viernes, 21 de octubre de 2011

t.s.eliot (estados unidos, 1888 - 1965) // poemas - cuatro cuartetos - little gidding

little gidding

I
la primavera a medio invierno es una estación
en sí misma
sempiterna aunque empapada hacia el ocaso, suspendida en el tiempo, entre el polo y el trópico. cuando es más claro el corto día lleno de escarcha
y fuego,
el breve sol incendia el hielo en estanques y zanjas, bajo el frió sin viento que es el calor del corazón
y copia en un espejo de agua
un fulgor que es ceguera cuando empieza la tarde
y un brillo más intenso que la lumbre de ramas
o braseros
agita el torpe espíritu: no viento sino fuego
pentecostal
en el tiempo oscuro del año.
entre el deshielo y la congelación
se estremece la savia del alma. no hay olor de tierra ni olor de cosa viva. este es el tiempo primaveral
pero no según la convención del tiempo.
por una hora el seto blanquea
con fugaz floración de nieve,
una floración más repentina que la del verano pues
no da brotes ni se marchita.
no pertenece al esquema de la generación.
¿en dónde está el verano, el inimaginable
verano cero?

si vienes por aquí,
por la ruta que probablemente seguirás
desde el lugar de donde vienes probablemente,
si vienes por aquí en mayo encontrarás los setos Blanqueados otra vez con voluptuosa dulzura.
igual sería al fin de la jornada,
si vienes de noche como un rey vencido,
si vienes de día sin saber a qué vienes.
igual sería al dejar el camino áspero
y dar vuelta detrás de la pocilga hacia la gris fachada
y la lápida. y aquello por lo que creíste estar aquí
es tan sólo una concha, una cáscara de sentido
cuyo propósito nada más se revela cuando está
realizado,
si se realiza. o no tenías propósito
o el propósito está más allá de lo que calculabas
y se altera al cumplirse. hay otros sitios
que son también el fin del mundo,
algunos entre las fauces del mar
o sobre un lago oscuro,
en un desierto o en una ciudad—
pero este es el más cercano, en tiempo y lugar,
ahora y en inglaterra.

si vienes por aquí,
tomando cualquier camino, partiendo de cualquier
sitio,
a cualquier hora o en cualquier estación,
será siempre lo mismo: tendrás que hacer a un lado sentido y noción: no estás aquí para verificar, Instruirte, satisfacer tu curiosidad o trasmitir
informes.
estás aquí para arrodillarte
donde ha sido válida la oración.
y la plegaria es algo más
que un orden de palabras, la tarea a conciencia
de la mente que reza, o el sonido de la voz al orar.
y aquello para lo que cuando vivos no tenían
lenguaje los muertos
te lo pueden decir ya muertos: la comunicación
de los muertos posee lenguas de fuego más allá
del idioma de los vivos.
aquí, la intersección del momento sin tiempo
es Inglaterra y es ninguna parte.
nunca y siempre.

II
en la manga de un viejo la ceniza apagada
es cuanto sobrevive de la rosa quemada.
polvo que en aire flota suspendido
marca el lugar donde una historia ha sido.
el polvo que respiras fue una mansión:
las maderas, los muros y el ratón.
ha muerto la esperanza: este desaire
es la muerte del aire.

hay inundación y sequíasbre los ojos y en la boca fría.
agua muerta, muerta arena
luchan por victoria plena.
el suelo seco y destripado
muestra el esfuerzo destrozado.
la sorda risa de su boca aterra.
es la muerte de la tierra.

agua y fuego ocupan el sitial
de la ciudad, la hierba, el matorral.
agua y fuego se han burlado
del sacrificio denegado.
agua y fuego pudrirán
los cimientos, se hundirán
el santuario y coro ciego.
es la muerte de agua y fuego.

