lunes, 1 de agosto de 2011

arthur asher miller (estados unidos, 1915 - 2005) // el drama social del futuro (frag.)

el drama social del futuro

" ...la duplicidad de sentido que afecta al concepto "drama social" hubiese asombrado a un griego. para él, un drama creado para su representación pública era naturalmente "social". una pieza de teatro se definía para él como un modo de enfocar bajo especie dramática la cuestión de cómo debe vivir el hombre. pero en nuestros días de individualismo extremo, ya esta misma proposición debe precisarse más claramente. cuando decimos "como debe vivir el hombre", nos inclinamos a pensar en la psicoterapia; en nuestra propia liberación -la de cada individuo por sí- de las ideas neurótica compulsivas y de los complejos pertubadores, para aprender cómo debemos vivir a fin de alcanzar con ello la felicidad.
al comparar nustra dramática de los últimos cuarenta años con la de grecia clásica, se destaca una diferencia: el único tema de que tratan nuestras piezas más importantes es el de la decepción. éstas muestran la imagen de un individuo que araña una pared tras la cual se halla la sociedad, su prójimo. muchas veces procura atravesarla o treparla o simplemente hacerla volar por el aire, pero finalmente la pared sigue en pie y el hombre acaba muerto o condenado a la derrota en su intento de vivir una vida humana.
el drama social es el hombre de la totalidad humana. para mí, sólo accesoriamente es un análisis cr´´itico de la sociedad. un tranvía llamado deseo es un drama social, asimismo el mono velludo y prácticamente todas las demás piezas de o´neill. pues, en el fondo, todas ellas calan en la pregunta: "¿cómo debemos vivir?" y esta pregunta, en su sentido griego, en su sentido mejor y más humano, trasciende lo individual y privado.
el problema del darma social se plantea para nuestra generación de otra manera que para ibsen, chéjov o shaw. éstos y la dramática de orientación izquierdista de la década del 30 se orientaban ya a la develación de los síntomas espirituales del utilitarismo, ya hacia el socialismo, como remedios decisivos. puesto que hoy prevalecen en el mundo las técnica mecánicas y las te´cnicas de venta se perfeccionan, llegará, en américa primero y luego en el resto del mundo, el momento de que comience a alborear la verdad. creo que advertiremos que la producción para el beneficio y la producción para el consumo no tocan el problema que los griegos han planteado imperiosamente a la humanidad: ¿cómo debemos vivir?
el drama social de esta generación tiene que realizar algo más que el mero análisis de la situación social y la protesta contra sus imperfecciones. debe ahondar en la esencia del hombre para descubrir sus verdaderas necesidades. el nuevo dramaturgo social debe ser un psicólogo investigador más profundo que sus antecesores, pero debe saber también cuán inútil sería aislar la vida de un hombre para su tratamiento dramático -pues ello haría imposible para siempre la tragedia.
es ésta una época propicia para escribir, pues el público está sobresaturado y harto de las viejas fórmulas. ya no se cree que los pobres son necesariamente virtuosos y los ricos naturalmente corrompidos. tampoco se cree, como otros autores preferían exponerlo, que los ricos son necesariamente incorruptos y que los pobres encarnan naturalmente la vulgaridad. hemos desarrollado en américa una cultura ta democrática que el lenguaje, el vestido y los fines vitales de un hombre no constituyen ya inequívocas señales de su situación social. ésta, en el teatro de hoy en día, manifiesta poco y nada acerca de él.
nuetro drama debería plantear y planteará las mismas cuestiones que el de los griegos; es decir, la gran pregunta de con qué propósitos nos sepramos después de que nos hemos reunido. pues, como toda acción que realiza el hombre, el drama es una lucha contra la caducidad... "

de melchinger, s.: el teatro desde bernard shaw hasta bertolt brecht,
buenos aires, ed. fabril, 1959

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