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entonces escribir (o pintar, o hacer música o teatro) es el modo de quien tiene la palabra como cebo: la palabra pescando lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra -el sobreentendido- muerde el cebo, alguna cosa se escribió. una vez que se pescó el sobreentendido, se podría con alivio lanzar la palabra afuera. pero ahí termina la analogía: la no-palabra, al morder el cebo, la incorporó, lo que salva entonces es escribir ( o pintar o hacer música o teatro) distraidamente