domingo, 23 de marzo de 2014
domingo, 1 de diciembre de 2013
domingo, 10 de noviembre de 2013
Reseña // 4h, laberinto coreográfico de Carlos Trunsky
Reseña
4h
Teoría de los cuatro humores
La teoría de los cuatro
humores o humoral,
fue una teoría acerca del cuerpo humanoadoptada
por los filósofos y físicos de las antiguas civilizaciones griega y romana.
Desde Hipócrates,
la teoría humoral fue el punto de vista más común del funcionamiento del cuerpo
humano entre los «físicos» (médicos) europeos hasta la llegada de
la medicina moderna a mediados del siglo XIX.
En esencia, esta teoría mantiene que el cuerpo humano está compuesto de
cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos),
cuyo equilibrio indica el estado de salud de la persona. Así, todas las
enfermedades y discapacidades resultarían de un exceso o un déficit de alguno
de estos cuatro humores. Estos fueron identificados como bilis negra, bilis, flema y sangre. Tanto
griegos y romanos como el resto de posteriores sociedades de Europa que adoptaron y adaptaron la
filosofía médica clásica, consideraban que cada uno de los cuatro humores
aumentaba o disminuía en función de la dieta y la actividad
de cada individuo. Cuando un paciente sufría de superávit o desequilibrio de
líquidos, entonces su personalidad y su salud se veían afectadas.
Los cuatro humores son: colérico, melancólico, sanguíneo y
flemático.
-Sanguíneo: sangre, primavera, elemento aire, órgano el corazón,
cualidades: templado y húmedo características: artesano, valiente, esperanzado,
amoroso.
-Colérico: bilis amarilla, verano, elemento fuego, órgano el hígado y
la vesícula biliar, cualidades: templado y seco, características: idealista,
mal temperamento, fácil de enojar.
-Melancólico: bilis negra, otoño, elemento tierra, órgano el bazo,
cualidades: frío y seco, características: guardián, abatido, somnoliento,
depresivo.
-Flemático: flema, invierno, elemento agua, órganos cerebro y pulmones,
cualidades: frío y húmedo, características: racional, calmado, indiferente.
4h es un laberinto coreográfico de Carlos Trunsky que se inspró en los
cuatro humores de Hipócrates e incluye sonetos de Lope de Vega , canciones de
John Dowland y un tema original de Gabo Ferro, uno de los intérpretes. Otros
dos de ellos, Emanuel Ludueña e Ignacio Monná elaboraron las coreografías. A
ellos se les sumó Jesús Fernández. Cada uno de ellos “encarna” a unos de los
humores y lo representa.
Ludueña y Mazzó hacen un despliegue coreográfico de gran lucimiento
tanto en lo propiamente danzístico sino tb en lo actoral. Gabo Ferro, sólido
cantante, acompaña con su vos en registros impensados e impensables y Fernández
al mando del acordeón le pone música, clima y humor a la puesta.
La puesta misma es ascética, suponemos que adrede para el lucimiento de
los intérpretes, de gran potencia dramática como ese eterno por nunca llegar a
encontrarse un ganador, juego de las sillas y de las ubicaciones.
El elemento erótico no deja de estar presente como en todos los humores
y con todas sus posibilidades e imposibilidades, es un elemento que suma
profundidad a la obra.
Mención aparte para la escena de las flores, de una ternura, candidez,
pasión y calidez impresionante.
Muy buenas actuaciones, una apuesta a una puesta jugada dentro de los
límites del tema, múscica ad hoc muy bien seleccionada, hacen de 4h un
espectáculo muy recomendable. Vayan a verlo si quieren ver buen teatro.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Reseña // Stabat Mater, ballet de Damián Malvacio
Reseña
Stabat Mater, ballet de
Damián Malvacio
1,
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
2.
¡Oh, cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
El Stabat Mater ("Estaba
la Madre", en latín) es una secuencia (himno o tropo del Aleluya gregoriano)
atribuida al papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da
Todi. Se la data en el siglo XIII.
Comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa ("estaba
la Madre sufriendo"). Como plegaria medita
sobre el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión de su hijo.
El
joven coreógrafo Damián Malvacio se formó en el Taller de Danzas del
Teatro San Martín, que, semillero
de muy buenos bailarines y también de promisorios creadores. Malvacio estrenó
en el Festival del Rojas de este año su Stabat Mater, sobre música
de Pergolesi, reestrenada este mes pasado. Si bien los coreógrafos debutantes
suelen comenzar con piezas de formato pequeño, dúo o trío, Malvacio se decidió
por un elenco atípico de seis varones y una mujer.
Stabat
Mater se
sumerge desde el principio en una extraña atmósfera, entre sacra y profana: una
mujer lava a un hombre desnudo y desde este cuadro hay una sugerencia religiosa
y a la vez sensual. Este es el camino que recorre el coreógrafo, el de una
ambigua relación entre erotismo y el ritual sagrado, relación violenta y
extraña. La obra está cargada de una fuerte dosis de homoerotismo encarnado en
esos seis “hijos” que pelean por el amor de esa Madre, lo equívoco y lo
puramente coreográfico se mezclan de modo aparentemente abstracto y
delicadamente explícito a la vez.
Recurre
a la fuerza y destrezas de los seis bailarines Andrés Rosso, Mauro Cacciatore,
Matías Gonzales, Joaquín Toloza, Federico Acquistapace y Facundo Fleitas que
sostiene con potencia sus participaciones tanto solistas como
grupalessostuvieron. Párrafo aparte merece Sofía Sciaratta que se luce en su
equívoc papel de Madre, hembra y mujer sufriente.
Y
es de destacar la música conducida de manera impecable por Andrés Gerszenzon y
su ensamble de músicos y cantantes de la UBA.
Una
obra para ver más allá de lo que muestra, una obra que muestra a un Malvacio
solvente, potente y preparado para los grandes retos que seguramente acometerá
en el futuro.
Un
Malvacio que organiza su obra con un pensamiento puramente coreográfico y no
fuerza a la danza a “decir” más que lo que este medio,
relativamente abstracto, puede dar de sí.
lunes, 14 de octubre de 2013
Robert Frost (Estados Unidos, 1874 - 1963) // El camino no tomado
Dos caminos se abrían en un
bosque otoñal
y dolido por no poder
recorrerlos a ambos,
siendo uno sólo, me detuve
largamente
y miré, dentro de lo
posible, el final del primero,
hacia donde doblaba, en
medio de los arbustos.
Luego tomé el otro, también
discreto,
tal vez con mejores pretensiones,
porque había césped y menos señales
si bien las huellas eran
iguales en los dos caminos.
Y ambos esa mañana estaban
recubiertos de hojas
que ningún paso había
oscurecido.
Mantuve el primero durante
otro día,
incluso sabiendo que otro
camina lleva a otro camino,
dudé de que alguna vez
pudiera volver sobre mis pasos,.
Contaré esto con un suspiro
año tras año:
dos caminos divergían en un
bosque y yo -
yo tomé el menos
frecuentado.
Esto ha hecho la
diferencia.
domingo, 7 de julio de 2013
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