en la hora incierta antes de la mañana
al terminar la noche interminable
al recurrente fin de lo que no tiene fin

cuando la oscura paloma con su lengua de llamas
hubo pasado bajo el horizonte de regreso a su nido
mientras las hojas muertas traqueteaban metálicas

en el asfalto donde no había ningún otro rumor
entre las zonas de donde se elevaba el humo
vi de repente a un hombre que erraba apresurado

sin resistencia ante el aire urbano del amanecer

impulsado hacia mí igual que aquellas hojas de
estaño.
cuando fijé la vista en su cara inclinada

el mirar insultante con el cual desafiamos
al primer transeúnte en la sombra que aclara
pareció revelarme a algún maestro muerto

a quien yo había tratado y olvidado; medio evocaba
a uno y a muchos; en sus rasgos como recién salidos
de algún horno
los ojos de un familiar espectro conjunto

a la vez íntimo e inidentificable.
asumí un doble papel y grité
y escuché al otro que gritaba: "¡cómo! ¿tú aquí?"

aunque no estábamos. yo era el mismo de siempre,
consciente de mí mismo, y era otro sin embargo.
y él una cara aún formándose. pero bastaron las
palabras

para forzar el reconocimiento al que precedieron.
así, sometiéndonos al aire común,
demasiado extraños el uno al otro para malentendernos,

acordes en ese momento de intersección,
reunidos en un sitio sin antes ni después,
seguimos por la acera en una ronda muerta.

dije: "el asombro que siento es natural,
su naturalidad también me asombra. habla,
por tanto;
tal vez yo no comprenda ni recuerde."

y él: "no estoy dispuesto a repasar
mis pensamientos y teorías que has olvidado.
sirvieron su propósito: dejémoslas en paz.

igual sucede con las tuyas y ruega que te sean
perdonadas
por otros, así como te ruego perdonarme
el mal y el bien. se ha comido el fruto de la estación

y la bestia saciada apartará de una coz el cubo vacío.
pues las palabras del año pasado son del año pasado
y esperan otra voz las palabras del año que viene.

mas como ahora el paso no ofrece obstáculo
al espíritu inaplacado y peregrino
entre dos mundos que se han vuelto
muy semejantes,

así encuentro palabras que no pensé decir
en calles que no creí volver a ver
cuando dejé mi cuerpo en una playa remota.

ya que nuestro interés era el lenguaje y el lenguaje
nos incitó
a purificar el dialecto de la tribu y apremió
a la mente a revisar el pasado y a prever,

déjame revelarte los dones reservados a la vejez
para coronar el esfuerzo de tu vida entera.
ante todo la fricción helada del sentido que expira

sin encanto, sin ofrecer promesa,
sino la amarga insipidez del fruto espectral
cuando empiezan a separarse mente y cuerpo
.
segundo, la impotencia consciente de la rabia
frente a la locura humana y la laceración
de la risa ante lo que deja de divertirnos.

por último, el terrible dolor de vivir de nuevo
cuanto has hecho y has sido; la vergüenza
de motivos revelados muy tarde y la conciencia

de cosas malhechas y hechas para daño de los demás
que antes consideraste ejercicio de la virtud.
entonces hiere la aprobación del tonto
y los honores deshonran.

de mal en mal el exasperado espíritu avanza,
a menos que lo restaure el fuego purificador
en que debes moverte a ritmo como un danzante"

el día estaba a punto de romper. en la desfigurada
calle me dejó con un rezongo de despedida
y se desvaneció al sonar la sirena.

III
hay tres condiciones que a menudo parecen
semejantes
pero difieren por completo, florecen en el mismo seto
vivo:
apego al propio ser y a cosas y personas, desapego
del propio ser y cosas y personas,

y creciente entre ambas, indiferencia
que se parece a las demás como la muerte
se parece a la vida
al estar entre dos vidas, sin florecer,
entre la ortiga viva y la ortiga muerta.
esta es la utilidad de la memoria
para la liberación: no reduce el amor
sino lo expande
más allá del deseo, y por tanto nos libra
de futuro y pasado.
entonces el amor a un país
empieza como apego a nuestro campo de acción
y encuentra que esta acción importa poco
aunque nunca es indiferente.
la historia puede ser servidumbre,
la historia puede ser libertad.
mira, ahora se desvanecen
los rostros y los lugares con el ser que los amó, como
pudo,
para quedar renovados, transfigurados en
otra ordenación.

el pecado es inevitable pero
todo irá bien
y toda clase de cosas saldrá bien.
si pienso de nuevo en este lugar
y en gente no del todo recomendable,
sin parentesco ni bondad,
pero algunos de genio particular,
todos señalados por un genio común,
unidos en la discordia que los separa;
si pienso en un rey al caer la noche,
en tres hombres, y más, en el cadalso

y algunos que murieron olvidados
en otros sitios, aquí y en tierra extraña,
y en uno que murió ciego y callado
¿por qué habríamos de celebrar
a estos muertos y no a los que agonizan?
no es tocar al revés una campana
ni se trata de un encantamiento
para conjurar el espectro de una rosa.
no podemos revivir viejas facciones
no podemos restaurar viejas políticas
ni seguir un tambor antiguo.
aquellos hombres y sus enemigos
aceptan la constitución del silencio
y se pliegan a un solo partido.
sea cual fuere la herencia de los afortunados
recibimos de los derrotados
lo que debían dejarnos: un símbolo,
un símbolo perfeccionado en la muerte.
y todo irá bien y ,
toda clase de cosas saldrá bien
por la purificación del motivo
en el campo de nuestra súplica.

IV
desciende la paloma y rompe el aire helado
con llama de terror incandescente.
dicen las lenguas que es precisamente
el único remedio del error y el pecado.
la última esperanza o el fin desesperado

reside en la elección entre una y otra hoguera
que redima a esta llama de esa llama que espera.

amor se llama el que inventó el tormento,
amor el nombre desacostumbrado
cuyas manos tejieron el suplicio más cruento:
la camisa de llamas que jamás ha logrado
arrancarse el poder en el mundo sangriento.
toda la vida, toda nuestra espera,
yace en ser pasto de una u otra hoguera.

V
lo que llamamos el principio es a menudo el fin
y llegar al final es llegar al comienzo.
el fin es el lugar del que partimos.
y cada frase
y oración que sea correcta (donde cada palabra esté
en su sitio
y ocupe su lugar en apoyo de las demás,
la palabra ni tímida ni ostentosa,
el fácil intercambio de lo viejo y nuevo,
la palabra común exacta sin vulgaridad,
la palabra formal precisa pero no pedante,
la compañía entera que danza al mismo ritmo)
cada oración y cada frase son un fin y un comienzo,
cada poema un epitafio. y toda acción
un paso al tajo, al fuego,
un descenso por las fauces del mar
o hacia una piedra indescifrable:
y allí es donde empezamos.
perecemos con los agonizantes:

mira cómo se marchan y partimos con ellos.
nacemos con los muertos:
mira cómo regresan y volvemos con ellos.
el momento de la rosa y el momento del ciprés
son de igual duración. un pueblo sin historia
no está redimido del tiempo,
porque la historia es una ordenación
`de momentos sin tiempo.
así, mientras se desvanece la luz
sobre un anochecer invernal, en una aislada capilla,
la historia es ahora e inglaterra.

con la atracción de este amor y la voz de este
llamado.

no cesaremos en la exploración
y el fin de todas nuestras búsquedas
será llegar adonde comenzamos,
conocer el lugar por vez primera.
a través de la puerta desconocida y recordada
cuando lo último por descubrir en la tierra
sea lo que fue nuestro comienzo:
en la fuente del río más largo
la voz de la oculta cascada
y los niños en el manzano.
la voz no conocida porque nadie la busca,
pero escuchada, o semiescuchada, en la inmovilidad
del mar entre dos olas.
de prisa, aquí, ahora, siempre—
una condición de sencillez absoluta
(cuesta nada menos que todo).
y todo irá bien
y toda clase de cosas saldrá bien
cuando las lenguas de la llama se enlacen
en el nudo de fuego coronado
y la lumbre y la rosa sean una.

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