la resurrección.

versión: c. alvarado


ton nom, 1936

(version originelle en français)

ton nom qui t’a été donné par ta mère,
ton nom qui se répand dans ma gorge amère
comme une vénéneuse goutte de miel.
ton nom que j’ai crié sous chaque ciel
et pleuré dans tous les lits ;
ton nom que je lis
en filigrane à toutes les pages de mon malheur.
ton nom clair comme le pleur
versé sur nous par un des anges.
ton nom, comme un bel enfant nu qui s’est roulé dans toutes les fanges ;
ton nom qui me meurtrit la bouche.
ton nom avec qui je couche
comme avec un talisman ;
ton nom comme la sentence qui me condamne au bannissement.
ton nom que je geins comme une mendiante qui continuerait ses plaintes aux portes d’une ville en flammes ;
ton nom où se sont posés comme des mouches tant de racontars infâmes ;
ton nom, que les gens prononcent comme s’il était celui du premier venu ;
ton nom, x de l’inconnu
qu’est toi-même.
ton nom de baptême
inscrit sur les registres noirs du diable et sur le livre d’or de dieu.
ton nom que rien ne me fera désapprendre ;
ton nom, qui est avec ton souvenir la seule chose que tu ne puisses pas me reprendre,
car n’importe qui peut le proférer sous le ciel bleu ;
ton nom, dont chaque lettre est l’un des clous de ma passion ;
ton nom, le seul dont me je souviendrai le matin de la résurrection.

les charités d’alcippe, paris, gallimard, 1984


una cantinela de pentauro

según un papiro egipcio
la muerte cerca de mí, la muerte cerca de ti
como un dulce sueño a la sombra de un dulce techo;
como un vino que se vierte, como un loto que respira;
la muerte cerca de ti como una caña que llora.
al extenuado, reposo; al enfermo, curación,
la muerte es un dulce lago del horizonte de polvo.
como un dulce viento de la tarde soplando su aliento lento,
la muerte detrás de ti infla la vela llena.
navegáis, amantes, hacia una tierra lejana.
como una dulce invitada la muerte está en el festín.
flor: el verano te marchita. rocío: el verano te bebe.
la muerte extiende sus redes como un dulce pajarero.
y la sombra del ciprés es la sombra que queda,
donde ya pronto el novio y la novia dormirán.


siete poemas para una muerta

I.
cansados de esperar, los que nos esperaron,
murieron sin saber que estábamos llegando,
sus brazos abiertos despacio se cerraron
y en vez del recuerdo, vino el pesar temblando.

la flor y la oración, la más tierna mirada,
son ofrendas que dios no podrá bendecir.
la muerte no escucha la vida desterrada;
nos junta solamente y no nos puede unir.

nunca conoceré esa apacible tumba;
es demasiado tarde, mi grito retumba
sin eco en la tierra de sorda eternidad;

la muerte desdeñosa o por la fuerza muda,
nos deja en este umbral oscuro de la duda
donde no fue el amor y está su soledad.

II.
aquí están la miel profunda de las rosas,
la fragancia, el color, el respirar amado.
no sonreirás más a la luz de las cosas;
tu gesto de abrazar en suspenso ha quedado.

ya no sentirán más tus párpados dormidos
el largo deshojar de la melancolía.
tu corazón se aleja en cielos desvaídos
y yo llego puntual para ver la agonía.

el ser no es más que un nombre; el tiempo es un día;
por la ruta del sol tu sombra yo amaría
pero contra la tumba mi amor se golpeó.

la muerte no vacila y supo alcanzarte;
si me recuerdas hoy sabrás compadecerte
de esta oscuridad que tu antorcha encendió.


III.
no había que titubear; había que acudir;
había que llamar; no había que callar.
no supe presentir que ibas a morir
y continué mi aislado camino de pasar.

no supe presentir que vería agotarse
el claro manantial donde la sed termina;
no supe presentir que la muerte germina
un fruto misterioso en la tierra de amarse.

aquí están mis ojos, mis manos, mi paso
de ayer por el jardín que ahora yace raso;
te busco titubeando como un extranjero,

pero sin alcanzarte; me acuso; y envidio
aquel que comprendió que todo es pasajero
y descubrió su amor frente a tu espejo tibio.

IV.
jamás de tu alma conocerás el viaje
comenzado en mi alma al despuntar el día;
ni el tiempo, ni el amor, ni la edad, ni el paisaje
borrarán tu huella grabada con la mía.

no sabrás que tiene tu rostro la belleza,
que el mundo por tu azul dulzura resplandece,
que la transparencia del lago en la maleza
refleja tu mirar donde el sol amanece.

nunca jamás sabrás que eres en mi mano
el oro del farol sobre el andar del mar;
que tu lejana voz se mueve en mi cantar,

que tu antorcha, tu luz y resplandor arcano
me indican el dulce sendero de vivir
juntos, en una sola sombra de seguir

V.
la estrella centelleante es del ciprés la fruta
balanceando la noche lenta del verano;
la vida en sus velos desnuda por su ruta
despliega tu esplendor cada vez más cercano.

tu amor y mi amor, nuestros cuerpos y el latido,
serán nuevamente diversa infinidad;
la araña constante extiende su tejido
y el universo atroz teje la eternidad.

el mar sin mañana nos trae a la ribera,
nos lleva debajo de una puerta soñera;
en todo morirnos, en todo renacemos,

pero en el corazón de sed desconocida
amor y esperanza imaginan que vemos
de aquella muerte el astro engendrar esta vida.

VI.
la miel de las cosas al fondo inalterable
es deseo, dolor y es remordimiento;
alambique sin fin donde el tiempo incansable
destila del día o la noche el movimiento.

comienza a madurar otra vez el rumor ,
la misma nota vibra en distintos sonidos;
no se puede cortar del perfume la flor
ni el alma del cuerpo eternamente unidos.

el cielo nos retira la escala fugaz,
no verás derramarse el amor por mi faz;
cada día cerrará la luz que te veía,

cada noche en la noche vendrá progresando,
como en tus brazos lentamente yo venía,
para cerrar también lo que se está apagando.

VII.
aquí viene en silencio el espacio del canto
que puede sin herirte pasar a tu lado;
dejemos las flores cubrirte con su llanto,
la sonrisa trazar en el rostro el pasado.

cuando la máscara desciende fatigada
y se deslizan en el lecho los durmientes,
todos los dedos de la hierba derribada
quisiera acariciar con mis manos ardientes.

es hacia tu dulzura que va mi sendero.
de este suelo acompasado el jardinero
del olvido barre el otoño de quererte.

el amor inmortal corre en la lejanía
de la sangre, y no turbaré con mi elegía,
la cita infinita de la tierra y la muerte.

versión: s.barón-supervielle

0 comentarios: